Bien explicado. Por eso cuando se critica al dinero y se dice que es el causante de todos los males se cae en el error por no entender lo que realmente significa. Debemos dar gracias de que exista porque potencia los intercambios.
zgzna. Estoy de acuerdo en que habría que enseñar la ciencia económica en la escuela porque con ella se entiende mejor la vida en sociedad. Lamentable choca con el adoctrinamiento político imperante por lo cual la única opción viable por el momento es que al menos cada padre se la enseñe a sus hijos.
Gorucho. Cada uno debería decidir libremente si hacer caso o no al marketing. Si el producto es dañino simplemente se denuncia. Hay que tener cuidado con el argumento proteccionista del Estado, porque llevado al extremo se puede plasmar en una restricción de nuestra libertad.
pedromar. Todo bien económico es inicialmente una mercancía hasta que se generaliza su uso como medio de intercambio y entonces se convierte en dinero.
zgzna
Es que Rallo tiene el don de explicar muy bien; he aprendido mucho de economía leyéndole. Bueno, digamos que las bases más elementales. Leerlo es como ver el plano de un mecanismo hidráulico, donde se explica la causa, la consecuencia y el camino que sigue una acción determinada, en su caso económica.
Propongo un artículo al señor Rallo: ¿Es el dinero fiat una mercancía? Sabemos que lo usamos como si lo fuera. Me inclino a pensar que sí, pero no lo puedo argumentar bien. Por ejemplo el oro sí lo es, y tambien el oro acuñado de manera fraudulenta mediante aleación con otro metal; es decir: que si bien el oro es una mercancía tampoco ha sido siempre una mercancía segura. Lo mismo la moneda respaldada en oro, puesto que se puede cambiar la paridad oro / papel.
Y dentro del sistema propio de la inversión bursátil ¿son las acciones una mercancía?
Muchas gracias.
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Es el dinero, al final, lo que fuerza a los empresarios a competir para ponerse al servicio de los consumidores, lo que valida la soberanía del consumidor: si éstos no enajenan sus mercancías a cambio de dinero, se quedan atascados con ellas, lo que significa que no podrán acceder ni hoy ni mañana a las mercancías que hubiesen deseado adquirir.
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¿Y las técnicas de marketing mal empleadas? ¿No tratan de obligar al consumidor a que compre lo que no necesita ni le es útil? ¿No tratan muchos de hacer que se hagan compras impulsivas de cosas completamente inútiles o dañinas?
No quiero que, de lo que acabo de decir, se entienda que soy contrario al marketing. No lo soy; soy contrario a las malas prácticas de marketing, como también soy contrario a que, haciendo uso de nuestra libertad, acabemos con la vida de otros o les quitemos lo que les pertenece.
La defensa de la vida y de la propiedad es algo que, si es que un gobierno sirve para algo, deben asumir los que mandan sobre un país. Y, del mismo modo, los gobiernos deben asumir la defensa de los consumidores, luchando contra las malas prácticas de marketing, o, mejor, haciendo que los consumidores estén suficientemente informados sobre esas técnicas que coartan su libertad y los hace vulnerables.
Saludos.
Leyéndolo así, tan bien explicadico, parece tan sencillo que uno piensa: ¿cómo no se me habrá ocurrido a mí? ¿cómo es que no lo tenemos todos tan claro de una forma natural? Y es que a veces, lo más sencillo se complica tanto y se envuelve en una serie de prejuicios y de tonterías, que es imposible desentrañar el funcionamiento de aspectos como éste y tiene que venir alguien con muchos conocimientos y mucha visión, que sepa ver, para que nos demos cuenta de ello. Esto es lo que se tendría que explicar en el Bachillerato en clase de Economía.
Te tomo la palabra: queda para otro día explicarnos la diferencia entre atesorar dinero e invertirlo.
Gorucho, toda decisión de compra o venta que se toma sin que medie coacción física debe ser considerada libre.
Si la publicidad no es engañosa y no existe coacción física, la incitación a la compra es legítima y la decisión de hacerla es resultado de una valoración que es personal e intransferible, cuya responsabilidad recae, única y exclusivamente, en el comprador.
Los intervencionistas prefieren definir la libertad como un "poder hacer". Así, como yo no puedo resistirme a determinadas estrategias de marketing que me incitan a la compra, no he realizado ese acto libremente y, por tanto, no soy responsable del mismo, es más, el estado debería garantizarme que no voy a ser sometido a semejante influencia para que yo pueda elegir libremente. Un error y un horror.