Señor Barea, está usted pidiendo un imposible: que el PSOE haga política económica racional.
Lo que comenta de la tentación de mercadear votos con pensiones no es simplemente una tentación: es un hecho. Y lo es desde los años ochenta.
Por otra parte, me gustaría saber si en sus cálculos para prever la evolución de este peliagudo asunto sólo tienen en cuenta los datos del momento presente (tasa de desempleo, nacimientos, esperanza de vida, migración, y otros aspectos) o si incluye los imponderables: que una gran cantidad de españoles emigre a otros países de Europa o de América, que aumente la natalidad o que disminuya significativamente, que se imponga la eutanasia preventiva como medida de contención del déficit...
La renta per cápita es un cociente: subirá si sube el PIB o si baja el recuento de las cabezas de ganado pagador de impuestos, vulgarmente conocido como "población". Análogamente, si el Presidente del Gobierno quiere cumplir su promesa de poner las tasas de déficit presupuestario en el margen que impone ese club llamado UE, podría, sencillamente, cargarse todo el gasto social eliminando físicamente a los "causantes" de dicho gasto: viejos, inmigrantes, parados, gitanos, chusma de suburbio, etcétera. Vamos, un genocidio en toda regla. Y el lobby de enterradores, fabricantes de ataúdes e industriales de la cremación de cadáveres saldría ganando.
O bien, podríamos liberalizar el sistema, ir a un modelo de capitalización, hacer que el fondo de reserva fuera realmente un fondo y no una hucha debajo de un colchón, bajar los impuestos, liberalizar el quimérico mercado laboral español de forma que la celebración de contratos laborales y su finalización favoreciera la creación de puestos de trabajo y no fuera un obstáculo como ahora, eliminar el Estado de las Autonomías, suprimir funcionarios (políticos y estomagantes, esencialmente), impedir el fraude de ley que son los convenios colectivos, y otras muchas cosas, como recuperar la división de poderes, destituir a los jueces de partido, hacer una circunscripción electoral nacional, sistema de listas abiertas, etcétera.
Lo dicho, imposible.
El primer disparate que cometen los gobernantes es extrapolar al futuro las buenas condiciones de un momento dado. Hacen lo mismo con la prosperidad que con la paz, piensan que vienen dadas y las imaginan eternas. Por eso el Z negaba la crisis y pensaba que el péndulo tiene obligación de volver a su lado. "Ciclos" le llaman y el en su ignorancia se los creyó tal como péndulos.
¿Nadie les contó el cuento de los tres cerditos?
Bueno estoy seguro de que sí se lo contaron, pero especialmente los rojazos se identificaron con el cerdito más vago, convencido de que los otros dos pagando impuestos le van a incrementar el nivel de vida y, por supuesto, cuando la casa se hunda será culpa de cerdito más currante: ¡capitalista y explotador!. Pandilla necia.
No olvidar lo inolvidable. Que el descerebrado de Zapatero eche a los 600 asesores y contrato a Don JOse. Ganariamos todos.
Aún suponiendo una economía sana, sólo un crecimiento piramidal de la población puede sostener al sistema piramidal de pensiones. Además está el factor de una aumento sostenido de la esperanza de vida, para dificultarlo más.
Pero por la misma razón que la población quiere jubilarse prontito, tampoco quiere tener hijos: para vivir relajado y con buen "nivel de vida". Vaya, que paguen las pensiones los nietos sin tener antes los hijos. Muy realista.
Pero hay algo bueno en la decisión de Z: el progresío ha quedado con la cara descuadrada. Pensaban estupideces de esas que tanto les gusta, como que hay que jubilar gente para liberar puestos de trabajo. Adelantar la edad de jubiliación pensaban. Y por supuesto cobrando más pensión ("para aumentar el consumo" piensan). No dan para más.
Pero Z tiene la solución secreta: islamizar el país, porque con tasas de natalidad musulmanas el sistema se puede sostener hasta que el planeta se hunda por su propio peso. Por eso se pone pañuelos musulmanes mientras fustiga á la curia católica. Y por eso va a echar una rezada con Obama: para implorar a Dios que su plan funcione.