Desde políticos, a empresarios y gente de marketing, pasando por periodistas, comunicadores y divulgadores; desde quien busca un empleo a quien quiere persuadir a alguien de algo. En resumen, todo el mundo. Porque las palabras y el lenguaje importan más de lo que pensamos.
Vean primero el vídeo, y luego, solo luego, lean el resto:
Como ven, la persona ciega que busca ayuda trata de ‘venderse’ a los demás. Quiere convencer a los transeúntes de que dejarle unas monedas es una buena idea -que el coste de oportunidad para el transeúnte de, pongamos, 1 €, es menor que el beneficio psicológico que le reporta el haber ayudado a un necesitado-. Para ello primero utiliza un mensaje estándar, directo, al grano: “ayúdenme”. Pero no funciona. ¿Por qué?
Pues no lo sé. El caso es que el mensaje que sí funciona es el que pone la mujer: más indirecto, distinto e innovador. Ella dice que simplemente ha reformulado el mensaje, diciendo lo mismo, cambiando las palabras.
El video puede enseñarnos a todos algo importante, pero me quedo con las lecciones para los políticos y autoridades. No deja de ser una obviedad: la manera como formuláis el mensaje, por ejemplo anunciando un nuevo paquete de medidas etc., importa y mucho de cara al ciudadano. Al final, las percepciones que se tienen sobre la realidad influyen tanto o más como la realidad misma a la hora de confiar en los políticos o emitir un voto -asumiendo, como creo que es cierto, que la percepción de la realidad no coincide con ésta.
La política de comunicación de un gobierno es básica, y lo es mucho más en una situación tan difícil como la actual. Y, muchos coincidirán conmigo, que el margen de mejora es enorme. Manos a la obra.