Columna y artículo en Libertad Digital sobre los efectos de las masivas intervenciones públicas tras el estallido de la crisis, en particular acerca del aumento de la deuda pública.
Roubini: la deuda pública, “próximo gran problema” del mundo desarrollado
Roubini no es ningún liberal -p.ej, habla de la desregulación y del capitalismo de laissez-faire como responsable de la crisis, y defendió las intervenciones para evitar males mayores-, por eso quizás es más relevante su elevada preocupación por el desorbitado incremento de la deuda pública… algo que salvo a Krugman y unos pocos más como él, preocupa a casi todos -véase lo que dicen los canadienses. Esto, sin embargo, no implica en absoluto que la deuda privada no sea un problema. Como publicaba Random Spaniard, en España hay necesidad de un desapalancamiento privado enorme. Uno de los problemas es que el gobierno está obstaculizando y retrasando este proceso.
El año 2007 marcó el inicio de las turbulencias financieras con las hipotecas subprime. Pero pocos hablaban de crisis profunda y global. 2008 marcó el recrudecimiento y continuación de las amenazas que se habían mostrado el año anterior. Los mercados financieros y el sector bancario estuvieron a punto de colapsarse, especialmente en el último trimestre del año, tras la quiebra de Lehman Brothers.
En 2009 parece que ya pasó lo peor. Las bolsas se disparan, al igual que la economía china, pero las economías desarrolladas siguen cayendo, y el desempleo aumentando. Algunos analistas hablan de brotes verdes y apuntan a que 2010 será el año de la recuperación.
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Los intentos de resolver una crisis de deuda con más deuda, parecen haber sido infructuosos en el medio plazo. Una crisis incluso peor que la que trataron de evitar, amenaza a las economías más desarrolladas.
Como complemento del artículo-análisis, véase la columna Salvar la economía puede ser perjudicial (título que se parece demasiado, no por casualidad, a un artículo de Xavier Sala-i-Martí). Además de opinar y comentar sobre algunos aspectos del problema de la deuda pública, y los efectos del ciclo económico sobre las finanzas públicas, trato algunos efectos más permanentes de este intervencionismo:
En estos dos últimos años han acontecido cambios cuya relevancia es difícil de vislumbrar en el presente…
Las autoridades políticas y monetarias han tenido que hacer horas extras para tratar de averiguar cómo resolver los graves problemas que asolan a las economías avanzadas. Aunque, parafraseando al inversor Jim Rogers antes de las cumbres del G20, igual habría sido mejor que en lugar de trabajar tanto, se hubieran tomado un par de años sabáticos.
Como los malos alumnos, el Gobierno español está retrasando hasta el último día las tareas pendientes, y puede que cuando llegue el día del examen ya sea demasiado tarde, o se tenga que hacer todo a la fuerza, tarde y mal.
La cruda realidad de la crisis financiera está empezando a asomar la cabeza en las finanzas de los mismos gobiernos, a pesar de lo que podría parecer tras el auge de empleos y remuneraciones que vive parte del sector público. Quienes parecían ser inmunes, y no necesitaban ajustarse para nada el cinturón –más bien, todo lo contrario–, están recibiendo ahora numerosos jarros de agua fría.
Lo cierto es que los efectos distorsionadores del ciclo económico, generado por las abultadas expansiones crediticias lideradas por los bancos centrales, también afectan a los gobiernos y sector público, induciéndoles a graves errores de previsión en sus presupuestos, cuya adecuación y sostenibilidad depende de la continuidad de la burbuja del crédito, algo a todas luces imposible.