No soy un especial aficionado al revisionismo histórico que lideran algunos miembros del Mises Institute. Tampoco soy especial aficionado al movimiento anti-guerra, y tengo dudas sobre la postura de Ron Paul respecto al aislacionismo en política exterior. (Tampoco me he metido lo suficiente en ambos temas).
Pero si aceptamos, quien lo haga, con buen grado las tesis revisionistas de la Guerra Civil o de la II República de Pío Moa, ¿por qué rechazar automáticamente las tesis revisionistas de por ejemplo, los del Mises Institute, respecto a Lincoln, o la II Guerra Mundial? Es posible que buena parte de la historia más mainstream (por ejemplo la que se aprende en el instituto) no sea demasiado certera. En un tema más cercano a mí, ahí tenemos cuando se explica la Gran Depresión, u otros muchos episodios de la historia económica, de manera discutible. Entonces, también podemos discutir otros asuntos, como el de Pearl Harbor.
Más o menos la historia que creo oficial de este episodio es que los japoneses atacaron a EEUU de manera totalmente inesperada, sin que Roosevelt supiera nada. Ello fue una declaración de guerra, que obligó a EEUU a declararla hacia Japón. Por tanto, lo de EEUU estaba totalmente justificado, ya que actuó en respuesta a un ataque deliberado.
Pero parece que hay dudas sobre esta historia oficial. Esta revisión de Pearl Harbor es encabezada por Percy L. Greaves, autor de un libro de 1000 págs sobre el tema que acaba de publicar el Mises Institute: Pearl Harbor: The Seeds and Fruits of Infamy.
Greaves no parece ser un don nadie en este tema, ni un conspiranoico salido de la nada, sino que fue el principal consejero para los Republicanos de la Joint Congressional Committee que investigó el suceso de Pearl Harbor desde 1945 to 1946. Por ello llevó a cabo una investigación bastante detallada, por lo que se ve. Sobre el libro, lo único que he leido es esta reseña, en la web del Mises, que recomiendo. No deja en muy buen lugar a FDR. Pego algunos fragmentos de la review:
The first section (the seeds) provides a detailed history of pre-war U.S.-Japan relations, thoroughly documenting the sources of rising tension. The second section (the fruits) shows that the attack December 7, 1941 was neither unexpected nor unprovoked. Nor was it the reason that Franklin Roosevelt declared a war that resulted in massive human slaughter. Instead, in exhaustive detail, this book establishes that Pearl Harbor was permitted as a public relations measure to rally the public, shifting the blame from the White House, where it belonged, to the men on the ground who were unprepared for the attack.
The prevailing consensus is that fault for Pearl Harbor belongs to General Walter Short and Admiral Husband Kimmel, while the major political and military figures in Washington should be completely exonerated.
Greaves turns this conventional wisdom on its head. “It is now apparent also that the president himself, even before the attack, had intended to order the U.S. armed forces to make a pre-emptive strike against the Japanese in the southwest Pacific in order to assist the British in southeast Asia. But the Japanese ‘jumped the gun’ on him by bombing Pearl Harbor on December 7, 1941.”
Greaves’s conclusion is dramatic: “It must be said also that the evidence revealed in the course of the several investigations leads to the conclusion that the ultimate responsibility for the catastrophe inflicted on the U.S. Fleet at Pearl Harbor on December 7, 1941, must rest on the shoulders of President Roosevelt….It was thanks to Roosevelt’s decisions and actions that an unwarned, ill-equipped, and poorly prepared Fleet remained stationed far from the shores of the continental United States, at a base recognized by his military advisers as indefensible and vulnerable to attack….Thus the attack on Pearl Harbor became FDR’s excuse, not his reason, for calling for the United States’s entry into World War II.”