A raíz del post anterior y la brutal hambruna en Somalia, quiero comentar algunas cosas en relación al artículo que escribí sobre el crecimiento económico en Somalia bajo la anarquía en Libre Mercado hace un mes. Este artículo está basado en varios trabajos de investigación publicados en revistas académicas y algunos artículos periodísticos. La mayoría de referencias provienen de autores simpatizantes con ideas que defienden que las sociedades pueden prosperar en ausencia de gobierno (se les suele llamar “ancarcocapitalistas” aunque no me gusta esta etiqueta, y menos aún para discutir sobre Somalia… ¿qué capitalismo puede haber en este país? ¿no es más bien una sociedad pre-capitalista?), pero otras referencias no, como la de la BBC o el Banco Mundial. Pongo debajo del todo las referencias.
Personalmente simpatizo con el programa de investigación de Peter Boettke y compañía al que llama “la economía política positiva del anarquismo”, y que persigue comprender mejor cómo en las sociedades pueden surgir espontáneamente instituciones y normas sociales al margen de los estados. En lugar de hablar de anarquismo, que tiene mucha connotación, se puede habalr de self-governance. Es el enfoque de Boettke de carácter positivo, no normativo, y empírico-histórico, no teórico. Se puede leer un survey de esta literatura en Public choice and the economic analysis of anarchy: A survey.
Comprensiblemente el artículo ha despertado varias críticas fuertes (algunas agudas y otras no tanto) especialmente procedentes del blog El Rincón de la Libertad aquí o aquí (en los comentarios se incluye alguna perla sin desperdicio) y otras fuentes.
Estos días le he estado dando bastantes vueltas. La hambruna pone de manifiesto la extremada fragilidad de la economía del país: basada principalmente en la ganadería nómada, además de problemas de inseguridad, control de regiones por parte de grupos adheridos a Al Qaeda… Ahora bien, estos problemas también existen en países con gobiernos tiránicos y predatorios (Chad, Zimbabwe…). Y yo tampoco dije que Somalia fuera ningún paraíso ni un modelo a seguir (lo que no quiere decir que no debiera haber sido más cauteloso en el análisis); más bien, es un país extremadamente pobre.
Leeson y Williamson (2009) hacen una lectura interesante del caso de Somalia, y lanzan la hipótesis de que en sociedades donde el gobierno no cumple con ciertas condiciones institucionales clave (que los actores políticos estén constreñidos en su comportamiento, que exista un sistema de frenos y contrapesos sobre el poder político), el bienestar de los ciudadanos se mejora cuando en lugar de existir un gobierno irrestricto –que generaría elevados costes por su depredación sobre los individuos-, no existe ninguna clase de gobierno (anarquía). En este contexto, la elección no es entre un gobierno transparente (lo que llaman “ideal political governance”) y la anarquía, sino entre un gobierno altamente corrupto y dañino (“predatory political governance”) y la ausencia de cualquier clase de gobierno. Hay que tener en cuenta con qué estamos comparando y cuáles son los argumentos reales.
Independientemente de esto, es cierto que los datos en los que se basan los trabajos habría que tomarlos con (mucha) más cautela por varias razones. No obstante, creo que conviene tenerlos en cuenta. Consulté con Manel Gozalbo de Hispalibertas sobre este tema, y entre otras cosas me dijo:
El exceso de economicismo en tus juicios te lleva a repetir el error que cometen todas tus fuentes, y es considerar que ciertos datos estadísticos son significativos, en especial el de las telecomunicaciones, cuando en realidad carecen de base. Para empezar, el último censo hecho en Somalia data ¡de 1975! En cristiano: hace decenas de años que se ignora cuántos habitantes tiene Somalia —no solo por la falta de censos posteriores sino también porque a) casi la mitad del país es nómada y b) desde 1975 ha habido distintos sucesos traumáticos para la demografía como guerras y hambrunas—, y por tanto cualquier porcentaje resulta, cuanto menos, atrevido, pues se basa en muestras de unos pocos cientos de personas.
De postre, absolutamente todos los datos económicos son merecedores de cuarentena. Si en Somalia ha prosperado (ejem) el negocio de las telecomunicaciones no es porque “todo” el país muestre una tendencia alcista, sino porque hay una potente minoría costera, de la que forman parte los famosos piratas y sus clanes protectores, que se puede permitir comprar teléfonos móviles o satelitales. El resto, y son muchos millones, se muere de asco haciendo señales de humo, si es que encuentra una rama seca en alguna parte. Los verdaderos datos a comparar si se quiere demostrar la relativa pujanza del país no son precisamente los referidos a gastos individuales, sino las inversiones comunitarias. Y ahí el panorama es desolador: ningún aeropuerto más, ningún puerto más, ni un puto quilómetro de carretera asfaltada más, ni una sola estación potabilizadora no pagada por Naciones Unidas, ninguna escuela o universidad (la tasa de analfabetismo supera el 80%), cero infraestructuras de cualquier tipo desde tiempos de maricastaña. No puede decirse en modo alguno que les vaya relativamente bien, hambruna aparte.
Honestamente, tras la que está cayendo y comentarios como el de Manel, estoy poniendo en cuarentena algunas de las tesis en las que se apoyaba mi artículo. Y tienen parte de razón los críticos, debería haber sido más cauteloso, precavido y matizado, principalmente porque el tema tiene más aristas de lo que parece desprenderse de los trabajos referenciados, y carezco de un conocimiento suficiente de las fuentes y evidencias sobre Somalia como para hablar sobre el tema llegando a determinadas conclusiones firmes. Dejo el tema, pues, abierto.
Habría más cosas para decir, pero me quedo aquí. Advierto que no puedo meterme en ninguna discusión ni podré seguir el tema con un mínimo de atención, porque en unas horas marcho de viaje (en el que, por cierto, espero poder tratar estos temas con Leeson, Coyne entre otros). De todas formas agradezco comentarios.
Notas: una referencia que tiene muy buena pinta sobre el tema es el libro “An Economic Policy Agenda for Post-Civil War Somalia: How to Build a New Economy, Sustain Growth and Reduce Poverty”.
Como curiosidad, el nuevo primer ministro de Somalia que fue nombrado el 23 de Junio 2011, Abdiweli Mohamed Ali, es doctor en Economía por la Universidad George Mason, donde recibió clases de Walter Williams nada menos.
BBC (2011) Somalia: 20 years of anarchy: How does Somalia function at all?
Leeson, P.T. (2007). Better off stateless: Somalia before and after government collapse. Journal of Comparative Economics, 35(4), 689–710.
Leeson, P. T. y Williamson, C.R. (2009) Anarchy and Development: An Application of the Theory of Second Best. The Law and Development Review, Vol. 2, No. 1, Article 4.
MacCallum, S. (2007) The Rule of Law without the State. Ludwig von Mises Institute.
Nenova, T. y Harford, T. (2004) How Does Somalia’s Private Sector Cope without Government? Note Number 280, Public Policy for the Private Sector, The World Bank Group.
Powell, B., Ford, R., Nowrasteh, A. (2008). Somalia after state collapse: Chaos or improvement. Journal of Economic Behavior & Organization 67.