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Reflexiones sobre la política económica que debería implementar Rajoy

El otro día hablé con Negocios.com / Intereconomía sobre qué medidas debería tomar el gobierno de Rajoy. El resultado salió ayer, en un artículo donde también opinan Lorenzo Ramirez y Juan Ramón Rallo.

Con estas cosas uno difícilmente se queda satisfecho, por lo que resumiré lo que dije.

En primer lugar, como objetivo más urgente, se debe despejar el fantasma del default o salida del euro, como medio para evitar un desastre todavía mayor, dado que los mercados se cerrarían y los capitales huirían como de la peste; los costes de financiación se dispararían con todos las repercusiones que ello tiene en forma de contracción (todavía mayor) de la actividad y el empleo. Esto parecería lo más urgente. Por supuesto que esto no genera crecimiento económico, pero evita una catástrofe mayor.

En estos momentos parece que este riesgo está un poco apartado, básicamente porque el rescate y la posterior compra de deuda del BCE está prácticamente descontada. Pero los fundamentales no veo que hayan cambiado sustancialmente.

¿Y cómo se hace esto? ¿Cómo se genera la percepción de que España es un país solvente? Primero, obviamente, corrigiendo el grave desajuste de las finanzas públicas. ¿Subiendo aún más los impuestos? No creo que ésa sea la vía: recuerden la Curva de Laffer, o más coloquialmente, cuidado con matar a la gallina de los huevos de oro. Más bien, bajando de manera contundente los gastos públicos. Como debe hacer una empresa que se encuentra en graves dificultades, debe hacer una revisión profunda de su estructura de costes e incentivos, para hacerla más eficiente y asegurar su viabilidad. Ello, normalmente, conlleva decisiones dolorosas que ya estamos viendo; pero es esencial para que la empresa sobreviva.

Por otro lado, antes he puesto la palabra “percepción”, que es clave. Además de hacer bien las cosas, hay que enseñar al mundo que se están haciendo, y convencerles de ello. Para conseguir esta credibilidad, parece importante cumplir con los compromisos a los que el Gobierno se ha comprometido con Europa (ej. objetivo de déficit). Asimismo, no estaría mal que el Gobierno contara (o hubiera contado) con un “plan de viabilidad de España S.A.” donde se detallara la estrategia a seguir en materia de política económica. Sí, algo así como un programa electoral pero de verdad. Esto para generar cierta certidumbre a los inversores, y evitar los bandazos e improvisaciones que han caracterizado a éste y al anterior gobierno. Eso sí, obviamente, habría que atenerse a ese plan y no desviarse de él.

En tercer lugar, se debe aumentar el atractivo de invertir en España para captar capitales extranjeros, tanto en forma de inversiones en cartera como inversiones directas. Aquí hay un gran margen de mejora, que ha sido puesto de manifiesto recientemente por, al menos, un par de empresarios de renombre. Uno, Victor Grifols, quien critica duramente el marco español de hacer negocios, básicamente por inseguridad jurídica y falta de seriedad de las Administraciones Públicas. Dos, Martin Varsavsky (el post no trata sobre ello, pero sí lo menciona en un paréntesis), quien hizo lo mismo, haciendo referencia al factor cultural de que en España se mira con desagrado y envidia al empresario, y a la inexistencia de un marco mínimo en el que desarrollar la actividad empresarial, algo que sí encuentra en Estados Unidos. También sacó a relucir la cuestión del crédito: “el poco crédito que hay está metido en el agujero negro de la construcción y los bancos malos”.

Las mejoras pueden hacerse en muchos frentes: mercado laboral (Varsavsky ha dicho ya varias veces que la reforma laboral del PP no supone un abaratamiento de la contratación sino solo del despido), mercado energético (con el desastre tema de las renovables y una de las energías más caras de nuestro entorno), impuestos (sociedades y plusvalías), facilidad para crear nuevos negocios (algo en lo que, como muestra el informe Doing Business y señalan analistas y emprendedores, España suspende), etc.

Por supuesto, en todo esto la banca también tiene un papel importante. Pero para que pueda tener un rol positivo sobre la actividad y el empleo, se debe avanzar en su recapitalización y desapalancamiento, evitando al máximo posible que sea el contribuyente español, ya suficientemente castigado, el que pague la factura de su mala gestión.

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