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Procesos de aprendizaje

Reflexiones en torno al Holocausto a través de Simon Wiesenthal

Esta noche comienza para el pueblo judío la celebración del ‘Día de recuerdo del Holocausto’.

Leyendo el testimonio del judío superviviente del Holocausto Simon Wiesenthal (“Los límites del perdón”), me han venido algunas reflexiones que pueden ser de interés; podría decir que para la actualidad, pero seguramente lo sean en todo tiempo dado que reflejan una parte de la naturaleza humana.

La primera, quizá la más obvia tratándose del episodio que Simon cuenta,  pone el acento en lo cruel y vil que puede llegar a ser el ser humano: hasta límites insospechados, jamás imaginados por la mente humana y mucho menos comprendidos.

Un párrafo del libro ilustra esta idea. El contexto del mismo es la creación de los nazis de una guardería en un campo de concentración, con el objetivo (oculto) de tener mejor controlados a los niños. Ellos, claro, les habían dicho a los padres judíos que iban a tratar bien a sus niños.

Los judíos, eternos e incorregibles optimistas, vieron en ello un gesto de humanidad… Y así, los padres de los niños que quedaban (en el campo de concentración) se convencieron poco a poco de que sus hijos deberían ir a la guardería. Esperaban con impaciencia a una comisión de la Cruz Roja. Pero la comisión nunca apareció. Por contra, una mañana llegaron tres camiones de las SS a la guardería y se llevaron a los niños a la cámara de gas. Esa noche, cuando los padres regresaron del trabajo, se vivieron escenas desgarradoras en la desierta guardería.

En algún momento de su testimonio, Simon dice que el grado de maldad que él y millones como él estaban experimentando no podría comprenderse por la mente humana. ¿Cómo podían ser tan malos? De ahí que (quizás), en el párrafo anterior, cayeran en cierta ingenuidad, incluso con la que estaba cayendo.

Otro pasaje del libro ilustra una arista de esta incomprensión: desde la perspectiva de la madre del hijo que se alistó a las SS y cometió algunos crímenes horrorosos (viniendo de un pasado de “chico modélico”). En conversación con Simon tras el fin de la guerra y la muerte de su hijo a quien amaba profundamente, dice:

Creo firmemente todo lo que la gente cuenta (sobre las atrocidades cometidas por sus compatriotas). Han pasado tantas cosas terribles… Pero una cosa es cierta: Karl (su hijo) nunca hizo nada malo. Siempre fue un joven muy honrado.

Creo que esto se comenta solo… Al igual que una madre no puede comprender que su hijo se volviera un criminal (no le puede entrar en la cabeza: cualquier acercamiento a pensar que hizo algo malo le causaría estupor…), podía pasar lo mismo entre amigos, hermanos, y otro tipo de relaciones.

El fondo de esta idea puede tener un paralelo en discusiones relevantes de la actualidad. Pongamos, en materia de política económica. (El salto es kilométrico, sí, pero en mi cabeza este salto se produce). Admitamos, como resulta obvio, que se han hecho y siguen haciendo cosas nefastas en esta área. La estrategia del gobierno español, del actual y del anterior, no es la más adecuada. Muchos piensan que políticos y allegados (amplio número de grupos de intereses etc.) no hacen lo que deberían hacer simplemente porque no tienen ningún interés en el público en general; tan solo en su interés personal. No les importa el sufrimiento de la gente en forma de paro, falta de oportunidades, frustración… con tal de mantener su estatus, poder, privilegios, “derechos”, o lo que sea.

Una reacción a esto último, que en ocasiones se me viene a la cabeza (y supongo que a otros también), es: pero, ¿cómo pueden ser tan perversos? No puede ser… Y se le trata de dar una explicación alternativa que justifique sus acciones.

Claro, de repente salta la respuesta del economista (Public Choice): no se trata tanto de maldad o no, sino de incentivos. En el proceso político los incentivos no están alineados para que los actores (políticos, burócratas…) actúen conforme al interés general, por tanto, los resultados serán malos.

Pero los incentivos son eso, incentivos: no determinan al 100% tu acción en una dirección, solo (que ya es mucho e importante… incentives matter) influyen, encaminan. (Ejemplo tonto: Pueden darme un incentivo de 1.000€ para montarme en una montaña rusa y aun así negarme.)

Luego, por supuesto hay margen para que la ‘calidad moral’ (vagamente definido) de los actores políticos tenga un papel. La lección que se extrae de lo que comentaba arriba nos previene de la ingenuidad, del pensar que “no se puede ser tan perverso”, justificar la maldad con explicaciones ad hoc… Sí, se puede llegar a ser tan perverso, y más.

¿Y qué hace falta para que triunfe la maldad? Como se dice, “Para que triunfe el mal, solo hace falta que los hombres buenos no hagan nada”. El episodio del Holocausto a través del testimonio de Simon Wiesenthal iría en esta dirección.

Tras sobrevivir a los varios campos de concentración, Simon se dedicó a investigar crímenes nazis. Cuenta:

Últimamente había hablado con algunos alemanes y austríacos que me hicieron comprender la forma en la que el Nacionalsocialismo había afectado a sus vidas. Muchos decían que estaban en contra, pero que tenían miedo de sus vecinos. Y, de igual modo, sus vecinos también tenían miedo de ellos. Y si unimos todos esos temores obtenemos una espantosa acumulación de desconfianza.

Efectivamente, el miedo y la desconfianza absoluta entre los distintos miembros de la sociedad, como herramienta del totalitarismo.

Trata con una mujer anciana alemana viuda, cuyo marido murió en un bombardeo y su hijo, voluntario de las SS, en la guerra (es la misma madre-hijo que más arriba). Ella desaprobó la decisión de su hijo de alistarse voluntariamente en las SS. Se veía una mujer ‘buena’, dice Simon. Escribe:

Miré a la anciana, que era un ser bondadoso, una buena madre y una buena esposa. No me cabe duda de que a menudo sentía compasión por el oprimido, pero la felicidad de su familia era lo más importante de su vida. Había millones de familias a las que solo les preocupaba la paz y la tranquilidad de sus propios hogares. Ése era el soporte sobre el que los criminales habían basado su ascensión al poder y eso les permitía mantenerse allí.

Este párrafo me parece de sumo interés. ¿Podríamos identificar este elemento como una suerte de individualismo (mal entendido y practicado)? Cuidar de ti mismo, de tu familia y más allegados, de las relaciones que te afectan directamente, pero pasar del resto: ‘yo ya tengo bastante con preocuparme de lo mío, a mí qué esos judíos (o esas víctimas, en otros casos)’. Si le entiendo bien, Simon dice que esta actitud fue el soporte de parte del éxito nazi.

¿Cuántos espectadores guardaban silencio cuando veían que los hombres, mujeres y niños judíos eran conducidos a los mataderos de toda Europa?

Se pregunta.

Hasta aquí llegan estas desordenadas reflexiones…. Quizá todo esto pueda relacionarse, en algún punto, con algunas ideas que comentaba Benito Arruñada en la entrevista que enlacé ¿?

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