Reflexiones en torno a las revueltas árabes
No puedo arrogarme tener un conocimiento mínimamente profundo ni completo sobre lo que lleva sucediendo en los países árabes. No lo estoy siguiendo al día ni he leído lo suficiente al respecto como para tener una opinión bien formada. Ni tampoco es mi ‘competencia’. Pero sí se me han suscitado algunas reflexiones, que enumero aquí sin argumentar:
1. No parece que los problemas de Oriente Medio se deban a la existencia y acciones de un diminuto país como es Israel. Más bien, estos acontecimientos apuntarían a que son los países árabes y sus gobiernos dictatoriales/totalitarios los que generan los problemas.
2. Cuidado con las políticas exteriores de los gobiernos occidentales apoyando a unos o a otros. Ya hay experiencias pasadas en episodios de conflicto en las que gobiernos como el de EEUU han apoyado a un bando (por luchar contra regímenes simpatizantes del comunismo, p.ej.), que luego se ha vuelto contra él y convertido en “enemigo”. Mucha cautela con estas cosas.
3. La Historia en ocasiones puede moverse en saltos discontinuos, o por decirlo en términos talebianos, pueden interponerse en el suave y gradual camino de la historia Cisnes Negros que aparentemente pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos hacia trayectorias inesperadas e imprevisibles. Claro, que muy probablemente (por no decir seguramente) estas revueltas no sean tan ‘radicales’, ni tan “shocks exógenos” como parecen al observador externo a primera vista, sino que hayan estado fraguándose durante tiempo. Lo que me lleva al concepto de intrahistoria unamuniano:
Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que… echa las bases sobre la que se alzan los islotes de la historia… Sobre la inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la historia… Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua… es la sustancia del progreso.
No fue la Restauración de 1875 la que reanudó la historia de España; fueron los millones de hombres que siguieron haciendo lo mismo que antes.
Si se oyó el ruido (de Prim en el 1868) fue porque callaba la inmensa mayoría de los españoles, se oyó el estruendo de aquella tempestad de verano sobre el silencio augusto del mar eterno.
Que, repasándolo, no sé hasta qué punto dice algo sobre el caso de las revueltas en los países árabes.
En todo caso, todo esto creo que ilustra algunos puntos interesantes: lo impredecible que es el devenir de los asuntos humanos, el carácter drástico y repentino en que pueden sucederse cambios sociales que pueden influir muy notablemente en el futuro, o el efecto contagio de unas sociedades a otras, que en un mundo globalizado y donde la información se transmite al segundo puede ser importante.
Esto también me recuerda este excelente artículo de Niall Ferguson sobre la fragilidad del imperio norteamericano, donde dice:
It is historians who retrospectively portray the process of imperial dissolution as slow-acting. Rather, empires behave like all complex adaptive systems. They function in apparent equilibrium for some unknowable period. And then, quite abruptly, they collapse.
Huelga decir que estos puntos pueden extrapolarse a los asuntos económicos.
Lo más destacable de estas fichas de dominó en equilibrio inestable son las continuas admoniciones de Obama para que sus anteriormente apreciadas dictaduras dejen el paso libre y el preocupado asentimiento de Europa. Veremos qué pasa en Siria, Irán, Marruecos y Arabia Saudita porque si la cosa fuese espontánea el precio del petróleo estaría ya por los 200 dólares y si no recuerdo mal hay barcos de guerra de Irán en Suez. Por si fuera poco ahora tenemos otro frente geoestratégico inestable. He escuchado rumores de todo tipo. Desde una nueva invasión de emigrantes a la creación de un paraguas antimisiles europeo como si Eurabia, la anunciada hace ya tanto tiempo, estuviese naciendo. Cambiar todo para que nada importante cambie. Un cirio del copón.