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Procesos de aprendizaje

Perspectivas laborales de los jóvenes y funcionariado: reflexión desde el conocimiento parcial y limitado

Quería hacer una pequeña reflexión sobre algunos asuntos que suelen salir en las típicas comidas de familia y reuniones donde se habla de “qué tal te va el trabajo”. Así que recurriré a la “folk economics”. Mi intención es plantear algunas preguntas y generar una conversación, para así aprovechar la “división del conocimiento disperso”.

A modo de disclaimer, mi conocimiento sobre el mercado laboral español, on the ground, es extremadamente limitado, además de parcial, y se basa en algunos casos anecdóticos. Por ello si hago generalizaciones, no las toméis como tales.

No me voy a referir a la situación ACTUAL, con sus características particulares que perviven de hace tiempo.

En el mercado de trabajo (empezamos bien, tal cosa no existe, sino que son múltiples los mercados de trabajo que existen) suele existir un principio bastante generalizado: la percepción del trabajador de que cuando tiene problemas (cobra un salario bajo, malas condiciones, malos horarios…) éstos se deben al empresario o al jefe. Quizás es la reacción más fácil, e intuitiva: echar las culpas (no digo esto peyorativamente) a quien tienes más cerca y que es el responsable último de tu labor.

Mucho más fácil esta reacción que rastrear en los incentivos que pueden mover a ese empresario a comportarse de una determinada manera. Este rastreo es (mejor dicho, debe de ser, porque no lo conozco de primera mano) enormemente costoso y pesado. Consistiría en leerte y estudiarte los detalles de toda la legislación y regulaciones concernientes a los mercados de trabajo en general, pero al mercado en el que tú participas en particular. Significaría analizar el sistema fiscal, con sus incentivos (a veces perversos) para hacer una cosa y no la otra. Etcétera, etcétera. La gran mayoría conoceréis mucho mejor que yo todo este laborioso proceso. La maraña de regulaciones es tal que resulta mucho más sencillo mirar al empresario.

Y es que a primera vista el empresario puede tener la responsabilidad, pero si escarbas en esos detalles institucionales, puede que sea más responsabilidad de esas regulaciones y legislaciones. Con esto no digo que existan empresarios ca****** que tratan de aprovecharse del trabajador, que por supuesto los habrá, como hay personas de estas en todos los ámbitos.

Estos puntos los señalaba Henry Hazlitt en un excelente artículo, “The Task Confronting Libertarians” (de finales de los ’60, pero de rabiosa actualidad):

how can the individual economist, student of government, journalist, or anyone interested in defending or preserving liberty, hope to keep abreast of this Niagara of decisions, regulations, and administrative laws?

Lo que se enseña acerca del buen funcionamiento del mercado laboral (competitivo), con su oferta y su demanda, los salarios que se ajustan a la productividad marginal de los trabajadores, etc. es muy bonito, pero la gente me da que se lo toma a broma. Existe el problema de que se asocia el mercado laboral actual como si fuera uno de libre mercado, cercano a ese “ideal”. Pero la realidad es muy diferente, principalmente debido a todo el lastre y obstáculos que introduce el estado con sus regulaciones. En el caso español no creo que haya muchas dudas de ello: véase este artículo de análisis sobre la regulación laboral española.

No obstante, se seguirá culpando a los empresarios en buena parte de los casos. En parte y en algunos casos imagino que no les faltará razón, (por su propia actuación, pero quizás sobre todo) dado el contacto y relaciones mutuamente provechosas que existen entre gobiernos y empresarios. También lo señala Hazlitt:

Libertarians are learning to their sorrow that big businessmen cannot necessarily be relied upon to be their allies in the battle against extension of governmental encroachments. The reasons are many. Sometimes businessmen will advocate tariffs, import quotas, subsidies, and restrictions of competition, because they think, rightly or wrongly, that these government interventions will be in their personal interest, or in the interest of their companies, and are not concerned whether or not they may be at the expense of the general public.

Más de una persona, con algo más de conocimiento que yo sobre este tema, me han dicho que en España no hay realmente un mercado, sino que la cosa funciona principalmente a través de amigos, contactos, y supongo que  de políticos también.

La tasa de paro joven en España es muy considerable (y la del no joven también), bastante más alta que en otros países de nuestro entorno. Los salarios en general tampoco son ninguna maravilla, que yo sepa. Un licenciado en ingeniería con varios años de experiencia laboral y varios años de trabajo en una misma empresa puede estar cobrando poco más de 1000 € limpios. Y esta misma persona puede tener cierta responsabilidad en la empresa, teniendo que hacer tareas (defender a la empresa ante clientes, proveedores, directivos de otras compañías…) y meter unas horas que normalmente suele hacer personas con salarios mucho más altos. Además, los horarios se pueden alargar una hora o un par de horas de lo pactado, sin contar con que luego se debe llevar trabajo a casa. Lo curioso es que este salario se puede mantener constante a lo largo de un par de años, siendo que las tareas en este periodo han cambiado considerablemente, habiendo aumentado su empeño, número y variedad de tareas, y responsabilidad.

¿Por qué pasa esto? Puede haber muchas causas… que el empresario no te valore lo que tú crees que vales, y no le importe demasiado que te quieras marchar a otro lugar, que piense que te vas a quedar en la empresa aunque se estiren un poco las cuerdas, que sepan que aun con un salario reducido vas a trabajar duro, que realmente no se entere y no fluya la información como debería fluir entre trabajador y empresario (para saber que el primero no está motivado..)… pero otras causas pueden estar en el entorno institucional de regulaciones y legislaciones que rodean al mercado laboral español que generan muchísimos problemas, falta de competencia y por tanto de alternativas, rigideces muy elevadas….

Y aquí aparece la vía de escape: las oposiciones y el funcionariado. No es ningún secreto que nuestra sociedad no se caracteriza precisamente por ser una sociedad de emprendedores. Pocos ven la vía de crearse su propia empresa como la alternativa a vivir de asalariado. (Cabe preguntarse por qué es esto. Bien pueden existir causas culturales y demás. Pero no dudo que la pesada burocracia, excesiva rigidez en muchos aspectos y demás, tiene un importante papel. Miren esto). Por tanto, ¿qué es lo que queda? La vía de entrar a formar parte del funcionariado español, previo estudio y examen de las oposiciones. Consigues, en términos generales, un trabajo no demasiado incómodo, estable, con sueldos que no están mal (¿cómo puede ser que un auxiliar administrativo cobre sueldos mayores a los del ingeniero del que hablaba antes?), un horario que te permite hacer otras cosas: por ejemplo, estudiar para las siguientes oposiciones y así escalar.

Es muy triste, pero me temo que en la percepción de bastantes jóvenes, la vía del funcionariado es la mejor alternativa. Respondemos a los incentivos –además de guiarnos por ciertos valores y principios (que a veces no son más que papel mojado. ¿Realmente la ética es el piloto automático que guía el comportamiento de la gente?)–, y estos incentivos en España no apuntan a dedicarte a generar riqueza en el sector privado. Esta tendencia se ve confirmada por una noticia que decía que

Más de la mitad de los parados que hay en España se plantean presentarse a unas oposiciones para ser funcionarios, una tendencia que es mayor en el caso de gente joven, mientras que sólo un tercio de ellos barajan seriamente montar su propio negocio.

Lorenzo Ramírez en una columna para LD, ¡Mamá, quiero ser funcionario!, describe sarcásticamente a este sector de jóvenes que buscan entrar al funcionariado.

No se crean que los recién licenciados están deseosos de asistir a sus conciudadanos en la lucha diaria que mantienen contra la burocracia, ni siquiera pretenden curar enfermedades, perseguir delincuentes, apagar fuegos o dedicarse a cualquier otra actividad de servicio público. Lo único que persiguen es trabajar lo menos posible, tener un puesto asegurado y “desconectar” cuando salgan del trabajo, para ir a un bar a tomarse unas cañas, echarse la siesta o ver un partido de Champions.

Bueno, no dudo que haya parte de este ‘sector’ de jóvenes que sea así (no voy a ser yo quien defienda la holgazanería, falta de compromiso por el trabajo, responsabilidad individual…). Pero me parece una simplificación un poco burda y que en algunos casos no se acerca apenas a la realidad. Además, tampoco tiene demasiado en consideración lo que he comentado más arriba. (Las generalizaciones y simplificaciones en torno a los funcionarios, si bien pueden tener gran parte de verdad confirmada y re-confirmada por muchas experiencias, creo que en ocasiones son simplificaciones algo burdas. Cuando entré de estudiante en la Universidad me imaginaba que el profesorado estaría lleno de este estereotipo de funcionarios vagos e incompetentes. Pero lo cierto es que la realidad (al menos tal y como yo la he percibido) me ha dado más que una sorpresa).

Y esto enlaza con el post sobre ser liberal y funcionario, ¡al mismo tiempo!, donde me hacía eco de un artículo de Don Boudreaux. Que esto sea un camino sostenible a largo plazo para el conjunto del país es cuestionable. Al fin y al cabo, si no se genera riqueza a través del mercado libre, ¿quién lo hará?

P.S. Un buen complemento de toda esta reflexión pueden ser los artículos de Rallo en relación a las ideas de Kiyosaki y otros sobre finanzas personales (p.ej. véase el último) o al tema de la sociedad de propietarios.

P.S. 2: Agradeceré mucho si alguien conoce casos como el que he contado, si conocéis las causas de que cosas como ésas pasen, y si esas cosas son normales o no, o si podéis dar opiniones más informadas que la mía… etc. etc. Vuelvo a lo de aprovechar la división del conocimiento.

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