Ni una semana duró la alegría... a los optimistas incautos
Tan solo unos días ha durado el optimismo en torno a la crisis de la Eurozona tras lo pactado el miércoles de madrugada por los mandamases de Europa. Se las prometían muy felices, pero el anuncio de referendum de Papandreu en Grecia le ha dado la vuelta a la tortilla, y ha puesto de manifiesto la extrema fragilidad sobre la que se basan los acuerdos.
La reacción inmediata de los mercados y de la mayoría de analistas ante el acuerdo de la semana pasada fue casi eufórica. Las bolsas se dispararon el jueves y buena parte de analistas vio en ese acuerdo el necesario y tan ansiado pacto para salvar el euro. En una conferencia con varias gestoras de fondos el mismo jueves, el entusiasmo era generalizado. José Ramón Iturriaga, de Abante Asesores, sostuvo que el pacto alcanzado marcaba un punto de inflexión en la gestión de la crisis de la Eurozona: por fin se habla con una sola voz desde Europa, por fin se alcanza un acuerdo que será efectivo para solventar los problemas desde sus diversos frentes.
Desde este enfoque, parece que el problema básico de la situación era la falta de liderazgo político y unidad entre los líderes europeos. Así pues, una vez se pusieron de acuerdo, el asunto parecía más o menos solventado. De esta forma lo interpretaron los mercados bursátiles, que se dispararon en torno al 5% el jueves, en una de las sobrerreacciones a las que tan acostumbrados nos tienen. Al día siguiente, sin embargo, las bolsas estuvieron relativamente planas.
Pero hete aquí que nos sale el dichoso Papandreu pidiendo un referendum para preguntar a sus ciudadanos si aceptan o no las condiciones del nuevo rescate, que supondrán mayores ajustes para la población griega. Y el anuncio pone todo del revés, estalla una crisis de emergencia, las bolsas se desploman, las primas de riesgo vuelven a subir… y todo parece como antes o peor. Se vuelve a temer por una quiebra desordenada de Grecia.
En fin, que lo que pasó ayer echa por tierra el sobreoptimismo de muchos analistas que daban el tema por zanjado. Probablemente digan que lo del referendum ha sido algo totalmente imprevisible con lo que no se contaba, un shock exógeno sin el cual todo habría salido de maravilla. No lo sabremos con total certeza, pero sí sabemos que los cimientos del pacto estaban hechos de barro.
Mientras unos lanzaban las campanas al vuelo, otros se mostraban muy escépticos respecto a la supuesta solución brindada por la UE. En el programa de radio del viernes del Colectivo Burbuja coincidimos en que los acuerdos eran una nueva huida hacia adelante y señalamos las dificultades prácticas de implementación. Asimismo, un tiempo atrás argumentaba cómo los problemas de la zona euro, en concreto de algunos países, no eran principalmente de liderazgo político ni de liquidez (cuyas soluciones podrían pasar por acuerdos y rescates puntuales), sino problemas institucionales y de estructura económica de calado, cuyas soluciones deben pasar por cambios profundos –o al menos por promesas creíbles de esos cambios.
Y en esas estamos…