Enlazo dos artículos en LD que publiqué hace ya días, pero que todavía no había puesto por aquí.
Reino Unido prepara el lecho de muerte del pensamiento keynesiano.
Comento un artículo publicado en Bloomberg con esta misma tesis. Habla de que aun habiendo aplicado las recetas keynesianas el gobierno británico, los resultados están siendo muy pobres, lo que causará el desprestigio de la teoría keynesiana. Un diagnóstico demasiado optimista en mi opinión. Cuando UK se recupere, bien podrán decir los keynesianos que ha sido debido a sus estímulos, y que sin éstos la recuperación se hubiera retrasado mucho. Me parece que hay keynesianismo para rato.
En la actual situación de crisis severa de algunas economías desarrolladas, como la de España, es frecuente escuchar y leer a los economistas hablar del gasto y el déficit público de la siguiente manera: “Tenemos un preocupante nivel de déficit público que ha crecido espectacularmente en muy poco tiempo. Pero al mismo tiempo, no nos podemos permitir mayores caídas en la actividad económica, ni en el empleo, por lo que las reducciones de gasto público son peligrosas”.
Matthew Lynn concluye que lo que se necesita es “un cambio total de dirección. Poner el déficit bajo control. Subir los tipos de interés para restaurar la confianza en la libra, y recompensar el ahorro. Recortar impuestos para estimular la iniciativa privada y la inversión”. Y es que, “un país no puede arreglar lo que en su raíz era un problema de demasiada deuda simplemente mediante pidiendo prestado cada vez más”.
Como hemos repetido más de una vez, una crisis de deuda no se resuelve con más deuda. Ése solo es el camino adecuado si se quiere empeorar las cosas tratando de retrasar en el tiempo las consecuencias de los errores pasados. Pero estos errores no se curan mediante estímulos y deuda adicionales. Para ello, se requiere dejar al libre mercado que los corrija, mediante un proceso tan doloroso como necesario.
La política Obama presagia una década perdida para EEUU (por la incertidumbre de régimen)
Comento aquí un artículo de Robert Higgs (supongo que conocido ya por los lectores del blog). Se duda sobre la recuperación inminente, se dan datos del desplome en la inversión que todavía no se ha recuperado (es la inversión lo que se ha desplomado, no el consumo), se habla de la expansión del sector público en tiempos de crisis, y de la “incertidumbre de régimen” (concepto elaborado por Higgs) que la política de Obama puede generar sobre el sector privado. Como suele decir Roger Koppl, “Keynesian policies can create a Keynesian economy” (con una incertidumbre rampante, rigideces por todas partes…).
lo que Higgs ha estudiado es lo que puede suceder cuando, en contexto de recesión económica, el gobierno se propone intervenir masiva y desorganizadamente en la economía y el orden social. Dado que los agentes perciben las actuaciones gubernamentales como inciertas, las condiciones futuras del marco institucional en el que se desarrolla la actividad económica, y que dependen parcialmente de éstas, también lo serán. Piensen, por ejemplo, en las incertidumbres y contradicciones en las que la administración Zapatero está incurriendo en materia de política económica, tanto que pocos saben qué es lo que realmente se va a hacer, lo que indudablemente, perjudica a los agentes privados que tratan de tomar decisiones.
¿Y a qué se debe en la actualidad esta incertidumbre de régimen en Estados Unidos? Higgs señala varias causas: los posibles nuevos impuestos que se pueden introducir, la revisión de las características de los impuestos ya existentes; las grandes cargas potenciales sobre los negocios que puede suponer la introducción de nuevas regulaciones medioambientales y energéticas, además de la incierta y ambiciosa reforma sanitaria que se está discutiendo; o la nueva supervisión y marco regulatorio gubernamental que puede introducirse para evitar los riesgos sistémicos y reformar el sistema financiero americano.
Otros que podrían añadirse se refieren a qué hará el gobierno de Obama en relación al estímulo público, si lo mantendrá intacto, si lo incrementará, o si lo reducirá gradualmente. De todas estas inciertas decisiones gubernamentales dependerá la rentabilidad futura que los negocios podrían obtener de sus inversiones.