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Procesos de aprendizaje

La crisis que tiene en vilo a los españoles

Reproduzco a continuación una entrevista que me hicieron para el medio financiero de Colombia, Dinero.com, uno de los más importantes del país en su categoría (según me han contado). Nota: aunque se menciona el tema de los recientes escándalos de corrupción, la entrevista se me hizo antes de que saltaran a la palestra, por eso no hay menciones a ello.

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Las recientes acusaciones de corrupción contra el presidente de España, Mariano Rajoy, las medidas adoptadas por su Gobierno y la crisis que se presenta han generado un ambiente pesimista en el país. Dinero.com habló con experto sobre el tema.

Ángel Martín Oro es director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (IJM), entidad dedicada a la investigación de los asuntos públicos y que, para no perder la independencia en sus estudios, no acepta subvenciones o ayudas de ningún gobierno o partido político.

Es autor y co-autor de informes y artículos publicados en medios dentro de los que se destaca el Wall Street Journal o el Cato Institute.

Martín Oro, quien rechaza las medidas económicas tomadas por el gobierno de España, habló para Dinero.com sobre la crisis que se presenta en ese país.

Se siente un pesimismo terrible en la sociedad española ¿Qué opinión tiene de la crisis española?

Efectivamente, el pesimismo es muy elevado, y con razón. Si la situación presente ya es muy mala –crítica para muchísima gente-, las perspectivas de los próximos años no ayudan para levantar el ánimo.

Tras ver cómo se han incumplido todas las previsiones de ambos gobiernos de que la crisis ya estaba a punto de acabar, la desazón es inevitable. Además, las medidas llevadas a cabo no parecen estar generando los efectos positivos deseados, mientras que sí se han dejado notar negativamente en los ciudadanos, a través de mayores impuestos y menores salarios en el caso de los empleados públicos.

¿Cuáles son las verdaderas causas de la crisis?

Para explicar la presente situación, hay que retrotraerse al periodo de expansión, desde al menos principios de la década anterior. En concreto, como lo expone didácticamente Juan Ramón Rallo, se crearon tres burbujas interrelacionadas.

La primera fue la burbuja financiera o de crédito, posibilitada por la laxa política monetaria del Banco Central Europeo, que alimentó una burbuja en la producción, con efectos distorsionadores sobre la estructura productiva: inflando desproporcionadamente unos sectores –como el real estate- a costa de otros –industria exportadora-. Este crecimiento coyuntural del PIB, a su vez, disparó los ingresos públicos, que fueron utilizados para expandir notablemente el gasto público.

Una vez que la burbuja inmobiliaria y de crédito pincharon, la actividad y el empleo se contrajeron fuertemente, y con ello los ingresos públicos, abriendo una brecha importante en el sector público, que es lo que a duras penas, y de forma muy torpe, se está tratando de cerrar hoy.

Esa burbuja, ¿era síntoma de que España vivía por encima de sus posibilidades?

En base a lo expuesto arriba, así es. Buena parte del crecimiento fue financiado con deuda (exterior), es decir, trayendo al presente recursos que se producirían en el futuro, con la expectativa de que éstos últimos se iban a crear a una velocidad suficientemente rápida como para ir repagando las deudas sin problemas.

Pero estas expectativas, como ha manifestado la crisis, eran excesivamente optimistas. Por ejemplo, mucha gente obtuvo hipotecas para adquirir una vivienda, con la expectativa de que mantendrían su empleo. Pero esto no fue así, y ahora tenemos un gran problema con la mora bancaria y las ejecuciones hipotecarias.

¿Qué nota pone al gobierno de Mariano Rajoy y concretamente a la gestión de la crisis hecha por Montoro y De Guindos?

Un suspenso, cercano al 4 sobre 10. Desde el primer momento incumplieron una de las máximas de su campaña con un aumento desnortado de los impuestos sobre la renta del trabajo y del ahorro, liderado por el nefasto Ministro Montoro. Más tarde optaron por subir el impuesto sobre el consumo y sobre sociedades, además de castigar fiscalmente las ganancias de capitales de corto plazo.

Así, están cargando el necesario ajuste fiscal en empresas y familias, cuando éstas ya están excesivamente castigadas. En su lugar, el recorte de gastos ha sido tímido, manteniendo una estructura del sector público sobredimensionada, equivocando las prioridades del ajuste. No obstante, ha habido más medidas aparte de las que tocan a las finanzas públicas.

¿Qué medidas han sido acertadas?

Por el lado menos malo está la reforma laboral, que supone un paso en la buena dirección hacia una mayor flexibilización, cuyos efectos positivos, no obstante, todavía son difíciles de ver. También podríamos mencionar la reforma del sector financiero, que aunque incompleta y muy mejorable, al menos está avanzando hacia la reestructuración del sector, cuestión clave para la recuperación económica.

Rajoy ha reconocido que en el 2013 habrá nuevas medidas difíciles ¿Se refiere al rescate?

Parecía que era inminente que Rajoy pidiera el rescate. Así lo han venido diciendo analistas y gestoras de fondos. Los intereses todavía siguen siendo muy elevados, lo que supone un coste notable para el contribuyente español. La expectativa de que Rajoy se acogerá al rescate sigue latente.

¿Está a favor del rescate?

De gestionarse bien –un supuesto difícil de cumplirse dada la calidad de los políticos tanto en la Unión Europea como en España-, el rescate puede ser relativamente positivo, en el sentido de que obligaría, a través de la condicionalidad, a Rajoy a implementar un ajuste del gasto público de verdad, a cambio de conseguir una rebaja en los tipos de interés de la deuda.

¿Qué papel ha jugado la banca en la crisis? ¿Cuál ha sido su verdadero pecado?

Ha jugado un papel importante como el vehículo de generación de la burbuja de crédito. Pero aquí la culpa hay que repartirla, y dirigirla también –quizá principalmente- a quien posibilitó y espoleó a que los bancos expandieran el crédito a tasas tan elevadas: el Banco Central Europeo. Tampoco podemos dejar sin culpa al aparato político, responsable (al menos, parcialmente) de la toma de decisiones de una parte de las entidades financieras del país (las cajas).

Además, debe señalarse la mala praxis de una parte considerable del sistema bancario español, cuyo ejemplo paradigmático se ve en la concesión de las participaciones preferentes.

Pero los bancos serios y no politizados no necesitan rescate… ¿No cree que es la prueba de que no es la banca sino la política, que se mete en la banca, la principal responsable?

La política española ha tenido un papel negativo en el comportamiento del sistema bancario español, a través de las cajas de ahorro. Es cierto que, cuando se habla del comportamiento de la banca española, hay que distinguir entre los bancos y las cajas. Estas últimas entidades, en las que se sentaban muchos políticos en los Consejos de Administración, han sido las que más activos inmobiliarios de mala calidad concedieron. Las que, con diferencia y en términos generales, peor se han comportado –si bien es verdad que los bancos privados también se han visto en problemas y necesidad de recapitalización.

Algunos sostienen que se viene lo peor en el 2013, ¿Qué podría ser?

Simplemente con que las cosas no mejoren en términos de actividad y empleo ya sería dramático, dado que existe gran cantidad de familias y empresas que viven al límite o en situación de extrema necesidad. Además, el margen de maniobra del gobierno para hacer de colchón ante aquellos verdaderamente necesitados, es mínimo.

Las perspectivas desgraciadamente no son de estancamiento, sino de una adicional contracción en 2013.

¿Cataluña se independizará? ¿Qué consecuencias traería?

Me parece difícil de prever, aunque en los últimos tiempos se ha avanzado mucho en la dirección de la independencia. Las últimas elecciones en Cataluña han mostrado que una mayoría de los catalanes defiende posturas independentistas.

Uno de los efectos que todo este tema tiene es el de generar mayor incertidumbre, algo poco deseable tanto para los empresarios como inversores internacionales. Sería un shock cuyas consecuencias no son fáciles de vislumbrar, en parte porque sería un acontecimiento nuevo y el proceso de transición está rodeado de incertidumbres. ¿Cómo respondería la Unión Europea ante la independencia? ¿Y el gobierno español? ¿Se aplicarían medidas restrictivas sobre el comercio y el movimiento de capitales?

La clave del asunto es: ¿Independencia para qué? Si fuera para generar un marco institucional sólido y favorable a la libre empresa, mejorando las taras que plagan España, podría tener, al menos a largo plazo, efectos positivos. Pero con toda seguridad me parece que ése no es el camino que se seguiría. Por lo que, personalmente, soy escéptico respecto a que la independencia fuera a ser positiva en términos económicos.

Pablo Álamo
Corresponsal en España

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