El Instituto Mises de Barcelona ha publicado una entrada en su blog donde tres de sus miembros, yo incluído, nos expresamos respecto a los últimos acontecimientos de los indignados, con referencia particular a lo ocurrido delante del Parlamento catalán. Copio mis tres párrafos. Por supuesto que pueden añadirse matices, esto es simplemente un esbozo.
La clase política y la situación de profunda crisis económica que vivimos (la segunda muy relacionada con la primera), proporcionan razones de peso para la indignación social. Sin embargo, la comprensible y -hasta cierto punto- sana indignación debe gestionarse bien y canalizarse en la buena dirección. Ello no solo requiere un buen diagnóstico de nuestros problemas -del que, en mi opinión, los movimientos de los “indignados” carecen, a la luz de sus soluciones planteadas-, sino también unas formas y procedimientos correctos. Este segundo requisito tampoco se ha cumplido, con las acampadas en Sol y en las principales plazas de la geografía española, y todos los problemas que ellas han originado -siendo los perjuicios a los comerciantes de Sol los más visibles-. Se escudan en que son no-violentos, pero uno puede ser no-violento y al mismo tiempo violar los derechos de los demás.
Sin embargo, el hecho más grave hasta la fecha de todas estas revueltas ha sido el intento de bloquear las actividades del Parlamento catalán, insultando e increpando a los parlamentarios. Este tipo de actos no deberían permitirse. Pero ya se sabe, cuando uno hace dejación de responsabilidades en un principio, conforme pasa el tiempo las cosas se ponen cada vez más difíciles, y lo que en un primer momento era un problema ligero, se convierte en un verdadero dolor de cabeza que puede poner en jaque el funcionamiento de las instituciones democráticas.
Estas palabras, no obstante, no significan que el sistema político e institucional actual esté falto de problemas, ni que los políticos españoles no se merezcan un verdadero rapapolvo. Pero hay formas y formas de tratar de poner solución a estos problemas. La que han elegido no es, desde luego, la más adecuada.