En The Use of Knowledge in Society, traducción aquí. Así acaba uno de sus más famosos ensayos, publicado en la American Economic Review en 1945. Este fragmento hace referencia a la crítica que hace Hayek a Schumpeter cuando defendía la posibilidad de la existencia de un cálculo económico racional en ausencia de mercados:
hay algo fundamentalmente incorrecto en un enfoque que habitualmente no toma en cuenta una parte esencial de los fenómenos que tenemos que tratar: la inevitable imperfección del conocimiento humano y la consiguiente necesidad de un proceso mediante el cual el conocimiento sea constantemente comunicado y adquirido. Cualquier enfoque, tal como el de gran parte de la economía matemática con sus ecuaciones simultáneas, que efectivamente parte del supuesto de que el conocimiento de las personas corresponde a los hechos objetivos de la situación, deja sistemáticamente afuera nuestra principal tarea. Estoy lejos de negar que nuestro sistema de análisis de equilibrio tenga una función útil que desempeñar. Pero cuando llega al punto en que desorienta a algunos de nuestros pensadores más destacados haciéndolos creer que la situación que describe tiene directa relación con la solución de los problemas prácticos, es tiempo de recordar que ese método no se ocupa del proceso social en absoluto y que no es más que un útil prolegómeno al estudio del problema principal.
Interesantísimo la relación que Hayek establece entre estas cuestiones del problema económico y el conocimiento, y cuestiones metodológicas:
A pesar de que el problema que quiero tratar principalmente en este documento es el de la organización económica racional, me referiré frecuentemente a sus estrechas relaciones con ciertos problemas metodológicos. … Me parece que muchos de los debates actuales sobre la teoría y la política económica tienen su origen común en una mala interpretación de la naturaleza del problema económico de la sociedad. A su vez, esta mala interpretación se debe a una transferencia equivocada a los fenómenos sociales de los hábitos de pensamiento que hemos desarrollado al ocuparnos de los fenómenos de la naturaleza.