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Procesos de aprendizaje

¿Es rentable la honestidad?

Por supuesto, lo ideal sería mantener la honestidad independientemente de los resultados que ésta pueda acarrear. Pero como economista, los incentivos importan, y si ser honesto da malos resultados, probablemente encontraremos personas menos honestas.

Esta cuestión me ha rondado la cabeza en muchas ocasiones. ¿Son las empresas que se comportan de forma honesta las que tienen mejores resultados? ¿Son las personas honestas las que consiguen mayores éxitos profesionales?

Un tema abierto y complicado en mi opinión. Quizá debamos distinguir entre el corto y el largo plazo, como sucede con el mundo de las inversiones y el análisis fundamental: a corto plazo te puede ir mal, pero si inviertes en empresas sólidas con alto potencial, en el largo plazo hay una fuerte probabilidad de que obtengas buena rentabilidad. Siempre hay excepciones, sin embargo.

Un caso de compatibilidad entre honestidad y buenos resultados parece ser el de Branch Banking & Trust Company (BB&T), un gran banco americano que (al menos hasta junio de 2010) solventó bien la crisis financiera. Este tema lo comenté en estos dos posts: uno y dos. Pero tuvo que resistir la tentación de pingües beneficios de sus competidores durante la época de burbuja (y luego ver cómo éstos eran rescatados…). El CEO del banco afirmaba lo siguiente:

Creo firmemente en que unos sólidos principios son la clave del éxito y la felicidad personal. Hay muchas tentaciones en el corto plazo en un negocio, como sucede a todos los mortales; pero si desarrollas tu actividad basado en unos principios sólidos, eso te recompensará en el largo plazo. Esta creo es la explicación de por qué BB&T no ha tenido los mismos problemas que han tenido otras instituciones financieras en EEUU, por nuestros principios [...] Siempre digo a los empleados que nunca nunca hagan nada malo hacia sus clientes, incluso aunque eso te pueda dar un beneficio en el corto plazo, porque en el largo siempre volverá contra ti. [...] Esto nos ayudó a sortear los problemas en la crisis financiera, porque evitamos hacer los malos préstamos subprime, porque sabíamos que eso iba a ser malo para nuestros clientes.

Pero seguramente a otras entidades que no fueron tan honestas, que trataron de metérsela doblada a sus clientes deshaciéndose de productos complejos tipo patata caliente, no les ha ido muy mal, en parte (total o parcial) por las políticas aplicadas desde las autoridades.

En otro contexto, probablemente todos conocemos personas que por su adhesión más firme (en relación a otros) a unos principios determinados como la honestidad, han tenido problemas en sus puestos de trabajo. Quizá esto se da especialmente en cargos de comercial. Por supuesto no estoy generalizando en absoluto, pero casos existen. Personas que ven cómo sus colegas tienen más éxito que ellos en su actividad precisamente porque utilizan la técnica del engaño con mucha mayor facilidad. ¿Que a largo plazo el tiempo pondrá a estas personas en su lugar? Posiblemente.

Pero en realidad, lo que me ha re-suscitado esta reflexión es el caso de William Easterly con el Banco Mundial. Lo cuenta en esta fantástica entrevista. En este caso, la honestidad intelectual de Easterly le dio muchos problemas con este organismo, hasta el punto de que se tuvo que marchar. El “pecado” de este gran economista fue contar en público las conclusiones de su investigación, y éstas eran que las evidencias apuntaban que la ayuda externa no había funcionado según lo que se podía esperar para aliviar la pobreza. No gustó al Banco Mundial, que le abrió un expediente por incumplir reglas internas que Easterly nunca supo cuáles eran.

A defining moment for me was when I unintentionally blundered into a confrontation with my employer, the World Bank. It’s exactly ten years ago today. This got so bad that it surfaced in a story in The New York Times, which you can Google if you’re interested in the gory details.

Basically, I unintentionally made the mistake of sticking to that ideal I just told you about, of being too honest. I was doing some research on aid and finding that it had not worked anywhere near up to expectations. In fact, we had very little sign that it was working at all in creating economic growth, according to the best available evidence.

I don’t know why, but that conclusion wasn’t real popular with my bosses at the World Bank. They seemed to lose their sympathy for the scientific method at that point. They told me I could not give my conclusions in public, basically; that’s what they told me.

Again, I just blundered into this, out of some kind of unconscious stubbornness that comes from my perverse cultural upbringing. I just refused to give in. And I just kept stating what I believed and had found in my research, in public, in op-eds and discussions with journalists, and in the book that came out at that time. It was called The Elusive Quest for Growth.

I just couldn’t back down. There was just something about it, that I couldn’t back down. I didn’t particularly feel heroic. I just could not live with myself, if I backed down in that moment and said something different than what the research said.

So I said what the research said. So they helped me transform my career into being an academic at NYU, where you are allowed to say what you find in your research. They gently eased me out of the World Bank, with a gentle hand.

La honestidad le jugó una mala pasada a Easterly. Pero en el largo plazo ha ganado un gran prestigio precisamente por su “integridad moral” y coherencia, además como uno de los economistas más valorados en la economía del desarrollo. Un caso interesante cuanto menos.

A renglón seguido, Easterly reflexiona sobre el tema de este post, aunque desde una perspectiva diferente… que daría para otro post (o muchos más):

for the most part in this society, one of the drivers of our success and prosperity is that we have values like honesty. And also that we respect each other’s individual rights and treat each other as equals. These are ideals that we never perfectly attain. But these have huge economic payoffs, because that’s what makes us to be able to engage in contracts without cheating each other, and realize all kinds of possible gains from trade.

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