De premios a la excelencia investigadora y críticas razonables
Desde el blog Nada es Gratis (NeG) comentan acerca del reciente premio Julián Marías de la Comunidad de Madrid al mejor investigador menor de 40 años en Ciencias y Humanidades, centrándose en este último. Probablemente los lectores de este blog sepan que en la categoría de Humanidades el premiado fue Juan Ramón Rallo.
La entrada de NeG está firmada por sus miembros más destacados: Javier Andrés, Samuel Bentolila, Antonio Cabrales, Luis Garicano, Jesús Fernández-Villaverde y Tano Santos. Allí, tras repasar la trayectoria de Rallo (en la que destacan que solo haya publicado un artículo en una revista científica, además de su obra divulgadora), señalan que el premio no se ajusta con lo que se detalla en las bases de la convocatoria, en las que, por ejemplo se dice:
Las propuestas, razonadas, deberán contemplar a candidatos con una trayectoria de calidad científica desarrollada y con proyección de futuro.
Premio que se otorga, según las bases:
con el fin de reconocer la calidad y excelencia del trabajo científico y de investigación desarrollado en los inicios de su carrera investigadora
Para los miembros de Nada es Gratis:
desde una perspectiva científica no cabe ninguna duda de que, de momento, el galardonado no ha demostrado ninguna “calidad ni excelencia en el trabajo científico y de investigación”, simplemente porque aún no ha realizado ninguna investigación reseñable.
Como bien apuntan, no critican “a la persona (de Rallo), ni su opinion, ni su tarea divulgadora –realmente prolífica-”, sino lo que critican es la decisión de la Comunidad de Madrid en la concesión del premio:
al darle un premio por su trayectoria científica, corremos el riesgo de transmitir a los jóvenes investigadores una imagen equivocada de en qué consiste la carrera investigadora en Humanidades y Ciencias Sociales, en contraste con lo que sería una carrera investigadora en otras Ciencias.
Tras el post, varios comentaristas han mostrado su indignación respecto a la decisión. Tanto el premio en sí mismo (¿deberían existir premios así concedidos con dinero público? ¿cómo deberían gestionarse? ¿cuál es su influencia política?…) como la crítica de Nada es Gratis, suscitan numerosas cuestiones de interés. Me centraré solo en algunas respecto al segundo punto, y dejo de lado el tema de la existencia de este tipo de premios.
En primer lugar, el comentario de NeG me parece totalmente razonable. No hay mucho que añadir en esto. La calidad de una trayectoria científica de investigación en el mundo académico, nos guste o no, se rige por el número y la calidad de las publicaciones en revistas científicas (reconocidas así por el resto de la profesión). El premio Julián Marías premia exactamente esto, en teoría. Dado que la trayectoria de Rallo no se destaca por estos méritos, la crítica de los economistas de FEDEA es perfectamente razonable. (Repito, la crítica no es al premiado, sino a la decisión de la concesión del premio. Al fin y al cabo, es una crítica a una política pública, algo que hacemos constantemente…).
Probablemente haya quienes piensen que la crítica de NeG se debe a que Rallo sea un economista austriaco. (Es conocida la opinión negativa de Jesús Fernández-Villaverde, uno de los firmantes, acerca de esta corriente). Pero esto no tiene nada que ver. Pregunto: ¿qué diríamos/dirían si en lugar de ser la Comunidad de Madrid quien le da el premio a Rallo, hubiera sido un gobierno de izquierdas que le da el premio a un célebre socialista, con gran trayectoria divulgadora pero sin publicaciones académicas sólidas? Seguramente hubiéramos/hubieran hecho una crítica encendida contra el premio y el gobierno de izquierdas que lo hubiera otorgado.
Algunos prefieren escudarse en el victimismo, otros se dedican a aceptar las reglas del juego académico e intentar hacerlo lo mejor que se puede para publicar en revistas de impacto, o para estar bien considerado por los colegas de profesión, pese a las diferencias ideológicas, metodológicas etc. que caracterizan a los austriacos respecto al “mainstream”. Peter Boettke en George Mason University ha “producido” varios de estos perfiles: Peter Leeson, Chris Coyne o Claudia Williamson se me vienen ahora a la cabeza.
(Nota: ojo, no digo que el sistema de publicaciones y demás no ponga las cosas más difíciles a quienes no comparten la línea dominante. Además de que probablemente los ejemplos que pongo de EEUU no sean directamente extrapolables al caso español).
Esto lo escribe alguien (yo, quiero decir) que admira las investigaciones de Rallo (plasmadas en su tesis doctoral, los boletines del Observatorio de Coyuntura del IJM o, más recientemente, su libro contra la Teoría General de Keynes), que siente que los economistas austriacos tienen cosas que aportar, y que está comenzando su tesis doctoral (compaginando esta actividad con la divulgadora) en una universidad y bajo la supervisión de dos tutores que nada tienen que ver con los pocos austriacos que hay en España.
En este punto me gustaría destacar que otros economistas no-austriacos y seguidores “del Romer”, como Kantor, hayan alabado la trayectoria investigadora y contribuciones de Rallo, en materia de teoría del capital, economía monetaria y teoría de los ciclos.
Así, puede deducirse de lo que digo que hacer interesantes contribuciones a una disciplina (la economía, por cautela no generalizo a otras) no siempre tiene que correlacionarse con publicaciones en revistas científicas. Ello suscita cuestiones acerca de cuáles deberían ser los objetivos de los economistas investigadores y la ciencia económica, cómo se mide la calidad investigadora, la existencia o no de lagunas importantes dentro de la economía mainstream, etc. etc.
Pero volviendo al tema y cerrando… Pablo Suanzes resumió esta cuestión a la perfección (haciendo que el rollo anterior mío pudiera parecer inútil), y con eso termino:
Las aportaciones fuera de la academia son muy necesarias e interesantísimas. Pero si das un premio académico, tienes que jugar con las reglas académicas.
Actualización, matización importante: Me comentan que quizá nos estemos centrando demasiado en las publicaciones en revistas científicas. Si bien es verdad que la comunidad se rige principalmente por esto, las bases del premio parece que son más abiertas en cuanto a los méritos y, por ejemplo, deja la puerta abierta a libros y otro tipo de publicaciones. Si esto debería ser así es cuestionable.
Por otro lado, en las bases se dice que se considera “la repercusión, trascendencia y/o reconocimiento internacional de la actividad investigadora del candidato propuesto”, al margen, parece, de que se haya publicado en una revista indexada o no. En este segundo caso, el informe del que es co-autor sobre las renovables, tuvo muchísima repercusión y trascendencia a nivel internacional.
Soy Catedrático de Ingeniería Aeroespacial, tengo cinco sexenios de investigación reconocidos (por una cantidad apreciable de publicaciones JCR y otros méritos) y soy Editor Jefe de una revista británica, indexada y bien reputada en su campo (alto factor de impacto JCR). He encontrado por casualidad este debate y quiero aportar mi visión personal: estoy totalmente en contra de que la única forma de reconocer la calidad científica y las aportaciones de los investigadores sea la cantidad de publicaciones en revistas con alto factor de impacto. Hay muchísima labor que se realiza en laboratorios y departamentos que no puede verse reflejada en "papers", pero es imprescinidble para que la investigación funcione. Aparte de ésto, una buena labor de divulgación es imprescindible para trasladar a la opinión pública los resultados de la investigación científica y técnica, de forma que entienda para qué sirven los fondos dedicados a la investigación y qué se puede esperar de ello. Por cierto, estoy disfrutando enormemente releyendo una recopilación de artículos de divulgación de Teilhard de Chardin de los años 1930 sobre la aparición del hombre. Nunca le habrían dado un sexenio por esos artículos, pero contribuyó decisivamente a cambiar la forma en que el mundo (incluidas muchas instituciones relevantes) vieron la formación de la Humanidad.
Yo no soy siquiera titulado universitario, por méritos propios. Quede claro que esta aclaración no tiene ninguna connotación peyorativa de la presentación de D. Rodrigo. Al contrario, semejante currículo debería ondearlo con orgullo a los cuatro vientos. Simplemente quiere ilustrar mi ignorancia en este campo. Porque yo también he pensado si el hecho de que la costumbre haga que el factor de medición sea el número de publicaciones en revistas científicas no debería ser cuestionable en si mismo. Lo primero que he recordado es toda la polémica acerca del IPCC con el cambio climático, que desde luego ha tenido un altísimo impacto en publicaciones científicas de todo tipo con, parece, criterios de selección más que discutibles. Además, si no estoy mal informado, el premio lo ha recibido junto a D. Juan Velarde, quien seguro ha hecho aportaciones numerosas a revistas científicas, por lo que creo que la comparación habría sido un buen punto a favor de la crítica del artículo. E incluir a premiados anteriores, que seguro que se encuentra alguno que cojee en este aspecto, para evitar cualquier pensamiento "impuro" acerca de un argumentación "ad hominem" de la crítica. Pensamiento que, por cierto, se busca solito el artículo al aclarar que no tienen nada en contra del señor Rallo (excusatio non petita...)
Muchas gracias por aportar su perspectiva. Me parece muy interesante y estoy de acuerdo con ella. Por eso planteaba la cuestión de replantearse cómo se mide la calidad investigadora, amén de otros temas relacionados.
De premios a la excelencia investigadora y críticas razonables