En el anterior artículo en el IJM hice un poco de auto-crítica desde dentro de la escuela austriaca, haciendo una llamada a la humildad y honestidad intelectual frente a las demás corrientes de pensamiento económico, que mal que nos pese, son mayoritarias. Ahora, sin embargo, toca criticar algunos puntos de lo que enseña la teoría neoclásica –al menos a nivel de licenciatura-, esperando no caer en esos vicios que señalé en la auto-crítica.
Leer artículo: El contraste entre realidad y teoría en la economía neoclásica
Si hubiera un contraste auténtico entre la realidad y sus modelos, cabría replantearse algunas de las teorías neoclásicas englobadas en ocasiones dentro de la teoría de los fallos del mercado –además de su visión macroeconómica. (Bienes públicos, externalidades, free-rider, teoría monopolio, monopolio natural…)
De todo esto se derivaría que la aproximación metodológica neoclásica más dominante, heredada de las ciencias naturales del XIX como la física, deja mucho que desear para llegar a una comprensión cabal de los fenómenos económicos, protagonizados por seres humanos que actúan –descubren, imaginan– y que no son meras máquinas maximizadoras de funciones dadas. También muestra que la crítica a los economistas austriacos por su falta de apego a la realidad estaría infundada. Más bien, sería el paradigma neoclásico quien debería revisar estas teorías de acuerdo a la experiencia.
Y aprovecho para enlazar un artículo anterior sobre la teoría de los fallos del mercado: Fallos del mercado. Perdone, ¿fallo de quién?:
una vez que se llega a la conclusión de que el mercado ha fallado, la idea más ampliamente aceptada es que el Estado debe intervenir para solucionarlo. Estos fallos del mercado aparecen por doquier en la mente de los intervencionistas, ya sea cuando se produce cualquier tipo de efecto externo, existen presuntos bienes públicos, el mercado no es “perfectamente competitivo”, la información es “asimétrica e imperfecta”, existe “elevado riesgo e incertidumbre”, el número de especies del oso polar en Alaska no es el óptimo, o cualquier otra excusa que se les ocurra.
Sin embargo, antes de identificar un fallo de mercado y clamar por una mayor intervención, no estaría de más pararse a reflexionar sobre estos puntos…
Quería destacar el último comentario de este artículo, de un profesor neoclásico liberal (Juan) y convencido economista matemático. Repasa algunas contribuciones destacables de economistas mainstream en este tema.
estamos ya en situación de hablar de una teoría institucional de la asignación de recursos que hace comparables los posibles fallos de cada institución. Nada de esto existiría sin el esfuerzo de la economía matemática, que revela con exactitud la naturaleza de los fallos y las posibilidades de solucionarlos.