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Procesos de aprendizaje

Burbuja de emprendedores: qué deberían hacer las Administraciones Públicas

Del fantástico artículo “Emprender, no todo vale” en Sintetia (recomendado leerlo completo):

Robert Shiller, en su libro “Las finanzas en una sociedad justa”, introduce el concepto de burbujas especulativas:

“Una burbuja especulativa es una situación en la que las subidas del precio provocan un entusiasmo de los inversores, lo que se extiende por contagio psicológico de una persona a otra, lo que a su vez amplifica las noticias, lo que podría justificar los incrementos del precio, y atraer una clase cada vez más amplia de inversores, los cuales, a pesar de sus dudas sobre el valor real de una inversión, se ven atraídos a ella en parte por envidia del éxito de los demás, en parte por la excitación del juego”.

Tras ponderar esta definición llegamos a una conclusión: que hay una burbuja de emprendedores en España pero, en este caso, no alimentada por lo inversores como en el 2001.

Y es que la crisis ha causado un incremento masivo del paro, con pocas oportunidades laborales para los más jóvenes y cualificados (y no tan jóvenes como los de la generación X). La solución estrella es emprender. Hay eventos de todo tipo, instituciones de apoyo, y centros de empresa con espacios bonitos y baratos. ‘Silicon Valley’ es la expresión fetiche, el lugar mágico. Se admiran las noticias con compras millonarias, de jóvenes con ideas que han conseguido vender a precios astronómicos y que queremos emular.  Lo que no está en Internet no es “sexy”, los inversores de capital riesgo -pequeños, medianos y grandes- son “perseguidos” y les llueven los planes de negocio hechos a medida. Todo ello parece realmente fluir y crear la imagen de un emergente ecosistema.

la burbuja podrá “estallar” -y probablemente lo hará- y traerá consecuencias no deseadas. Será un golpe duro y directo a las expectativas y la ilusión de muchas personas que creían iban a transformar sus vidas a través del emprendimiento.

No queremos rebajar sin más las expectativas de las persona emprendedoras. Es muy importante que haya muchas personas a la vez buscando con fuerza nuevas formas de generar actividad económica. Pero creemos que es irresponsable transmitir que, a la hora de emprender, todo vale, porque la cruda realidad muestra que no es así.

Uno a veces, cuando ve o escucha casos de startups que se dedican a desarrollar aplicaciones para móvil o internet muy específicas, tiene la sensación, desde la ignorancia sobre el sector, que existe una burbuja de este tipo de emprendimientos con base en internet. Sí, pueden ser aplicaciones muy chulas, pero de ahí a que sea un producto rentable en el mercado, va un trecho. Y precisamente, los autores del artículo de arriba parecen confirmar esta sensación, y proponen una serie de puntos a tener en cuenta para evitar caer en la trampa.

En “¿Emprender o no emprender? “That is the question”” (también recomiendo leerlo entero), leo el caso de una mujer de Logroño que cayó precisamente en esta trampa: se lanzó a emprender tras perder su trabajo, incurriendo en una inversión importante. Las cosas no salieron bien, y ha acabado tristemente desahuciada de su casa y sin sus ahorros. Sí, no se puede triunfar si no se intenta y se fracasa. Pero en este caso, como se cuenta en el artículo, se cometieron errores muy importantes, infravalorando notablemente los riesgos de las decisiones que se tomaron. (También aquí está la cuestión de si en España se castiga demasiado el fracaso empresarial en comparación con otros países…).

Por tanto, cuidado con animar a todo el mundo a emprender pintándolo como un camino de rosas, cuando en realidad no tiene nada que ver con eso. Por eso me gusta el enfoque que le da el artículo segundo que cito:

Si no hay más emprendedores, la solución no está en animar a los ciudadanos con anuncios de televisión de “color azul”, como si fuéramos enanitos viviendo en una “nube del país del pequeño pony”. Si la Administración Pública desea que los españoles emprendamos, debería comenzar por retirar los obstáculos que nos lo impiden: mejorar o eliminar la burocracia, modificar y rebajar impuestos para nuevos negocios, adecuar y racionalizar la Seguridad Social, asegurar que la financiación es accesible para pequeños y medianos empresarios, mejorar la gestión del IVA para el pequeño empresario y el autónomo, etc… Si la Administración Pública desea que los ciudadanos arriesguen sus ahorros y su proyecto de vida para aportar valor a la sociedad, también debe permitirle participar de manera efectiva en la gestión pública, solucionar la corrupción política, y hacer cumplir la ley, erradicar el fraude fiscal, el mamoneo y el enchufismo y, en suma, hacer funcionar razonablemente el sector público. O, por lo menos, que no sea limitante. No basta con anuncios de televisión de “color azul”. No es serio.

Ya saben: First, do no harm.

Otro gallo cantaría si, en lugar de aprobar subvenciones y ayudas al emprendizaje, se abordaran todas las cuestiones señaladas en el último párrafo…

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