“El caballero oscuro: la leyenda renace” va camino de convertirse en la película más taquillera del verano, por lo que analizar los mensajes sociales que contiene el film no es cuestión menor. De hecho, esta superproducción de Hollywood está repleta de mensajes con interesantes implicaciones intelectuales.
Así lo ha identificado, entre otros, el escritor Andrew Klavan. En un editorial publicado por el Wall Street Journal, Klavan escribe que la película “es especialmente gráfica a la hora de retratar la tiranía y la violencia inherente en todo movimiento de izquierda radical”. Quizá por eso, la página web de Lew Rockwell, presidente del Instituto Mises, ha destacado en varias ocasiones que personajes como Batman son, en gran medida, “héroes de ficción libertarios”.
A lo largo de más de dos horas y media, el film protagonizado por Christian Bale muestra la toma de Gotham City (Nueva York) por parte de un grupo armado cuyas reivindicaciones políticas y económicas parecen inspiradas en movimientos como el “15-M” español o el “Ocupa Wall Street” estadounidense.
Así, los villanos de la película son quienes arrasan la propiedad privada, asaltan la bolsa de valores, desprecian a las personas de altos ingresos y gobiernan a golpe de mayorías, arrasando cualquier atisbo de libertades y derechos individuales. No en vano, medios de comunicación como “El Obrero Socialista” (publicación británica que se define como anti-capitalista) han definido la última película de Batman como un “cuento de hadas para ricos” y una “reaccionaria fantasía de derechas”…
Con acierto, la película renuncia a mostrar los asaltos a la propiedad privada de forma romántica e idealista. Al contrario, la forma en que Christopher Nolan muestra ese “paraíso igualitario” difícilmente puede ser más cruda. Algo similar ocurre con los patéticos “juicios” establecidos por el gobierno revolucionario para “condenar” a los ricos: de nuevo, la imagen que desprenden estas escenas es de caos, injusticia y decadencia.
El rol de las fuerzas de seguridad en esta narrativa es un tanto complejo. Batman se opone a la corrupción policial pero combate a los mismos enemigos que los agentes policiales. En la práctica, esto parece apuntalar el rol de la “seguridad privada” como alternativa contra aquellos elementos estatales de protección civil que no cumplen adecuadamente con su tarea. Esta dimensión puede que no aplique tanto a España, pero ciertamente tiene su lógica en otras regiones del mundo, como por ejemplo Hispanoamérica.
Un punto fundamental que no podemos obviar es la estrategia con la que los villanos de la película pretenden retener a la población en la ciudad. Cortando la libre circulación de personas se establece, en la práctica, el mismo “muro” con el que tantas dictaduras comunistas han sometido, controlado y empobrecido a millones de personas.
Hay un elemento un tanto preocupante en el argumento: la defensa que parece hacer el film de las rígidas leyes de seguridad vigentes en la ciudad. Ese ordenamiento, basado en la “mano dura”, podría resultar peligroso a la hora de proteger las libertades individuales de las posibles prácticas abusivas de las fuerzas de seguridad.
Este punto es importante y supone un quiebre del mensaje liberal que desprenden otros aspectos narrativos de la película. Jamás deberíamos asumir que otorgarle más poderes al Estado para velar por nuestra seguridad se traducirá en una mejor protección de nuestras libertades personales. De hecho, es más que probable que ocurra todo lo contrario, por lo que este aspecto argumental no merece nuestro aplauso, sino nuestro escepticismo.
Tal y como recuerda Pablo Cerezal, en la anterior entrega de “El Caballero Oscuro”, Batman renunció a su buena fama a cambio de salvar la fe de los ciudadanos de Gotham City en determinados políticos e instituciones públicas… Eso sí, que Robin acabe arrojando su placa policial parece reivindicar de nuevo el rol de la “seguridad privada” como alternativa viable a los mecanismos de protección estatal, cuyo poder habría sido legitimado de forma exagerada por algunos de los puntos analizados en líneas anteriores.
Por último, es bueno recordar que la historia encumbra el rol del empresario como agente de cambio social. Bruce Wayne no es solamente un héroe por sus actividades “nocturnas”, sino también por su exitosa vida empresarial y su extensa labor de filantropía. La reivindicación de la caridad privada es especialmente importante, ya que supone un reto al discurso habitual según el cual solamente el Estado debe asumir responsabilidades en dicho ámbito.
Bienvenida sea, por tanto, esta producción de Hollywood. Sin duda, hablamos de un film de lo más entretenido, en el que hay algunos puntos inquietantes pero también numerosos mensajes que resuenan inevitablemente con las ideas de la libertad.