¿Pensaban que la crisis estaba durando mucho y que los recortes eran suficientes? Estaban equivocados porque llega lo peor: el desapalancamiento.
Todos reconocemos que el origen de la crisis está en el exagerado crecimiento del crédito, del endeudamiento, que facilitó que todos o la mayoría viviéramos por encima de nuestras posibilidades. En este artículo de Expansión se puede ver cómo nuestros salarios apenas aumentaron durante la década pasada, lo que demuestra objetivamente la afirmación anterior.
Parecerá lógico, por tanto, que tengamos que eliminar una buena parte de esa deuda para poner el contador a cero y así poder volver a endeudarnos pero, eso sí, esta vez con más mesura y destinando la financiación a actividades realmente productivas. Algunos podrán pensar que en estos cuatro años de crisis hemos procedido al adelgazamiento de la deuda, pues eso es lo que se podría desprender de la pertinaz cantinela de autónomos, particulares y empresarios sobre la falta de crédito: las historias de empresas quebradas por no tener acceso al crédito han sido habituales en los medios.
Pues están equivocados. España es el tercer país más endeudado del mundo. La deuda total, pública y privada, es superior al 300% del PIB, y ¿saben una cosa? Está creciendo. ¿Y cómo es eso posible? En 2007 la deuda de las administraciones públicas representaba el 40% del PIB, una de las más bajas de Europa. Hoy, supera el 65% (incluyendo la de las empresas públicas). Para el año que viene, se estima que supere con creces el 70%. ¿Y por qué? Una buena parte se explica por los planes de estímulo que el Gobierno implementó hace un par de años (y que de poco sirvieron); el resto, como consecuencia de la brutal caída de ingresos –sin ajuste de gasto-, de forma que se financia gasto corriente con deuda: de locos.
¿Y qué pasa, mientras tanto, con la deuda privada? Pues algo ha caído, pero mucho menos de lo que uno podría imaginarse: en términos porcentuales sobre el PIB, alrededor del 1%. La explicación probablemente está en que se ha refinanciado mucho (el caso de las inmobiliarias lo expliqué en este post) y en que el crédito negado a algunos se ha compensado con la financiación de otras empresas con mejores perspectivas, en especial las grandes aunque no exclusivamente.
¿Y cómo se puede reducir la deuda? Básicamente de dos maneras. La primera, la más deseable, a través de un fuerte crecimiento del PIB. En efecto, si éste aumentara, la deuda en términos de PIB bajaría. Lamentablemente, España, con crecimientos del “cero coma”, se halla lejos de este escenario.
La otra opción es el desapalancamiento y el momento ha llegado. Hace apenas dos semanas Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco Santander, afirmó que España debería reducir su apalancamiento en los próximos dos años entre 200.000 y 300.000 millones de euros, es decir, entre 20 y 30 puntos de PIB. (¿Suficiente? ¿Excesivo?) La semana pasada, Ángel Cano, en la presentación de resultados del BBVA lo dijo a su manera: “al balance bancario aún le hace falta desapalancamiento”; “el crédito concedido por bancos y cajas de ahorros a empresas y particulares bajará un 5% durante 2011”.
Cinco Días, en su editorial del 5 de mayo, coincide con el diagnóstico, aunque se haya olvidado de mencionar el inexcusable crecimiento desmedido de la deuda pública.
Desconozco si pasar de una deuda del 300% al 270% es suficiente dieta para recomponer nuestra figura, pero de lo que no cabe duda es de que la terapia va a ser muy dolorosa.
Todos los sectores de la actividad se van a ver afectados por ese proceso de desapalancamiento, no obstante, el inmobiliario va a sufrir más que ningún otro y va a suponer un aplazamiento de por lo menos dos años sobre las previsiones de consumo de stock y de la consiguiente recuperación de la actividad de promoción. El desplome hipotecario de enero ya anunciaba que nuestra banca se acercaba al ‘credit crunch’, como ya expliqué en el post “¿Por qué se han desplomado las hipotecas en enero?” Mucho más reciente es este artículo de El Economista que el viernes pasado advertía que la restricción del crédito ya ha llegado, y con fuerza, al mercado hipotecario.
La vivienda, de nuevo, en el ojo del huracán. Y España, instalada en el círculo vicioso.
Os dejo este enlace de un informe de McKinsey que, aunque ya tiene un año, es muy completo y con muchas referencias a España (gráficos incluidos) titulado “Deuda y desapalancamiento”.
Buen comienzo de semana. El prometido post sobre el precio de la vivienda lo dejo para el jueves.