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Adiós, ladrillo, adiós

La banca, "profundamente sorprendida" por la magnitud del debate CasaxHipoteca

La metedura de pata de Miguel Martín es histórica. El presidente de la AEB, la voz de su amo, ha pecado de la prepotencia y de la soberbia de los que se han acostumbrado a manejar los hilos de la sociedad a su antojo y a ponerse el mundo por montera mientras los demás sufrimos una crisis que ellos, sí, ellos, fomentaron, instigaron, propiciaron y taparon (“la fiebre de un día del niño pequeño”). Si, además, resulta que coincidió que nos tocó en suerte un presidente que más que entrar al trapo rojo lo abrazó a horcajadas…. Pero bueno, esa es otra historia que no viene al caso.

El señor Martín debe vivir en una burbuja ajeno al mundo que cree que al pueblo se le puede seguir tratando como súbdito. Pues resulta que no. El pueblo, hoy día, ve, compara y, si encuentra algo mejor, lo compra. Como los tunecinos o los egipcios, que han comprado libertad.

El señor Martín no es ningún botarate ni ningún florero que la gran banca haya “colocado”. No. Ha sido nada más y nada menos que Subgobernador del Banco de España y fue quien se ocupó personalmente del asunto “Banesto”. Sí, ese banco que estaba tan mal que el Santander nos hizo el favor de hacerse cargo. ¿Recuerdan?

Desde alguna urbanización lujosa y apartada de la periferia de Madrid, y con el riñón bien cubierto, las historias de paro y desahucio se perciben del mismo modo en que mi hijo de nueve años contempla las escenas de guerra que pasan en el telediario mientras cena: como una historia lejana que no va con él.

Una deplorable situación humana que hay que atender”, ha dicho. Y si le cuentan lo mal que lo pasa la gente en Calcuta, perfectamente podría decir lo mismo: “Una deplorable situación humana que hay que atender”. Y si le preguntan por Haití o por Japón, pues póngame otra de lo mismo. Por lo menos ha dicho algo. Aunque es lo único que ha dicho. ¿Para qué extenderse más?

Es mejor decir cosas como ésta: “el sistema hipotecario funciona muy bien”; o que “la dación en pago es el modelo que ha creado la crisis financiera”. Y quedarse tan pancho. A ver si en pocas líneas resumo lo que don Leopoldo Abadía explicó tan bien en su libro (por cierto, no le vendría mal su lectura al señor Marín). En América había una vez unos bancos que empezaron a dar hipotecas a diestro y siniestro. Tantas que ya las costuras de sus balances amenazaban con rasgarse. Para desahogarlos, un día dijeron ¿Por qué no las vendemos y así podemos seguir dando más hipotecas (“las gallinas que entran por las que salen”, que diría Mota)? Así que empezaron a vender a fondos de inversión, fondos de pensiones y otros bancos del mundo sus hipotecas. Al principio vendían las de más calidad, y los Moody’s, S&P y compañía las calificaban como “triple A”. Pero un día dijeron: “¿Por qué no vendemos también las peores, las que hemos concedido a los latinos y a los negros de Alabama?” Y lo hicieron pero… también con calificación “triple A”. O sea, que vendieron burras viejas a precio de purasangre. Como en el “Traje del emperador”, nadie decía nada hasta que, un buen día, en algún sitio, a un majadero se le ocurrió decir la verdad. (¡Vaya! Siempre tiene que haber un aguafiestas).

Y ¿qué tiene que ver esto con la dación en pago? Ah, ya lo entiendo. Quiere decir que, de haber tenido en América el sistema español no hubiera pasado nada por hacer trampas con la calificación de las hipotecas. ¿Por qué? Porque con el sistema español TODO es “triple A”. ¿Y eso? Sí, hombre, ¿no ves que aquí, hasta que no estás muerto del todo, hasta que no te han sacado a ti y a tu familia la última gota no dejas de pagar? Esa es la “fuerza”, la “solvencia” y la “solidez” de nuestro sistema financiero. Y no es ninguna ironía. Lo ha dicho nuestro Gobernador. Aquí, en la página 22 lo pueden leer.

Y luego la cantinela de siempre: “gracias a nuestro sistema el 85% de los españoles tienen vivienda en propiedad”. Gracias, gracias, señor Martín, no sé que sería de nosotros sin ustedes. ¿Y a qué precio? O mejor dicho, ¿a qué coste? Mire, lo del dinero fácil, barato y abundante pasó en todo el mundo. Los tipos eran bajos para todos. Pero ¿dónde se construyó más que en Francia, Alemania y Reino Unido juntos? ¿Sabe que aquí se fabricaban un tercio de las viviendas de EEUU cuando somos siete veces más pequeños? ¿De qué burbuja americana me habla? Ustedes fueron lo suficientemente hábiles y torticeros para, aprovechando un periodo inusual e histórico de tipos bajos, colarnos –como si nos hicieran un favor- la gracieta del euribor y los tipos variables mientras se enriquecían a manos llenas. Han condenado a toda una generación –y pretenden hacerlo con la siguiente- a estar pendientes del maldito euribor un día sí y otro también. Para más inri, nos esclavizaron de por vida mediante plazos de amortización de cuarenta años y más con el señuelo de la cuota. ¿Y de las tasadoras? Mejor ni hablamos.

Y ¿sabe una cosa? Si se hubieran mantenido con el sistema prudente, sensato y conservador de tipos fijos y plazos breves (como en Francia o en Alemania) los españoles se hubieran comprado la vivienda que necesitan (y no tres más) y a un precio mucho menor, puesto que la capacidad de pago de cuota de las familias no hubiera dado más de sí. Vamos, lo que ocurría hasta 1999. Es más, si lo hubieran hecho, además de no tener un millón de pisos en stock y de una crisis mucho más liviana, habrían podido renegociar con la gente apurada mayores plazos de devolución o incluso el cambio excepcional y temporal a un tipo variable. Pero estiraron demasiado el chicle, siguieron soplando y soplando la burbuja.

En otro país, llámese EEUU, Reino Unido u Holanda, hace muuucho tiempo que hubieran intervenido y/o dejado caer esos mamotretos que llamamos bancos y que si siguen vivos es –le toca ahora a usted dar las gracias- a costa de nuestros impuestos y de nuestro respaldo. El aval del Estado. Que, por si lo ha vuelto a olvidar, el Estado somos nosotros.

Como ya van absolutamente sobrados, se permite el lujo de advertir del riesgo de que las cajas se conviertan en “zombies” gracias al FROB. Pues sí. Qué duda cabe. Es mejor que se las queden los bancos. Además, ¿para qué quieren los políticos cajas si los bancos pueden hacerles el mismo servicio?

Y, por supuesto, nada de elecciones anticipadas, y no me extraña: en ninguna otra legislatura ha tenido más poder la banca.

Mientras tanto, sigan dando beneficios y repartiendo dividendo (¡Hombre! Es que si no, nos castiga la bolsa) y para los embargados, ¡una de plato típico burgalés!

Pero sabe una cosa: la gente se ha dado cuenta. Lea, lea los foros y lo verá.

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