Este es el artículo (sin recortes) que publiqué ayer en El Mundo:
“De las tres grandes áreas económicas del mundo, Europa era la única que carecía hasta la fecha de un gran centro de ocio y entretenimiento para adultos. La decisión de Las Vegas Sands, de tener éxito, cambiará la manera en que Madrid es percibida en el mundo y transformará las bases de la economía de la región.
Gracias a esta iniciativa, Madrid está llamada a convertirse en el principal destino europeo de ferias y congresos. Y eso se traducirá en un fuerte desarrollo del sector del transporte -especialmente el aeroportuario-; un notable impulso del sector hotelero y la hostelería; y un fuerte impacto para el resto de actividades relacionadas con el turismo.
La movilización de cuantiosos recursos para desarrollar los cientos de hectáreas de terreno y las docenas de miles de metros cuadrados de los edificios que albergarán el proyecto va a revitalizar no sólo la actividad constructora –tan intensiva en mano de obra- sino también la de todas las industrias anexas y dependientes, prácticamente desaparecidas desde que comenzó la crisis.
Además, el eventual éxito de LVS fomentará –siempre que las barreras administrativas lo permitan- la sana competencia. Es decir, más inversión a medio plazo.
¿Y en qué se traduce todo esto? En empleo. Muchísimo empleo. Directo e indirecto. Empleo que no se agota en los pocos meses o años en que se tarda en levantar un edificio, sino que perdura cuando dentro de ese edificio tiene lugar actividad económica: la industria del ocio y el entretenimiento. Inversión, empleo, actividad económica ¿recuerdan? De eso precisamente es de lo que se nutren las administraciones para, con ello, costear servicios que hoy están en la cuerda floja.
Pero Eurovegas también es una gran noticia para España: probablemente en el peor momento económico, político y social que recordamos, esta decisión supone un voto de confianza en el futuro de nuestro país. La inversión no va a pasar desapercibida para los medios de comunicación extranjeros ni para los temidos “mercados”. No olvidemos que el proyecto no es fruto del irreflexivo, prepotente, endiosado o megalómano político de turno que, a costa de nuestros impuestos presentes y futuros, erige un monumento a la ineficiencia y al despilfarro para su mayor gloria. No. Es una inversión privada tomada por alguien que se juega su dinero. Esa es la mayor garantía del éxito.
El miedo a Eurovegas es el miedo a la libertad. El mayor casino del mundo ya no es Las Vegas ni Macao. Es Internet. Y cualquiera, mayores y niños, tiene acceso a él desde su ordenador, tablet o smartphone.”