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Adiós, ladrillo, adiós

El Santander, la tasa Rubal y la moratoria hipotecaria: ¿altruismo o miedo? Simplemente, negocio

En el Santander no están para fiestas. La importante caída del beneficio en el primer semestre ha caído como un jarro de agua fría en las bolsas (descenso del 3%) a pesar de los denodados esfuerzos de nuestros “independientes” medios de comunicación por transmitir la idea de que todo iría viento en popa “si no fuera por las provisiones impuestas en el Reino Unido”. El mismo argumento que el denostado Valeriano ha utilizado recientemente: “si no fuera por la construcción, estaríamos creando empleo”. Y si no fuera porque la Tierra da vueltas, no se haría de noche. Si no fuera porque la burbuja brasileña aún no ha estallado… (lean esto), ¿no es en Brasil dónde más está creciendo el banco?

Pero esto no esto todo, amigos. El prestigio del Banco está por los suelos. Primero vino la condena de Alfredo Sáenz, su consejero delegado. Después, el excesivo compadreo de don Emilio con Zapatero en sus reuniones de tufo plutócrata. Por último, la supuesta trama de evasión de impuestos de la familia Botín.

Todo esto, unido a lo inapropiado de su apellido -pues facilita eslóganes y juegos de palabras- para presidir un banco, lo cierto es que don Emilio ha sido la diana fácil, a veces injustamente, de los críticos del sistema y del movimiento 15m por aquello de los desahucios. Los adictos a Twitter habrán comprobado cómo los hashtags #Botin, #botinazo, o #motinabotin están entre los más exitosos durante las últimas semanas.

Hasta los políticos se han apuntado a la corriente crítica con los bancos y, así, “con R de RobinHood”, o sea, Rubalcaba –cuyo gobierno tanto ha hecho por los banqueros en los últimos tiempos- ha enarbolado la bandera revolucionaria prometiendo un impuesto a los bancos que utilizará para crear empleo.

Pero Botín es un hombre de recursos y, aprovechando la presentación de resultados, ha dado la campanada con dos medidas populistas y de escaso coste que han sido portada en los medios digitales:

1) Se autoimpone una “tasa Robin” (o “tasa Rubal”) con la que pretende ayudar a 5.000 jóvenes a encontrar empleo. ¿Cómo? Colocando a los chicos en las empresas clientes del banco mediante contratos de prácticas. El Santander será quien pague su sueldo –de 600 euros- durante tres meses. ¿Y después? Después confían en que al menos la mitad (2.500 jóvenes) conserven su puesto tras haber demostrado su valía. La partida que destinarán a ello es de 15 millones de euros. Una gran cantidad de dinero si estuviera en mi cuenta pero, ¿para un banco que gana 8.000 millones al año?

Lo peor de esta medida es que no es más que un guiño al poder político propio de regímenes oligárquicos. Si de verdad les sobran quince millones de euros les propongo una cosa: faciliten con ese dinero préstamos a emprendedores. Les aseguro que la sociedad en su conjunto se lo agradecerá más.

2) Una moratoria hipotecaria de tres años para asalariados que hayan perdido su empleo o autónomos cuyos ingresos hayan descendido un 25% o más. Se trata de dejar de pagar el principal durante tres años pero no los intereses. Y ponen un ejemplo: la hipoteca de 125.000 euros a 25 años y con euribor más 0,7 devenga una cuota mensual de 600 euros. Si sólo se pagan intereses, la cuota se reduce a la mitad, 300 euros. No suena mal, ¿verdad?

Pues sí, hay que reconocer que para muchos afectados por la crisis es una ayuda para capear el temporal aunque conviene no olvidar lo siguiente:

a) Nada nuevo bajo el sol. Ya en 2005, en plena burbuja, y por ese ansia de vender más y más hipotecas, BBVA ofrecía la (¡tatatachán!) “Hipoteca Sólo Intereses”: los tres primeros años del préstamo sólo se pagaban intereses. “¿Y después?” ¿Y a quién le importa lo que venga después? Pero hombre de Dios, disfrute de la vida, ¡carpe diem!¡Tempus fugit!

b) Ya lo están haciendo. No nos engañemos: con un 21% de paro, la tasa del 2,5% de mora hipotecaria reconocida por la banca es más falsa que un billete de 6 euros. Renegocia que te renegocia han conseguido llegar hasta aquí con esos datos oficiales que el Banco de España les consiente. En definitiva, muy marketiniano, pero que lo vienen haciendo desde hace un par de años. Oficializando lo oficioso.

c) La cuota no baja tanto en todos los casos. El ejemplo que han ofrecido en presentación de resultados es el de una hipoteca a 25 años. ¿Cuántas hay de esas desde 2004? La mayoría de las familias con problemas tienen hipotecas de 30 años para arriba, predominando las de 35 y 40 años. En estos casos, la parte de la cuota que corresponde a la devolución de principal es más reducida, por lo que la minoración de la cuota es menor. Y también dependerá en cada caso de en qué momento de la vida del préstamo se produzca la moratoria, puesto que se pagan más intereses al principio del préstamo que al final.

d) El banco no pierde. Esto no sale gratis, pero es normal: un banco no es Caritas. Lo que te hacen es extender el periodo de vida del préstamo, con lo que el programita del banco enseguida te recalcula las nuevas cuotas a pagar. Contablemente es inocuo para el banco, aunque en términos de cash hay, indudablemente, una merma.

e) La mora no se resiente, incluso la contiene. Salvo que el Banco de España dispusiera de otra cosa –harto improbable- esta renegociación –que es un default en toda regla- no se considera mora sino todo lo contrario.

f) Evita el deterioro del balance del banco. Efectivamente, a la entidad no le interesa engrosar su balance con activos contra los que tiene que provisionar y, posteriormente, vender.

En definitiva, jugada maestra del Santander que consolida el ‘patadapalantismo’ como filosofía en el modo de gestionar problemas en el país. Lo mejor: que un buen número de familias podrá beneficiarse, que seguramente se incrementará por un probable efecto imitación de otras entidades.

(Gracias a @1976andresg, @jpserranoh y @santespasques por sus comentarios para la elaboración de este post)

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