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Adiós, ladrillo, adiós

El PPlan: reseteando España, S.A.

“José Luis, desengáñate, este país seguirá en crisis mientras no se reactive el sector inmobiliario”

A diestra y siniestra es éste el mensaje que oigo. Y no sólo de confidencias. Así se manifestó Rubalcaba al inicio de la precampaña: “No podemos pasar del atracón del ladrillo al ayuno del ladrillo” ¿Y Rajoy? Aunque no lo haya dicho con esas palabras, es lo que se puede inferir de su programa electoral, como veremos más adelante.

No hay otro modelo productivo en el horizonte. Los modelos productivos no se improvisan. Y menos cuando estás acuciado por una crisis que se está llevando por delante el tejido empresarial del país y pone en riesgo el Estado del Bienestar. Cuatro años y medio después de que estallara la burbuja de crédito lo único que se nos ha ocurrido es “resetear” la banca para volver a la casilla de salida. Reiniciar el proceso. El día de la marmota.

Estamos como en el 96 pero peor. Para cuando llegó Aznar, González ya había hecho lo más difícil: el ajuste. ¿Que fue un ajuste tramposo? Cierto, pues se hizo a través de devaluaciones e inflación. Disponer de una moneda propia puede que tenga inconvenientes, pero entre sus ventajas se encuentra la capacidad de ajustar precios y salarios sin conflictividad social.

Aparte de que no nos encontrábamos en un entorno de crisis mundial, a Aznar le bastó con impulsar el sector inmobiliario, privatizar la empresa pública, una cierta austeridad pública y liberalizar algunos sectores clave de la actividad. Además, la banca no estaba tocada como lo está ahora. El boom inmobiliario del final de los ochenta no tuvo nada que ver con lo que hemos vivido estos años. Ni tampoco había Comunidades Autónomas o Ayuntamientos de proporciones paquidérmicas como las de hoy.

Vayamos al grano. ¿Qué va a hacer Rajoy? Su plan, por lo que he podido leer, se sustenta en cuatro patas:

Austeridad.- Esto ya estaba en la hoja de ruta del 96 aunque en esta ocasión requiere de un esfuerzo mayor por dos motivos: las administraciones han crecido exponencialmente al calor del boom inmobiliario; y la señora Merkel y los señores inversores nos exigen resultados inmediatos, concretos y medibles. El problema de las administraciones no es tanto competencial como de despilfarro. Está claro que hay solapamientos, que sobra plantilla, y que se han arrogado competencias y se han metido en negociados que no les corresponden. Pero más allá de todo eso, una gestión eficaz de los recursos públicos debería ser suficiente para sostener la arquitectura del Estado. Se trata de gastar menos, pero sobre todo de gastar mejor. La duda que me surge es: ¿lo harán o tirarán por el camino fácil? Ahí tenemos a Zapatero, a Papandreu o a Passos Coelho que, acuciados por los acreedores, se lanzan a la presa propiciatoria del salario de los funcionarios o de los pensionistas. La receta clásica del FMI.

Reforma laboral.- El argumento que utiliza el sindicalismo español para negarse a la reforma laboral tendría sentido si, como ya he advertido, dispusiéramos de moneda propia: devaluación y, ¡tatatachán!, todo es más barato, salarios y productos (incluidos los inmuebles). Así, venderíamos más y poco a poco el paro empezaría a remitir. Pero eso es agua pasada. Dentro del euro sólo cabe abaratar costes. Porque si no te ajustas en precio, lo haces en cantidad. Todos los días leo gente que me sigue que me dice que la vivienda tiene que caer más, que tiene que ajustarse de verdad, que está muy cara. Y por eso el stock aumenta. Pues con la fuerza laboral pasa lo mismo: que está cara y que tiene que ajustarse. Creo que es fácil de entender.

Apoyo a la Empresa.- Hay un buen paquete de medidas, sin duda positivas y necesarias, para favorecer el desarrollo y mantenimiento de las empresas que podrían facilitar, si no el aumento, sí al menos el mantenimiento del empleo: compensación de deudas con la Administración, pago del IVA al cobro y no al devengo, exención por reinversión, liberalización de mercados, etc. Medidas necesarias pero no suficientes. Porque el meollo de todo se encuentra en el siguiente epígrafe:

Solución del atasco financiero/inmobiliario.- Las políticas que anuncia el PP para vivienda aspiran a ser un auténtico plan de choque para revitalizar el sector:

-         IVA superreducido

-         Deducción por adquisición de vivienda nueva

-         Compensación tributaria entre alquileres pagados y percibidos para fomentar la movilidad laboral

-         Libertad de pactos en arrendamientos

-         Acuerdos de colaboración público-privada para movilizar el stock de vivienda

¿Qué se pretende con esto? Por un lado, como ya he dicho, impulsar tanto la compraventa como el arrendamiento. ¿Sólo? No. Hay algo más. La verdadera intención de estas medidas es, fundamentalmente, frenar la caída del precio de la vivienda.

¿Y para qué? 1) Para evitar que los balances de la banca se deterioren aún más y 2) para que las familias dejen de sentir el efecto pobreza que supone asumir que mes a mes su principal activo, la vivienda, vale menos. En un país de propietarios como es el nuestro, esta sensación de empobrecimiento tiene mucha más incidencia en las decisiones de consumo e inversión de lo que se habla. Por eso, frenar la caída de los precios de la vivienda no sólo tiene un efecto directo en el sector sino que implica una mejora para toda la economía en la medida en que alienta el consumo.

Pero para que estas medidas (todas, no sólo las relativas a la vivienda) desplieguen toda su eficacia hace falta un sistema financiero sano: que las venas del sistema, llenas de colesterol inmobiliario, se despejen. El PP se propone hacerlo, pero no tenemos muy claro cómo. En el programa electoral dice lo siguiente: “Culminaremos el saneamiento y la reestructuración del sistema financiero. Facilitaremos la gestión activa del patrimonio dañado de las entidades financieras que lo precisen.”

Dos son las versiones que han circulado durante la última semana al respecto: la creación de un banco malo al que transferir todos los activos tóxicos de la banca; y suavizar régimen fiscal que grava la venta de activos inmobiliarios de la banca. El modelo del banco malo no ha tenido muy buena acogida porque supondría socializar las pérdidas. Lo que le faltaba al pueblo español, exhausto tras cuatro años de crisis. Mientras tanto, la suavización fiscal parece que no implicaría la socialización de las pérdidas, según señaló Montoro –aunque no explicó en qué consistirían-.

A mí me da que la mejora del régimen fiscal va por un camino que sugerí en el blog hace ya unos cuantos meses: reconocimiento a fecha de hoy de toda la depreciación del activo, pero con la posibilidad de dotar/amortizar las pérdidas en varios (diez, quince) ejercicios.

En fin, lo mejor de todo esto es que ya cada vez quedan menos días para despejar la incógnita. En un próximo post profundizaré en estas medidas y en algunas otras propuestas interesantes de otros partidos, que quizá debería hacer suyas el próximo gobierno.

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