Ayer, una de las noticias más comentadas del día fue el desplome de las ventas de vivienda durante el mes de junio, el 23% interanual. Antes de nada, precisemos las fechas para evitar malentendidos: los datos que proporciona el INE provienen del Registro de la Propiedad y, dado que entre que se firma y se registra una compraventa pasan un par de meses, debemos atribuir este dato al mes de abril.
Apenas 24 horas antes, Tinsa informaba de una bajada de precios en junio del 6,4% interanual y un acumulado del 22,3% desde 2007.
Los datos que ofrece el Banco de España son similares: según su opinión (articulo cinco días), la vivienda ha bajado un 17% que es un 22% en términos reales (inflación). Y respecto del futuro, hay manifestaciones contradictorias: el jefe del servicio de estudios anunció hace dos meses que caerán otro 10% en los próximos dosn años, mientras que en la rueda de prensa que dio Mafo tras el paripé de los test de estrés afirmó que no bajarían más.
En mi opinión, que está basada en mi propia experiencia –que no es manca- y en la que comparten conmigo promotores y empresas de comercialización que operan en toda España, la bajada real en términos nominales es muy superior. Y no estoy pensando en el producto de costa, sino en producto urbano, céntrico, en barrios de clase media y media-alta de ciudades importantes. Sin ningún género de dudas, la vivienda ha caído al menos un 30% y hasta un 50%. Probablemente el ajuste no se haya completado del todo, pero la parte del león ya se ha hecho.
¿Y por qué no se refleja este ajuste en las estadísticas? Hay varias razones, pero las principales son de índole político-financiero:
- El balance de la banca quedaría herido de muerte,
- Lo que obligaría a una recapitalización del sistema financiero para la que ya no queda dinero, o a la quiebra ordenada de muchas entidades;
- Con lo que el propio Estado terminaría antes o después por seguir la misma suerte que los bancos.
O de orden político-social:
- Si las familias fueran conscientes de que su principal activo –el piso- vale la mitad que hace cuatro años, las invadiría tal sensación de pobreza que retraería su consumo hasta niveles insoportables para la economía,
- Y tenderían a desistir con mayor facilidad de sus compromisos de pago de cuota hipotecaria con el banco (¿por qué esforzarse por pagar algo que vale la mitad y por la que terminaré pagando el doble si sumo los intereses?),
- Generando un problema de mora al banco que no haría sino agravar su ya maltrecho estado.
Que se resumen en una: evitar la quiebra de España, S.A.
¿Por qué el Banco de España dice que al ajuste le quedan dos años? Porque el sistema que han ideado consiste en provisionar las pérdidas en un tiempo que han considerado razonable para evitar la quiebra de las entidades (aunque algunas, ni por esas: CCM, CAM, CajaSur). En total, seis años: los cuatro que ya han pasado más los dos que prevén. ¿Serán suficientes? Si no se hubiera recrudecido la crisis internacional, tal vez.
Puntualmente es posible que no hayan bajado lo suficiente, pero lo cierto es que, en la mayoría de los casos, los pisos han bajado hasta el punto de que una parte muy importante de la demanda está deseosa de comprarlos. ¿Y entonces? Muy sencillo: No hay financiación.
Durante el último año, la financiación del sector público (Estado, CCAA, etc.) ha aumentado en ¡un 16%!, mientras que la financiación a empresas ha caído el 1,1%. ¿Lo entienden ahora? La banca está seca, pero es que su escasa capacidad de crédito la consume inmisericordemente el Estado. Cómo negarse, además, si es el Estado el que les está ayudando a sobrevivir vía FROB o avales.
Si no les convence, les contaré algo más: los pisos que venden los bancos se-venden-como-churros, y no son precisamente los más baratos del mercado. Sólo se diferencian frente al resto en una cosa: que tienen financiación. Y otra: En Valdebebas, un macrosector recién acabado de urbanizar al noreste de Madrid, las promociones, libres o protegidas, en régimen de cooperativa o de promoción, están completas y en algunos casos con sobredemanda. ¿Cuál es el problema? La negación sistemática de la financiación.
Más que nunca toca indignarse contra el Estado por derrochador, por no ajustarse el cinturón, por no reducir su invasión de la vida económica de los ciudadanos: por impedir el flujo financiero habitual que, en la vida empresarial privada, permite que las cosas funcionen.
No os dejéis seducir por no sé qué impuestos a la banca “para crear empleo,” o por tal o cual desgravación para comprar vivienda, o por un tal parque de viviendas “públicas”. No os creáis las excusas interesadas del Banco de España o de los que rigen los destinos del país. Exigid que el Estado se repliegue, que deje de consumir los recursos cuya escasez están ahogando a la gente, que deje de gastar hoy –gastar, que no invertir- el dinero que aún no se ha generado y que lo tendremos que pagar en el futuro con nuestros impuestos, pues eso y no otra cosa es la puñetera deuda soberana.