El Gobierno (y la oposición también) ha decidido que tú, joven español, me ayudes a comprar un piso. ¿Que no te lo crees? Te invito a que leas esta entrevista al profesor de la New York University, Viral Acharya, que difundió ayer Business Insider.
Resulta que la Administración Obama, preocupada por el estancamiento del mercado inmobiliario, introdujo diversos subsidios e incentivos fiscales para la compra de viviendas. ¿Y qué ha pasado? Pues que, lejos de ajustarse, los precios se mantienen artificialmente altos, como resume Archaya en esta frase: “Aunque por un lado te llevas los subsidios, por otro estás pagando más por la vivienda”.
Cuando hace unos meses el Partido Popular anunció su intención de recuperar la parcialmente derogada desgravación fiscal por adquisición de vivienda habitual, economistas liberales y socialistas coincidieron en denunciar lo mismo que el profesor neoyorquino: una intervención en el mercado que impedirá el necesario ajuste de precios. Ahora el Gobierno acaba de envainársela aprobando un nuevo incentivo fiscal para la compra de vivienda con la reducción del IVA al 4% hasta fin de año. Donde dije digo, digo Diego. Y el Partido Popular anuncia que prorrogará esta medida doce meses más. Si querías café, toma taza y media.
Pero el profesor Archaya dice otras cosas muy interesantes que aquí nos han pasado inadvertidas: “Del verdadero subsidio sólo se aprovechan las capas altas de la sociedad: los que se van a comprar una segunda vivienda, o con una parcela más grande que la que habrían comprado sin desgravación”. En efecto, cuando un incentivo fiscal es indiscriminado, unos se benefician más que otros, y en el caso de España se entiende fácilmente: de todos es sabido que el ajuste en vivienda turística ha sido formidable en contraste con el de las demás. Así, los más adinerados –los que pueden comprarse una casa de veraneo o para invertir- son también los más afortunados (¿No decían que “dinero llama dinero”?).
En el caso de los incentivos que se plantean en España hay que hacer algún matiz: la desgravación fiscal parcialmente derogada es sólo para vivienda habitual. Por el contrario, la rebaja del 4% recién aprobada es indiscriminada. No así la prórroga de doce meses anunciada por Rajoy, que se limitará a primera vivienda y con un tope de precio.
Y, ahora, la pregunta del millón: ¿quién paga esto? Al profesor Archaya el montaje le recuerda a una estafa piramidal (esquema de Ponzi, como lo denominan los anglosajones): “la generación actual se lleva el beneficio (el subsidio) a costa de engordar la deuda del Estado. Y esta deuda, alguien en algún momento tendrá que pagarla (los jóvenes).”
En efecto, los incentivos son dinero que deja de ingresar la Administración pero, claro, la maquinaria del Estado necesita “gasolina” para seguir funcionando y, ¿cómo lo hace? Pidiendo prestado, endeudándose. Así, el incentivo que hoy me llevo yo como comprador de vivienda se suma a la deuda que algún día alguien tendrá que pagar… ¿No han oído eso de que “el que venga detrás que arree”? Pues eso.
Pero, ojo, que aquí tenemos un problema añadido que nadie quiere ver. Vean esta noticia: CatalunyaCaixa anuncia que extenderá la rebaja del 4% también a sus viviendas usadas. ¿Una buena noticia, verdad? A lo mejor no lo es tanto. Me explico:
Los incentivos fiscales, amen de no permitir el ajuste real de los precios, van a fomentar ad infinitum una práctica que alguna vez ya he denunciado: la arriesgadísima financiación hipotecaria que ofrece la banca para sus productos, que es la vuelta al modelo de la burbuja. Financiación del 110% a euribor más cero coma y amortización a 40 años. Con el señuelo de un descuento del 4%, miles de familias van a quedar de nuevo entrampadas en esquemas de endeudamiento que, incomprensiblemente, Gobierno y Banco de España consienten.
(Gracias a Manuel Caraballo, que me facilitó el artículo de BI)