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Pedro Pablo Valero

La decepción cripto

Al final se ha sustituido al banco central que emite dinero por un conjunto de "emprendedores" que no paran de crear más y más monedas digitales.

Al final se ha sustituido al banco central que emite dinero por un conjunto de "emprendedores" que no paran de crear más y más monedas digitales.
Alamy

Aunque costó años convencer a muchos, hace poco más de doce meses parecía que al fin los mercados financieros aceptaban a las criptomonedas como un activo más, coincidiendo con los máximos históricos del bitcoin, la primera y más importante cripto, y llegando a superar, junto con el resto de tokens digitales, los 3 billones de dólares de capitalización. Sin embargo, incluso en medio de esa euforia (que se contagió también a otros activos virtuales, como los NFTs y la apuesta de Facebook por el metaverso) algo fallaba ya que se estaba traicionando el espíritu original por el que se creó el bitcoin.

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La idea del fundador o fundadores del bitcoin -bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto- era crear una alternativa a las monedas flat, y para asegurar eso existe un límite de bitcoin que minar (21 millones) que deberían haber provocado que su tenencia fuera un seguro contra la amenaza de la inflación, algo que estaba garantizado que ocurriría antes o después por la continua emisión de moneda por parte de los bancos centrales, lo que se ha concretado este 2022. Además, se aseguraba que, gracias a la tecnología blockchain, su tenencia sería segura e incontrolable. Se pensaba en el bitcoin como una vuelta al patrón oro: dinero que vale por sí mismo sin depender de ninguna autoridad política o financiera. Cuando en verano del año pasado el presidente de El Salvador N. Bukele, anunció que su país sería el primero en adoptar esta criptomoneda como su moneda oficial, muchos creyeron que la utopía se estaba haciendo realidad.

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Pero nunca ha sido así. Aunque la idea, incluso hoy, sigue resultando atractiva en la teoría, se ha visto mancillada a pesar del enorme éxito del bitcoin como activo especulativo que no paraba de subir y subir de precio. Lo primero y más evidente es que si la ventaja del bitcoin era su limitación de número, ¿qué pintan miles de criptomonedas en el mercado? Al final se ha sustituido al banco central que emite más y más dinero por un conjunto de "emprendedores" que no paran de crear más y más monedas digitales. Y es que quizás el problema del bitcoin haya sido su éxito, pero su éxito como activo especulativo, no como dinero. No está funcionando como refugio contra la inflación, y la prueba es que, en el año más inflacionista de este siglo, su precio se está desplomando más de un 60%. No es una alternativa al dinero de los bancos centrales ya que apenas se ejecutan transacciones con criptomonedas, la mayoría de las cuales ni siquiera sirven para nada práctico. Y tampoco son seguras, de hecho ha habido muchos hackeos, fraudes y problemas de todo tipo. Las criptos se han convertido en un activo especulativo, que se mueve casi en paralelo al Nasdaq (el índice bursátil más volátil) y que, como él, se ha desplomado al reducir y encarecer la Reserva Federal la liquidez. Es decir, no han resuelto ningún problema y han generado más gasto energético y más especulación.

En paralelo al éxito del bitcoin no sólo han surgido miles de criptos, además se generó una burbuja (intensa pero breve) con los NFTs (activos virtuales), se magnificó el metaverso (algo que provocó el cambio de nombre de Facebook a Meta y causa principal de su desplome bursátil) y nacieron las stable coins, que quizás suponen la mayor traición al espíritu original del bitcoin. Una stable coin es una criptomoneda creada con la finalidad de que su valor permanezca estable. La realidad es que es un punto intermedio para los que especulan en las criptos tradicionales y que no tengan que cambiar a dólares, euros, yenes, etc. cada vez que venden alguna, si su intención es volver a recomprar pronto. De este modo si la idea era que las criptos se intercambiarían entre usuarios, sin intermediarios ni nadie que controle las operaciones, esto es justo lo contrario. Lo peor es que para que las stable coins sean estables en su precio, deben estar respaldadas por otros activos que les ofrezcan esa "estabilidad", y esos activos pueden ser dinero flat, acciones, otras criptomonedas, oro… si no es así pueden hacer perder mucho a sus usuarios como ya pasó hace unos meses con una llamada Terra. ¿Qué diferencia hay entonces con un banco central, un organismo que emite moneda y en el que nosotros estamos obligados a confiar por el supuesto respaldo que esa moneda tiene?

No obstante, si asumimos que no es dinero y que la inmensa mayoría de las criptomonedas no tienen utilidad, nos sigue quedando el éxito del bitcoin como activo, algo que es indudable y que se puede ampliar a la segunda por capitalización, el Ethereum, que además sí que tiene uso para transacciones en el metaverso, algo que podría ser importante en el futuro. Es decir, si quitamos el aura ideológica, lo que queda es algo que, quizás (como pasó con la burbuja da las ".com" a comienzos de este siglo y las múltiples cotizadas de internet), se adelantó mucho a su tiempo, provocando el fracaso de muchos proyectos y una racionalización de los precios tras una subida demasiado vertical.

A día de hoy, como les pasa a casi todos los activos de riesgo, en un contexto de política monetaria que retira liquidez del mercado, los precios de las criptomonedas no tienen argumentos para subir, y por eso llevan el año que llevan. Pero eso no significa que el bitcoin, el Ethereum y quizás alguna otra, no puedan ser un activo que incluir en cartera cuando se detecte un cambio de tendencia. La cuestión, a mi juicio, es saber esperar y tener mucha prudencia con la cantidad a invertir, que creo debe ser un porcentaje pequeño del total de la inversión.

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