La ministra Nadia Calviño sigue empeñada en negar la cruda realidad. A pesar de que la economía española es la más cayó en 2020 y la que menos se recuperó en 2021, la titular de la cartera de Asuntos Económicos sigue ignorando que España tiene un 4% menos de actividad que al final de 2019, amén de 60.000 empresas menos.
1. Unos PGE inflados.
En primer lugar, el gobierno de España presentó unos Presupuestos Generales del Estado para 2021 que se alejaban por completo de los escenarios previstos por todas las casas de análisis nacionales e internacionales. Aunque se estimó una subida del PIB de casi un 10%, el dato final ha sido cercano al 5%, de modo que se ha errado el cálculo en un 50%.
La maniobra se repite en 2022. Otra vez más, el Ejecutivo plantea un escenario macroeconómico absurdo, en el cual el crecimiento alcanza el 7% a pesar de que todos los servicios de estudios estiman poco probable que se logren cotas alejadas del 5,5%. El propio presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha admitido en al Expo de Dubai que el horizonte que realmente se baraja se sitúa en torno al 5%. De modo que el escenario de referencia para este curso presentaría una desviación de hasta un 30% respecto a lo comunicado originalmente por Calviño.
2. El "PIB diario" como salida.
Ante la constatación de que la actividad está muy por debajo de lo esperado, Calviño y su equipo han creado una nueva métrica de referencia macroeconómica: el indicador diario de actividad. Se trataría de una suerte de "PIB diario" que no tiene correlación con ninguna otra variable de referencia y que tampoco es una estadística oficial.
De esta forma, el ministerio de Asuntos Económicos se desmarca de la contabilidad nacional y plantea un nuevo indicador cuya elaboración no ha sido homologada ni validada por Eurostat y que, además, se desarrolla de forma opaca por parte de su departamento de gobierno, al tratarse de un cálculo cuya composición se realiza de espaldas al Instituto Nacional de Estadística.
3. La inflación "en recibo" como disparate final.
Ante la evidencia de que la situación económica es peor de lo que el gobierno quiere transmitir, Calviño ha optado por cuestionar también las cifras oficiales de inflación, dando pábulo a un estudio en el que se pretende estimar el aumento real de los costes de la electricidad y otros ítems a base de revisar una muestra de recibos abonados dentro del sistema de pagos de determinadas entidades financieras.
Esta medición improvisada rompe con los criterios estadísticos que regulan las mejores prácticas en materia de análisis y medición. De hecho, se sitúa de espaldas a la elaboración del IPC que realiza el INE siguiendo las mismas pautas que se emplean en los veintisiete países de la Unión Europea y buena parte de las demás economías del mundo. Calviño, por tanto, da pábulo a un indicador carente de respaldo, hasta el punto de que el INE ya ha emitido un comunicado de respuesta.