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José T. Raga

La dignidad cotiza en negativo

¿Dónde queda la dignidad de su Gobierno y, peor aún, la dignidad de España y de los españoles?

¿Dónde queda la dignidad de su Gobierno y, peor aún, la dignidad de España y de los españoles?
Pedro Sánchez. | EFE

He vencido la tentación de usar el término honor en el título de hoy; de un lado, porque se da tan pocas veces que hasta puede ser desconocido para muchos y, de otro, porque, al tratarse de una cualidad moral (RAE), existe el peligro de que algunos consideren que los asuntos morales no van con ellos.

La dignidad, sin embargo, parece algo más ligero, algo que no compromete tanto, la propia RAE lo considera como el decoro de las personas en la manera de comportarse, dicho lo cual, habrá personas de alta dignidad y otras con la dignidad por los suelos.

Hubo tiempos en que tanto el honor como la dignidad –tanto monta, monta tanto, o, como rezaría en su origen, tanto monta cortar como desatar– eran la nota distintiva del realce de una persona capaz de despertar respeto y reverencia en los demás.

Pues bien, honor, dignidad… están en crisis, ignorados, ¿no lo cree usted, señor presidente? Se lo han tenido que decir muy claro desde Bruselas, por misiva de la presidenta de la Comisión, para aclararle que de lo que presumía –los parabienes de la Comisión por su gestión política y económica– era una simple cortesía, y que nunca pensó la entendiera de otra forma.

¿Le ha quedado alguna duda? O sea, que de felicitación, nada. Conviene, pues, que instruya usted a sus ministros/as acerca de lo que Bruselas piensa de la gestión de España –bueno, del Gobierno español– en lo económico, en lo sanitario, en lo político…

Así que no son los demás los que tienen que cambiar, como pedía la vicepresidenta Calviño, con referencia al marco fiscal de la Unión, y el endeudamiento abusivo no es admisible, más cuando lo acordado es lo contrario.

Se lo recordó también el canciller alemán, Sr. Scholz, en su visita reciente a nuestro país, cuando le advirtió del desajuste de la fiscalidad española, su déficit y su deuda, que deben ajustarse a las normas establecidas. Cuando usted respondió que estaba totalmente de acuerdo con ello, ¿no le importaba jugarse su dignidad?

Calviño espera que cambien los demás: reglas, compromisos, acuerdos… pero sólo nosotros sabemos que ese es un remedio muy español; para nuestra vergüenza, el culpable siempre es el otro. No creo, francamente, que los europeos que se sientan interpelados para cambiar sus reglas y procedimientos lleguen a entenderlo, como tampoco entienden que usted, señor presidente, haya valorado y agradecido su felicitación, cuando era una simple carta de cortesía.

¿Se le ha olvidado también que la agencia de calificación S&P sigue colocando a España en signo negativo respecto a las posibilidades de estabilizar o mejorar su posición –en otras palabras: su solvencia–, y que de los 20 países analizados con valoración negativa 19 son economías emergentes, siendo España el único que no lo es, al menos por el momento?

¿Dónde queda la dignidad de su Gobierno y, peor aún, la dignidad de España y de los españoles?

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