Los alquimistas del Gobierno han trabajado muy duro esta Navidad. Se han esforzado duramente en vender unos datos de paro, según ellos, bueno, y sacar a sus voceros a los medios de comunicación a decirlo por tierra, mar y aire. Una noticia excelente para España si no fuera porque, sencillamente, no es cierta. Los datos de paro y afiliación a la Seguridad Social que hemos conocido esta semana son, sencillamente, los que corresponden a un mes de diciembre, en el que las cenas de navidad, las compras y las escapadas provocan un incremento de la actividad económica y, con ella, del empleo.
Pero en ningún caso pueden ser considerados positivos después del enorme ajuste que, aunque maquillado hasta la saciedad por los ERTE y los autónomos en cese de actividad, ha sufrido el mercado laboral español.
Un mercado laboral maltrecho que, a pesar de que ha demostrado que la reforma laboral de 2012 funciona (por eso la han mantenido prácticamente intacta), aún no se ha recuperado de los efectos de la incapacidad e irresponsabilidad política en España, con el Covid19 como excusa. Veamos algunos indicadores para ilustrar este punto:
1-La afiliación en el sector privado no ha recuperado los niveles preCovid19
La primera falacia que debemos desmontar es que es mentira que la afiliación laboral haya registrado máximos históricos. En diciembre 2021 había 19.824.911,21, de los cuales hay que restar más de 200.000 personas que siguen en ERTE o son autónomos recibiendo una prestación extraordinaria por cese de actividad.
Es decir, hay 19,6 millones de cotizantes. No 19,8.
Pero hay más, un análisis mínimamente exhaustivo deja entrever los problemas de base de nuestra economía y del mercado laboral español.
Debemos entender que el punto de partida para medir la evolución con respecto a la situación pre-Covid19 ya no puede ser febrero de 2020, si no el dato mensual de hace dos años (en nuestro análisis, diciembre de 2019). ¿Por qué? Porque existe un efecto estacional muy relevante. Concretamente, entre 2009 y 2019 entre diciembre y febrero el mercado laboral español ha perdido 180.000 cotizantes de media al año. Si cogemos el dato de febrero de 2020 como base, estamos supraestimando la evolución con respecto a diciembre.
De hecho, si uno hace las cuentas con un poco de interés, observa que en los últimos 2 años hay 200.000 afiliados más a la Seguridad Social, una cifra que aumenta hasta los 362.000 si hacemos la diferencia con respecto a febrero de 2020.
Pero aún hay más. Si eliminamos los más de 220.000 empleos que se han creado en la administración pública desde hace 2 años, la realidad es que el sector privado nacional continúa estando 18.000 puestos de trabajo por debajo de los niveles pre-Covid19.
Dos falacias eliminadas de un plumazo: Ni hay más gente que nunca trabajando, ni hemos recuperado los niveles de empleo previos a la crisis.
2- El paro continúa por encima de los niveles pre-crisis
Los datos de paro también esconden una situación real incluso peor que la que ya dibuja el país con la mayor tasa de paro de toda Europa.
La ministra Díaz habla de 3,1 millones de parados. La realidad está más cercana a los 3,8. Veamos de dónde sale esta cifra:
Paro registrado (cifra oficial): 3.105.905
Otros no ocupados: 215.007
Parados con disposición limitada (que están buscando trabajo en unas condiciones concretas, por ejemplo, que no están dispuestos a cambiar de residencia): 281.353.
ERTES: 103.801
Autónomos en cese de actividad: 108.178
Total: 3.814.774 parados en diciembre de 2021. La cifra equivalente para diciembre de 2019 era de 3.615.140 personas.
O, dicho de otra manera, hay casi 200.000 parados más que antes de la pandemia.
3- Menos contratos y más inestabilidad laboral.
El reflejo del dinamismo económico sobre el mercado laboral se mide por el número de contratos formalizados. Debemos recordar que la recuperación de los últimos meses se ha basado, fundamentalmente, en un efecto base positivo y la vuelta de personas que estaban en ERTE a sus puestos de trabajo. Salvo muy pocos meses a lo largo de 2021, el número de contratos ha sido inferior a los de 2019.
Algo que ha vuelto a ocurrir en diciembre de 2021. En este mes se han formalizado 1.681.550 contratos. Esto supone un 24% más que en 2020 (faltaría más)… pero un 3,4% inferior al de 2019.
La dualidad del mercado laboral español es un fenómeno conocido por todos, y que lleva afectando a este país tanto en épocas de bonanza como de vacas flacas.
Pero la inestabilidad laboral tiene otros indicadores que, aunque no son muy usados, son igualmente válidos. Y lo cierto es que estos sí que están en máximos. El número de ocupados que están buscando empleo en las oficinas del SEPE en diciembre de 2021 asciende a 1.246.535. Esto supone 400.000 más que en febrero de 2020 y 350.000 más que en diciembre de 2019.
Veamos la definición que da el SEPE de este colectivo para darnos cuenta de lo que está ocurriendo realmente: "Ocupados: son aquellos demandantes que teniendo ya un empleo buscan uno mejor o compatibilizarlo con el que ya realizan (ejemplo: mejor empleo, pluriempleo, etc)."
¿Es que los españoles de repente se han vuelto más exigentes o sibaritas? ¿O, por el contrario, es tal la inestabilidad laboral y la posibilidad de perder el actual empleo que se han tirado a buscar uno nuevo?
Debemos recordar que, además de todo lo anterior, hay 75.000 empresas con empleados a su cargo menos registradas en la seguridad social que en noviembre de 2019 y que, según el INE, el número de empresas disueltas se ha disparado un 22% en términos interanuales acumulados hasta noviembre.
En definitiva, un desastre sin precedentes, en el que el esfuerzo está puesto en el maquillaje y los fuegos artificiales en lugar de encontrar una solución. Merece la pena recordar que todo lo anterior se produce: i) En el marco de una pandemia que ya dura dos años; y ii) Con los mayores planes de estímulo fiscal y monetario de nuestra historia reciente.
Parece que necesitamos que lleguen analistas internacionales de reconocido prestigio a sacarnos los colores para darnos cuenta de la gravedad de la situación. Porque España no va bien, y cualquier paso que no sea hacia delante es hacia atrás.
2022 es un año repleto de oportunidades, pero también de incertidumbre. Es ciertamente preocupante el ritmo al que nuestro Gobierno nos lleva al abismo.