Sánchez ha conseguido que la CEOE avale la reforma laboral bajo el señuelo de que no modificará nada de lo esencial de la reforma de 2012, pese a haber dicho en reiteradas ocasiones que derogaría lo que ellos llamaban "aspectos más lesivos" de la reforma laboral llevada a cabo por el Gobierno del PP. La organización empresarial ha creído a Sánchez y ha acordado ratificar dicha reforma, cometiendo, a mi juicio, un grave error.
Ya a finales de 2019, Sánchez le dijo a la CEOE, para disimular, que no tocaría el salario mínimo sin hablar con los agentes sociales y que no entregaría ningún ministerio económico a Podemos. El salario mínimo lo ha subido sin consenso y el Ministerio de Trabajo se lo dio a la formación podemita. ¿De verdad la CEOE va a creer ahora esto de la reforma laboral? La patronal debería tener claro que Sánchez no es de fiar. Una cosa es que por respeto institucional se reúna con él, lo escuche y atienda, lógicamente, pero debe aprovechar esas reuniones para expresarle su rechazo frontal, firme y rotundo a todas las medidas nocivas para la economía, rechazo que deberían también escenificar en sus comparecencias ante la prensa tras dichas reuniones, porque si no lo hacen, si no son firmes y van a tratar de ser comprensivos, el daño a la economía será mucho mayor, porque el Gobierno aplicará esas medidas dañinas, pero hasta que se vea su efecto tratará de vender que incluso tienen el consenso de la patronal.
Para empezar, si una reforma está bien, no hay que tocarla, salvo que sea para mejorarla y flexibilizarla, cosa que no hace el Gobierno en la reforma que propone, que es perjudicial -o puede llegar a serlo- por diversos motivos:
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Aunque los convenios de empresa prevalezcan frente a los sectoriales, no lo son en uno de los temas esenciales: la negociación salarial. Así, muchas pymes se verán obligadas a aumentar sus costes a un nivel que no pueden soportar.
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Además, en el resto de temas, los sindicatos podrán lograr que también prevalezcan los convenios sectoriales sobre los de empresas, presionando a los grupos políticos para que enmienden el texto en su tramitación parlamentaria. Por tanto, la firma del acuerdo puede ir más allá si se modifica en el Congreso, y con un Gobierno en constante pelea no hay garantía de que no sea así. Ahora, el presidente de la CEOE dice que se saldrá del acuerdo si se modifica en este punto o en el solicitado por el PNV. Me temo que esa reacción llega ya muy tarde, pues el Gobierno ha conseguido lo que pretendía.
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Se mantiene la prohibición de despedir tras un ERTE, cosa que puede hacer cerrar a muchas empresas en dificultades, destruyendo, así, más puestos de trabajo.
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Recupera la ultraactividad plena, de manera que los convenios serán prorrogados ilimitadamente hasta que haya nuevo acuerdo, frente al límite anual actual. Esto supone dar un poder ilimitado a los sindicatos y llevar al máximo sus reivindicaciones, ya que saben que ilimitadamente estará en vigor el convenio vencido hasta nuevo acuerdo, por mucho que digan que cabe la posibilidad de introducir el arbitraje.
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Es una reforma hecha a espaldas de la UE, cosmética frente a ella, para cubrir el expediente, y nociva, al ser el punto de partida de la derogación de la reforma de 2012, realizada por el Gobierno del PP, que creó las bases para que, primero, cesase la destrucción de empleo heredada entonces; se estabilizasen la economía y el mercado laboral, después; y, finalmente, que estableciese el marco para que empresas y profesionales, con su esfuerzo y trabajo, creasen más de 2,3 millones de empleos.
Toda esa prosperidad lograda con aquella reforma es lo que, con este acuerdo, se está poniendo en peligro. Lo contenido en ella es muy probable que sólo sea el comienzo de una derogación profunda tras su tramitación parlamentaria.
Sólo el efecto de la reforma de 2012, impulsó de manera directa entre 2012 y 2018 la creación de 800.000 empleos, como se puede comprobar en los cuadros siguientes del profesor Dr. Cortiñas, de la UNED (que recogen los datos reales del empleo en términos de Contabilidad Nacional, y la estimación del comportamiento que habría tenido el empleo de no haberse llevado a cabo la reforma de laboral de 2012), que con el efecto indirecto por mejora del entorno económico y expectativas se amplió hasta casi 3 millones de nuevos puestos de trabajo según el dato de afiliados a la Seguridad Social.
La CEOE sabrá muy bien qué es lo que tiene que hacer, por supuesto, pero con acuerdos como éste, donde se avala el intervencionismo económico con la marcha atrás en aspectos de la reforma de 2012, las consecuencias que sufrirá toda la economía española serán todavía peores que las que ya de por sí veremos con este futuro Gobierno. Ahora, el presidente de la CEOE ha dicho que si se modifica el texto en el Congreso -en el sentido en el que lo ha solicitado, por ejemplo, el PNV, se saldrá del acuerdo. Me temo que eso llegaría ya tarde, pues ya le habrá dado al Gobierno lo que quería de él: una foto y un titular.
Lo que funciona no hay que derogarlo, sino mejorarlo, todo lo contrario de lo que sucederá con este acuerdo