Los ganaderos están temblando. Aún no se han recuperado de la última embestida del ministro Alberto Garzón y ya tienen un nuevo reto en el horizonte. Cada vez que el Gobierno quiere arreglar algo, lo complica aún más. Ahora están por ver las consecuencias de la reforma de la Ley de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria, que entró en vigor el 17 de diciembre tras su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Temen que pueda acabar con los pequeños productores. El Ejecutivo socialista la ha vendido como si fuese la solución a todos sus males, pero el sector tiene motivos de sobra para no confiar en ello.
"No es la panacea", asevera la secretaria general de COAG Asturias, Mercedes Cruzado, en declaraciones a Libre Mercado. "No nos vale absolutamente para nada", añade. Fundamentalmente porque la conocida como Ley de la cadena "no está pensada para los productos agroalimentarios".
Según explica la representante sindical, el sector ganadero está en pide de guerra porque no tiene otra opción. Nadie les escucha. "Estamos muy cabreados, muchísimo", asegura. "El Gobierno ni está ni se le espera. De lo único que habla cada vez que que se toca este tema, cuando nos ponemos en contacto con ellos, es de la Ley de la cadena. "Estamos en la calle todos los días y no estamos más, ni en mayor número, porque el ganado hay que atenderlo, a todas horas".
En su opinión, lo que ocurre es que el Ejecutivo de Pedro Sánchez no atiende las necesidades del sector porque hay otros colectivos más influyentes a los que quieren tener contentos. "Estamos viendo de sobra que les interesa muchísimo más defender a gente como los ecologistas o los veganos", señala la ganadera. "Tienen mucho más tiempo que nosotros y manejan muy bien las redes sociales" por lo que -considera- "pueden hacer más daño que nosotros" de cara a las próximas elecciones.
Promesas incumplidas
La comunicación con el Ministerio de Consumo, con Alberto Garzón a la cabeza, es escasa y poco efectiva. "Pero es igual que la haya o que no la haya", lamenta la secretaria general de COAG Asturias. "No cumplen las promesas que hacen". Poco esperan ya del titular de la cartera, que ha emprendido una auténtica cruzada contra el consumo de carne y ha atacado públicamente al sector ganadero en innumerables ocasiones.
El 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero proviene de la ganadería, especialmente de las macrogranjas, mientras que para que tengamos 1 kilo de carne de vaca se requieren 15.000 litros de agua.
De ello os hablo en este vídeo:#MenosCarneMásVida pic.twitter.com/wMDOd1GI8J
— Alberto Garzón🔻 (@agarzon) July 7, 2021
Tampoco tienen muchas esperanzas puestas en el Ministerio de Transición Ecológica, que se había comprometido a consensuar con las comunidades del norte (Galicia, Asturias, Castilla y León y Cantabria) la Estrategia para la Convivencia de las Actividades en el Medio Rural con el Lobo y su Conservación. "Se iba a elaborar hablando con todo el mundo", "se iba a contar con todas las partes, "se iba a hacer un trabajo de negociación"... O eso les habían dicho.
Pero no se ha buscado el prometido consenso. "En nada de tiempo, vemos que sin más publican la inclusión del lobo en el LESPRE (listado de especies protegidas). Fue un jarro de agua fría y un golpe en toda la cara", comenta la secretaria general de COAG Asturias. "Incumplieron todas las promesas", asegura.
"Tiran por la vía que ellos quieren, unilateralmente, sin contar para nada con el sector, basándose en las opiniones y en los votos de comunidades autónomas que jamás tuvieron un lobo ni lo van a tener". Según explica, a estás "se les permite votar" y su voto vale lo mismo que los que están "soportando casi el cien por cien de los los lobos que hay en España y sufriendo los daños continuos" en sus explotaciones.
Su experiencia con el Gobierno de Pedro Sánchez no puede ser peor. "Vemos que no está cumpliendo para nada" y, "las pocas veces que tiene interlocución con el sector, quedan en una cosa y al día siguiente hace otra". "No nos fiamos de ellos para nada", afirma. "Sabemos que tiene en su hoja de ruta" y "no entramos nosotros" en ella.
En opinión de Mercedes, "no les importa nada el futuro de la actividad económica en el medio rural". Considera que "lo del reto demográfico queda muy guapo decirlo", pero no hacen nada para conseguirlo. Están asfixiados. Y la ganadera no se refiere sólo a su sector.
"Por cada explotación, hay varios trabajadores", explica, pero "además están los del pienso, los del abono, los que nos venden el plástico para asilar invernaderos, los veterinarios, los talleres de maquinaria agrícola...". Todos ellos, se sienten abandonados. "Estamos produciendo alimentos, somos los que estamos alimentando a la población", y -sin embargo- nadie mira por ellos. "Están acabando con nosotros", asevera, "y eso al final va a afectar a toda la sociedad".
Un sector denostado
La ganadería extensiva tiene un papel importantísimo en la conservación del ecosistema, y los que se dedican a ella tienen la impresión de que esa parte no se ve. Se ha manchado su imagen, interesadamente. "Es la que está cuidando el territorio, la que está limpiando el monte, la que está haciendo que haya más biodiversidad...", explica Mercedes Cruzado. "Y evitando que haya más incendios, que se originan sobre todo porque todo es maleza por donde no pasa el ganado, no hay nada que frene el fuego".
Por otra parte, se vende la idea de que no aman a los animales o desean la extinción del lobo. Nada más lejos de la realidad. En lo que tiene que ver con el lobo, sólo quieren que haya "unos límites". "Una cantidad que sea soportable y que no acabe con todo el ganado". Ellos también sufren cuando encuentran a sus animales malheridos o muertos. "A veces, "van corriendo detrás de ellos y comiendo por la parte de atrás del animal", señala, "no se molestan ni en matarlos". Pero, a su forma de verlo, "ese dolor nos les importa, sólo el de los animales que a ellos les parece".
Prioritarios, siempre
El sector se siente maltratado. "Queremos que sepan que somos prioritarios siempre, no solo cuando hay coronavirus, asevera la representante de COAG. "El año pasado, decían que éramos prioritarios, esenciales y nos aplaudían. Pero eso lo hacemos todo el año, trabajando para ofrecer el mejor producto".
Los ganaderos quieren "ser una parte importante de la sociedad a que la estamos alimentando" y "que el Gobierno corresponda con eso, que haga unas normas que nos permitan seguir trabajando". "Somos pobres hasta para pedir", comenta Cruzado, "estamos pidiendo cubrir costes, después de trabajar las 24 horas del día".
Su labor no acaba ni durmiendo. "Siempre hay algún parto" del que estar pendiente, explica. Pero es que -además- todo su patrimonio "invertido en la explotación". Su objetivo es que "por lo menos la sociedad nos reconozca el trabajo que estamos haciendo y lo que estamos aportando", señala, "ya que vemos que el Gobierno no lo está haciendo".
Condiciones injustas
Mercedes Cruzado denuncia que los ganaderos españoles están en desventaja con respecto a productores extranjeros. "Tenemos las exigencias más altas del mundo en cuanto a: bienestar animal, condiciones laborales, utilización de productos que favorecen el engorde del ganado y que sí se usa en otras zonas...".
Ellos quieren "que cuando el consumidor va a comprar carne de Asturias tenga la completa garantía de que está comprando calidad. Un producto saludable, nutritivo y que va a aportar unos beneficios muy importantes a su dieta". Pero no entienden por qué "a lo que viene de fuera no se le exige nada".
La carne que importamos "con que cumpla con las condiciones del país de origen, ya puede entrar sin problemas". De ahí, la desventaja. "Tiene unos costes de producción muchísimo menores" y pueden ofrecer precio más competitivos.