El Gobierno ha comenzado a gastar los fondos europeos de la peor manera posible. Cualquier político al que le proporcionen ingentes cantidades de dinero va a tener muchos incentivos para enterrarlo en proyectos de poca o nula utilidad social y económica, pero es que la manera en la que está dilapidando el Ejecutivo Sánchez los recursos públicos de Europa es completamente inmoral.
Libre Mercado está revelando los detalles de los contratos en los que se están efectuando los primeros desembolsos y el resultado es desolador: ni un solo proyecto aporta un mínimo impulso a la capacidad productiva del país. Se trata de meras iniciativas ideológicas con las que el Gobierno social-comunista pretende otorgar prebendas a colectivos afines, o incluso desviar el dinero de los contribuyentes europeos a sus propios ministerios.
Buen ejemplo de ello es la campaña de autobombo del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que costará la friolera de 4,2 millones de euros. Su objetivo es "llevar a cabo diversas acciones de difusión en relación con las pensiones y con el Ingreso Mínimo Vital y su impacto en ámbitos determinados". Por supuesto, la estrategia de divulgación con el IMV servirá al ruin objetivo de ocultar el fiasco de esta subvención caciquil. Y es que, casi dos años después de su aprobación, el IMV sólo ha llegado a 800.000 personas y ha movido 1.400 millones de euros de los 3.000 millones previstos inicialmente para más de 2 millones de beneficiarios. Y qué decir de la información que va a transmitir Escrivá sobre la realidad las pensiones, cuando lo que está pergeñando es una reforma que amenaza con condenar a la ruina a las nuevas generaciones.
Para contentar al sector de la cultura, proletarios de la subvención, habrá un millón de euros. El destino de esta otra hornada europea será el de financiar las estancias en el extranjero de los escritores españoles porque eso les aportará "conocimiento y vivencia de otras culturas y sociedades" y contribuirá a "la creatividad literaria y al crecimiento personal", justifica el Ministerio de Cultura sin.
Junto a la vital hazaña de costearle las dietas y el alojamiento a los escritores afines estará el dispendio de 3 millones de euros para ligar la actividad de los Servicios de Empleo a la "transversalidad de género". El Gobierno también destinará 60 millones de los fondos europeos a "evitar la electrocución de pájaros en tendidos eléctricos".
Teniendo en cuenta que la economía española va a ser la última de las desarrolladas en salir de la crisis, lo más dañino que puede hacer el Gobierno es seguir despilfarrando el dinero europeo para tejer su red clientelar con semejante descaro. Por eso es fundamental que Europa obligue a los países a ejecutar los compromisos adquiridos y ejerza un férreo control sobre el destino de los fondos, pero la credibilidad de la disciplina europea flaquea. En juego están cientos de miles de millones de deuda común que los burócratas de Bruselas han cargado sobre los hombros de los habitantes del Viejo Continente. Y las deudas se pagan tarde o temprano, aunque cuando llegue el momento de pagarlas los despilfarradores ya no estén en el Gobierno para verlo.