Hace un par de años, una batalla comercial con China como protagonista lanzó a los titulares a las tierras raras: 17 elementos químicos desconocidos para la inmensa mayoría de la población pero indispensables para su vida diaria al hallarse presentes en todo tipo de productos de uso cotidiano, como el móvil con el que quizás esté leyendo esta noticia.
La historia de las tierras raras comenzó en el siglo XVIII al hallarse el primero de ellos en una mina de Suecia. Desde entonces, se desató una carrera para encontrarles uso que está lejos de terminar. Sus propiedades físicas y químicas los han vuelto imprescindibles en ordenadores, energía verde y tecnología militar, entre otros muchos usos.
Según un Informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos, se calcula que hay reservas de tierras raras para 900 años en nuestro planeta, si se mantuviera nuestro consumo actual (aunque éste está creciendo un 10% anual). Sin embargo, una potencia, China, consiguió convertirse en unos años en casi el único exportador de estos minerales que Estados Unidos y la Unión Europea consideran "críticos" porque su escasez dañaría la economía de un país al ser necesarios en tecnologías esenciales. El gigante asiático supo ver muy pronto cómo sus ricos yacimientos de tierras raras podrían convertirse en un arma y se convirtió en el principal exportador gracias a que posee la principal mina de tierras raras del planeta, (la de Baiyun-ebo, en la Mongolia Interior china), a que no tienen las estrictas legislaciones laborales y ambientales de Occidente y a una agresiva política comercial que hundió los precios. Hace unos años, la estrategia varió para convertir a China, además de en exportador, en productor de productos finales basados en tierras raras, acaparando el complejo procesado de los minerales y también la investigación en búsqueda de nuevos usos.
Varios toques de atención en los últimos años, como un conflicto con Japón en 2010 que llevó a China a cortar las exportaciones, llevaron a distintos países a tratar de reducir su dependencia extrema de China. Estados Unidos pasó de cerrar su principal mina de tierras raras a reabrirla y plantear la reapertura de otra y una planta de procesados. La misma estrategia siguieron países como Australia o Canadá. Como consecuencia, China pasó de acaparar el 97% del mercado a "sólo" un 62%, con EEUU como segundo productor. El país asiático, mientras, mantiene como objetivo convertirse en la primera potencia mundial en investigación y desarrollo tecnológico para la industria de tierras raras en 2025.
Los yacimientos en España
La UE mantiene una fortísima dependencia de China, con un 99% de importaciones de las tierras raras pesadas y un 87% de las ligeras. Los sustos de los últimos años llevaron a la Unión Europea a localizar 76 yacimientos en el continente (proyecto EURARE): aunque los más prometedores se encuentran en Groenlandia (se calcula que podría llegar a suponer el 25% de la producción mundial), Escandinavia y Alemania, el mapa europeo también señaló a España, con varios posibles yacimientos: el del Campo de Montiel en Ciudad Real, la sierra del Galiñeiro en Orense, Ramblas de las Granadillas en Almería, Río Cúa en Asturias, Domo del Tormes en Salamanca y dos zonas en Canarias, en Fuerteventura y Gran Canaria.
Sin embargo, por el momento España no ha emprendido la explotación de sus recursos de estos minerales estratégicos pese a consideraciones como la del Colegio de Geólogos, que estima que la sierra del Galiñeiro podría llegar 2856 toneladas al año de tierras raras y que el yacimiento de Campo de Montiel podría producir hasta 40.000 toneladas.
Tanto en uno y en otro caso, los intentos se han topado con objeciones ambientales y trabas institucionales. En Galicia, el proyecto de explotación no fructificó por las dificultades técnicas y la presión local. En Campo de Montiel, la empresa minera Quantum notificó el hallazgo de 30.000 toneladas de monacita ricas en neodimio, praseodimio y europio, pero presiones ecologistas dieron al traste con el proyecto que tampoco apoyó la Junta de Castilla - La Mancha. A estos posibles yacimientos se suman otros submarinos, también prometedores pero aún más complicados de explotar, en el Golfo de Cádiz, el Banco de Galicia y sobre todo los montes submarinos próximos a las Islas Canarias. En el caso de estos últimos depósitos, a la desidia y las presiones verdes se suma el conflicto con Marruecos. Algunos de los depósitos submarinos, como el monte Tropic, están más allá de las 200 millas de la plataforma de las islas y España lleva años intentando que la ONU lleve el límite de las aguas territoriales hasta las 350 millas.
Las reticencias locales y ecologistas ante proyectos mineros son contestadas desde el Colegio de Geólogos, que recuerda que la legislación española es muy restrictiva con el impacto ambiental y señala que "si los proyectos cumplen la legislación vigente, el impacto es limitado y recuperable". Ricardo Prego, profesor de Investigación del CSIC y uno de los mayores expertos de España en tierras raras, lamenta en LD que "en España la minería tiene mala fama" y uno de los retos ahora es "utilizar procesos no contaminantes" en el punto más problemático de la extracción de las tierras raras: los residuos generados al separar los elementos de los minerales que los albergan.
Sobre el Campo de Montiel, Prego señala que se trata de una zona "muy rica", con el mineral "a flor de tierra" y que es interesante por la cantidad de praseodimio y neodimio que contiene, muy utilizado para fabricar imanes de pequeños motores como los que se usan en los coches para mover los retrovisores o las ventanillas. En el caso de Montiel, en el proceso para extraer las tierras raras no se genera torio, un material radiactivo que suele ser uno de los mayores retos en la extracción de tierras raras. Sí existe en cambio en la sierra del Galiñeiro, el "yacimiento más rico de España" y cuya explotación se quedó varios pasos atrás que la de Ciudad Real por "la gran contestación" que se produjo en la zona.
España tiene hoy por hoy una modesta demanda de tierras raras: unas 550 toneladas al año procedentes fundamentalmente de China, según el Departamento de Seguridad Nacional, que estima en "muy limitados" los efectos de una hipotética guerra comercial. Se usan fundamentalmente para la fabricación de vidrios y cerámicas, en el pulido por ejemplo de cristales para gafas o fotografía.
Ni investigación ni industria
España no explota su riqueza minera pero tampoco aborda el procesado posterior de tierras raras ni la fabricación de "productos elaborados". Por el momento, el país ha renunciado a explotar una riqueza que "está ahí" y que sería fundamentalmente exportada si llegara a extraerse puesto que no existe, según el investigador, una industria potente capaz de aplicarla. Destaca cómo otros países, como Alemania, han apostado por esta minería con respaldo estatal y un coste de extracción mayor que en otros países al considerarla estratégica.
También hay en España "poca investigación", otro de los aspectos más interesantes de las tierras raras y también acaparado por China. Según Prego, "cualquier país que invierta" en investigación puede desarrollar patentes para aplicar unos minerales de usos prácticamente infinitos. Como ejemplifica Prego, las neveras que usaremos en pocos años funcionarán a base de imanes fabricados con tierras raras y a esos nuevos usos sólo se llega a base de investigación.
Boicot ‘verde’ a las energías verdes
Se da la paradoja de que una de las principales aplicaciones de las tierras raras está asociada a la energía verde, esa que quieren impulsar los ecologistas mientras boicotean la extracción de los productos que la hacen posible y cierran los ojos ante los desmanes ambientales de terceros países. Las baterías de los coches eléctricos, los patinetes, los aerogeneradores o las placas solares se fabrican mediante tierras raras y sus aplicaciones en este ámbito van en aumento. También destacan los usos militares de las tierras raras, que ayudan a entender las guerras soterradas tras estos recursos. "Un caza F22, un F35, un submarino nuclear tienen montones de tierras raras. Toda la parte electrónica y tecnológica de un Ejército se basa en las tierras raras", señala el experto.
"Dicho de manera rápida: sin tierras raras volveríamos a 1960", resume el profesor. Ese fue el momento en que empezaron a aplicarse en las televisiones en color y, desde ahí, a sus miles de usos tecnológicos actuales.