La inflación no da tregua en España. El Índice de Precios de Consumo (IPC) subió un 0,4% en noviembre en relación al mes anterior y situó su tasa interanual en el 5,6%, lo que supone dos décimas más que en octubre y su nivel más alto en 29 años.
A pesar de la escalada de los precios, los ministros del ala económica del Gobierno llevan varios meses quitándole hierro al fenómeno inflacionario que amenaza, sobre todo, a los ahorradores y a las clases medias y bajas. "La inflación no me preocupa a corto plazo" porque "no es exorbitante", declaraba la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, a principios de septiembre.
Aunque el Ejecutivo siga restándole importancia al repunte de la inflación, las dudas sobre su carácter temporal son tan evidentes, que otros organismos, como la Reserva Federal, ya han empezado a tomársela en serio. Así, la semana pasada, el presidente de la Fed, Jerome Powell, recomendaba a los países afectados eliminar el adjetivo de "transitoria" al referirse a la inflación. Sin embargo, esa misma semana, Calviño volvía a utilizar el término que la Fed pretende fulminar. La subida de la inflación responde a un "fenómeno transitorio", insistía a su vez la socialista.
Como se observa en el gráfico anterior, si tenemos en cuenta el último dato de la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos), vemos que este indicador aumentó en noviembre hasta el 1,7% (en abril era del 0), por lo que, una vez eliminado el efecto volátil, seguimos viendo que hay un aumento generalizado de los precios.
La despreocupación del Ejecutivo ante un inflación anual tan elevada, que no se veía en España desde al año 1992, no deja de ser llamativa teniendo en cuenta que, cuando Pedro Sánchez llegó al poder, la escalada de los precios era 3,3 puntos menos que la actual. Así, en junio de 2018, mes en el que el líder del PSOE fue investido presidente, el IPC anual se situaba en el 2,3%. Ahora, esta variable es más del doble.
Récord de luz y gas con Sánchez
El mes pasado, las subidas de los precios de la alimentación y la de los carburantes fueron las responsables de elevar el IPC al 5,6%, tal y como ha informado el INE. Aunque el INE, dará a conocer los detalles del encarecimiento de estas categorías a mediados de mes, los bolsillos de los consumidores llevan tiempo dando cuenta de que todo es más caro.
La partida que más está influyendo en los niveles de inflación de estos últimos meses son los precios de la energía, que también se han multiplicado con Sánchez hasta alcanzar niveles récord. Aunque la subida histórica de la luz y el gas se debe a fenómenos internacionales, que no son responsabilidad directa del Ejecutivo de PSOE y Podemos, no deja de ser llamativo que, cuando estas formaciones políticas estaban en la oposición lideraban la lucha contra la "pobreza energética" y ahora, que los precios son mucho más altos que entonces, parece que el problema hubiera desaparecido.
Por ejemplo, cuando Sánchez llegó a Moncloa, el coste del megavatio hora cerró el mes de junio en los 58,46 euros. Sin embargo, hoy martes la luz alcanzará los 211,81 euros, la friolera de un 457% más que hace justo un año y un 362,32% más que el mes en el que Sánchez se convirtió en presidente.
Una escalada todavía mayor se ha producido en los precios del gas, que también influyen directamente en el precio de la luz. Así, durante las últimas jornadas del mes de junio de 2018, los precios de esta materia prima rondaron los 25€/MWh y, ahora, superan los 90 euros, un 360% más.
Otra materia prima que se encuentra al alza son los combustibles. La semana pasada, el precio de la gasolina cerró en los 1,509 euros, mientras que el precio medio del litro de gasóleo se situó en los 1,376 euros. Así, llenar un depósito medio de gasolina de 55 litros cuesta ahora 83 euros, casi 20 euros más que hace un año, mientras que en el caso de repostar con gasóleo llega a los 75,7 euros, unos 19 euros más que en la misma semana de noviembre de 2020. En junio de 2018, el precio de la gasolina era mucho más económico y rondaba los 1,34 euros. El del gasoil, los 1,24 euros.
Hacienda, la gran beneficiada
Aunque la subida de los precios de la energía o los carburantes que se está produciendo en los mercados internacionales se escape de las manos del Gobierno, la herramienta que sí podría utilizar el Ejecutivo para aliviar la asfixia de los ciudadanos es la fiscal, pero hasta ahora, solo ha tocado los impuestos de la luz.
Así, Sánchez no ha bajado los impuestos del gas ni tampoco los de los carburantes (de hecho, estudia una subida de la fiscalidad del diésel). Tan sólo ha bajado el IVA de la luz del 21% al 10%, después de varios meses con el recibo eléctrico desbocado. Como ya publicó Libre Mercado, mientras Hacienda se decidía aplicar esta rebaja fiscal, los impuestos de la luz le reportaron pingues beneficios. Además, gracias al encarecimiento de los derechos de emisión del CO2 (un impuesto encubierto), los ingresos del fisco saldrían comidos por lo servido. Tampoco hay que olvidar que mientras la inflación detrae poder adquisitivo y ahoga a los contribuyentes, Hacienda llena sus arcas con este impuesto en la sombra.