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Daniel Rodríguez Asensio

Madrid y el empleo público salvan el marketing laboral del Gobierno

Hay quien cree que tenemos que cambiar el cálculo de la riqueza nacional solo porque el maquillaje que están insuflando a otras variables ya es insuficiente para reflejar la situación económica real.

Hay quien cree que tenemos que cambiar el cálculo de la riqueza nacional solo porque el maquillaje que están insuflando a otras variables ya es insuficiente para reflejar la situación económica real.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) conversa con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, durante el Pleno del Congreso del jueves | EFE

Esta semana hemos conocido los datos de paro y seguridad social del mes de noviembre. El mensaje desde el Gobierno ha estado impregnado del mismo triunfalismo del que venimos adoleciendo en los últimos meses.

Mientras Europa, la OCDE, el FMI y otros muchos organismos internacionales lanzan avisos con carácter prácticamente semanal, desde los canales oficiales se intenta vender una recuperación robusta, e incluso superior a la media europea. La realidad es una evolución muy débil, en la que los riesgos a la baja van cristalizando uno tras otro… y en la que el más desfavorecido está siendo el ciudadano de a pie y la pyme española.

Vean este gráfico de la OCDE:

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La línea azul refleja su previsión de crecimiento el cuarto trimestre de 2019 (antes de la pandemia) para la economía española. La línea roja es la previsión que tenía esta organización en mayo; y la línea morada, la que ha hecho pública esta semana. La conclusión es clara: España no recuperará los niveles de riqueza previos a la crisis hasta 2023 —único país europeo que se da en esa situación—, no recuperaremos los niveles de riqueza recogidos en el escenario tendencial hasta 2024…. Y la situación no mejora, sino que empeora continuamente.

Esto es un verdadero problema, por dos razones: primero, porque vamos a ser la economía más rezagada de la Eurozona, y segundo, y no por ello menos importante, porque estamos tratando a un enfermo, con problemas estructurales muy serios, como una persona sana que está pasando un bache. Y eso es gravísimo para el crecimiento potencial de nuestro país.

Hay quien afirma que los datos de empleo no guardan correlación con los datos macroeconómicos. Concretamente, hay una corriente de pensamiento económico que piensa que hay que revisar el cálculo del PIB porque el mercado laboral va muy bien y, sin embargo, la evolución económica no. Sí, como lo leen: hay quien cree que tenemos que cambiar la fórmula de calcular la riqueza nacional, que es común a toda Europa y a todos los países desarrollados, solo porque el maquillaje que están insuflando a otras variables ya es insuficiente para reflejar la situación económica real.

Veamos algunos datos de los informes de paro y seguridad social que hemos conocido esta semana, y seguro que no han leído:

  • España ha tardado casi 2 años en recuperar los niveles de afiliación efectiva previos a la crisis. Si tenemos en cuenta a las personas que han estado en un ERTE y a los autónomos en cese de actividad, el dato de noviembre es el primero que está por encima de los niveles registrados hace 2 años.
  • Hay 6 comunidades autónomas que han seguido destruyendo empleo en el mes de noviembre.
  • Aún hay 60.000 empresas con empleados a su cargo que antes de la crisis.
  • Y hay algunos sectores, como el agrícola, que mantienen sus niveles de paro por encima de 2018.

Estos ya de por sí son datos preocupantes. Pero me gustaría incidir en dos asuntos que, a mi juicio, son de importancia capital a la hora de analizar el mercado de trabajo. El primero es el maquillaje que está haciendo el sector público. Si tenemos en cuenta la afiliación efectiva —esto es, excluyendo ERTE y autónomos en cese de actividad—, los trabajadores en el sector privado han caído en casi 70.000 personas con respecto a los niveles de 2 años y suponen tan solo el 22% del empleo creado desde febrero de 2020.

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Lo diré de otra manera: de los 270.000 puestos de trabajo que se han creado desde febrero de 2020, 211.000 corresponden al sector público y tan solo 60.000 al privado. ¿Qué clase de recuperación robusta del empleo es esta? Entre todos los españoles estamos pagando las ruedas de prensa de nuestro presidente y de nuestros ministros, que usan el presupuesto para agraciar a unos pocos.

El segundo elemento importante es la influencia de la Comunidad de Madrid en los datos de empleo. Veamos algunas cifras comprensibles para todos:

  • Madrid ha creado 6 de cada 10 empleos creados en España en noviembre.
  • Si tenemos en cuenta los últimos 3 meses, Madrid, que es el 14% de la población y el 17% de los afiliados a la seguridad social, ha creado, al menos, el 50% del empleo nacional.
  • En el mes de noviembre ha sido la región en la que más ha caído el paro.
  • Y, además, ha registrado el mayor dato de afiliación de toda su historia.

La falsa solvencia de los datos de empleo, por lo tanto, se desmontan fácilmente eliminando los dos efectos anteriormente expuestos. Y, si los tenemos en cuenta, es mucho más fácil entender la relación entre el empleo —en el sector privado— y la evolución macroeconómica. También, la cascada de revisiones a la baja que estamos viendo en las últimas semanas.

La realidad de la economía española es que las ventas minoristas llevan desde verano estancadas, que los indicadores coyunturales de actividad económica —demanda de electricidad, venta de vehículos, etc.— también evolucionan a la baja y la inflación desbocada se está comiendo los ahorros de la pandemia y la capacidad adquisitiva de las familias de clase media. La gente navega entre una situación de incertidumbre ante lo que vive cada día y lo que consideran que debería de ser cada vez que ve cualquier medio de comunicación. El maquillaje ha venido funcionando hasta ahora, y continúa funcionando, por ejemplo, en temas tan sensibles como son los créditos impagados. Pero eso no va a perdurar siempre, y ya lo estamos viendo con el PIB.

Necesitamos reformas, y necesitamos movernos en la dirección correcta. Cualquier otro escenario nos lleva al vagón de cola de la crisis financiera de cabeza.

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