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Pablo Molina

Vagos contra Zara

Mientras la tropa chavista no tome el poder, en España cada uno decide libremente sobre sus finanzas. También Amancio Ortega.

Mientras la tropa chavista no tome el poder, en España cada uno decide libremente sobre sus finanzas. También Amancio Ortega.
Amancio y Marta Ortega. | Cordon Press

Pablo Isla llegó al imperio fundado por Amancio Ortega después de varios trimestres consecutivos de malos resultados económicos. Cuando tomó las riendas de Inditex, un modestísimo inversor depositó su confianza (y sus ahorros) en acciones de la multinacional, en la confianza de que el tipo que había conseguido convertir a Tabacalera en un negocio boyante fuera capaz de propulsar en tiempo récord el valor bursátil de la primera compañía textil española. Aquel pequeño ahorrador era éste que suscribe. No me equivoqué. Ni yo ni los miles de pequeños accionistas que vimos nuestros ahorros multiplicados a los pocos años de que Isla tomara las riendas de la compañía.

El artífice de la expansión del universo Zara y su consolidación como referencia mundial de la moda se va y llega la hija del dueño de la empresa. Un relevo esperado por una cuestión meramente hereditaria y porque, mientras la tropa chavista no tome el poder, en España cada uno decide libremente sobre sus finanzas. También Amancio Ortega.

La gente normal ve con naturalidad que un padre deje sus propiedades a sus descendientes, sobre todo si tiene solamente un heredero. Es lo lógico, se trate de una tienda de ultramarinos, un negocio de fontanería o una multinacional. También hay un sector de ciudadanos cabales a los que esas cuestiones de altas finanzas no les preocupan, porque bastante tienen con preservar las suyas. Y luego está la chusma ultraizquierdista, un pequeño pero granítico ecosistema de vagos cuarentones, que se opone firmemente a que Amancio Ortega haga con su dinero lo que le sale del forro de sus caprichos (García dixit).

La chusmita hiperventilada denuncia (te tienes que reír) que Marta Ortega va a ser la nueva consejera delegada de Inditex por designio paterno, no por méritos personales. Resulta chocante que los mismos que tratan de imponer el igualitarismo degradante de la carraca comunista defiendan la meritocracia como mecanismo de ascenso social. Pero esa es otra de las ideas esquizoides que tendrán que debatir en los círculos de psiquiatría de la organización, no un asunto que deba afectar al resto de los seres vivos.

Por otro lado, la hija de Amancio Ortega ha trabajado más que todos los dirigentes podemitas puestos en fila, uno detrás de otro, y ya despachaba camisetas en las tiendas de su padre cuando esta tropa se emporraba en los baños de las facultades de Ciencias Políticas. Por tanto, a callar, gandules, y a comprar regalos en Zara, que la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo se acerca. Marta os lo agradecerá.

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