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Daniel Rodríguez Asensio

La inflación se descontrola: hay motivos para la preocupación

Ahora que la inflación es un hecho y que todos los organismos ya comienzan a advertir de que ha llegado para quedarse, hay quien afirma que la inflación es buena para los pobres.

Ahora que la inflación es un hecho y que todos los organismos ya comienzan a advertir de que ha llegado para quedarse, hay quien afirma que la inflación es buena para los pobres.
El incremento de precios en Europa asciende al 4,4%, con grandes economías como España en la que los precios están creciendo al 5,4%. | Alamy

Un escenario de inflación moderada en 2021 debería haber sido el central para cualquier analista con un mínimo conocimiento de la historia económica contemporánea y de la situación real, tanto a nivel macroeconómico como microeconómico, durante el año pasado.

Desafortunadamente, los medios mainstream y muchos de los economistas más reconocidos decidieron mirar para otro lado y adoptar la versión oficial de que "no hay inflación". De la misma manera, ahora que la inflación es un hecho y que todos los organismos ya comienzan a advertir de que ha llegado para quedarse, hay quien afirma que la inflación es buena para los pobres.

Como si para un hogar vulnerable el hecho de que le suban —y estoy dando datos reales— un 20,5% los precios de los bienes y servicios relacionados con la vivienda, un 12,3% el transporte o un 34% la electricidad, el gas y otros combustibles fuera algo positivo, e incluso asimilable para muchos de ellos.

No es cierto que la inflación aminore la carga de las deudas para un hogar de ingresos reducidos. Su deuda sigue teniendo el mismo valor en términos nominales y, sin embargo, su renta disponible en términos reales se reduce por: i) mayor desembolso en impuestos por incremento de las bases imponibles y ii) mayores gastos por bienes y servicios de primera necesidad.

Hay una enorme confusión en torno a los efectos positivos de la inflación sobre los agentes endeudados. A los hogares, como acabamos de ver, la inflación no les ayuda en nada. A quien sí que beneficia directamente son a los Estados hiperendeudados. ¿Por qué? Muy sencillo: la deuda en términos nominales continúa siendo la misma y, sin embargo, la recaudación es mayor por el incremento de las bases imponibles, la rentabilidad de las inversiones en términos nominales también se incrementa y, por consiguiente, su endeudamiento en términos reales disminuye.

Por lo tanto, la falacia de que la inflación es buena para los trabajadores porque mejoran sus salarios es, sencillamente, mentira. En caso de producirse un incremento en la masa salarial —algo que no siempre ocurre—, siempre va por detrás de la inflación, por lo que el proceso de empobrecimiento es lento pero constante y eficaz.

Lo que está claro, a la luz de los hechos, es que la inflación es un fenómeno que está aquí para quedarse y que es más grave de lo que algunos preveíamos. En esta columna hemos escrito en varias ocasiones sobre unos niveles de inflación que oscilarían entre el 5 y el 5,5% en 2021. Con los últimos datos de la mano:

  • El incremento de precios en Estados Unidos asciende al 6,2% interanual, con la inflación subyacente (eliminando los alimentos y los combustibles) en el 4,6%.
  • En Europa, este mismo indicador asciende al 4,4%, con grandes economías como España en la que los precios están creciendo al 5,4%.
  • Tan solo China se está salvando del fenómeno, con un incremento del nivel general de precios del +1,5%.
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Además, son muchos los avisos de un carácter cada vez más persistente de la inflación. La semana pasada fue el Banco Central Europeo, hace unas semanas el FMICada vez más casas de analistas ven motivos para pensar en una inflación por encima del 2% con carácter estructural.

En definitiva, que la economía mundial, pero muy especialmente Europa y Estados Unidos, debemos aprender a vivir con algo que, en principio, deberíamos haber tenido superado.

El autor que mejor ha comprendido los fenómenos de la inflación, a mi juicio, ha sido Milton Friedman. Hay dos obras de este autor que merece la pena leer: Una historia monetaria de Estados Unidos y El misterio de la banca. En ellas explica a la perfección, y cito textualmente, que "la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario en el sentido de que solo es y puede ser producida por un incremento más rápido de la cantidad de dinero que de la producción".

O dicho de otra manera, que la impresión descontrolada por parte de los bancos centrales nunca es positiva para la economía, pero si sobrepasa determinados umbrales se convierte, además, en un motor imparable de inflación.

La clave está en la velocidad del dinero. Esta variable mide el número de veces que una unidad monetaria cambia de manos. De esta manera, la evolución de la masa monetaria (m) junto con la velocidad del dinero (v) tiene que ser igual que la producción nacional en términos reales —PIB multiplicado por los precios—.

¿Qué ha ocurrido con la velocidad del dinero durante la última crisis en Estados Unidos y en Europa? Algo no visto hasta ahora: que, lejos de seguir desplomándose, como lleva haciendo durante las últimas décadas, se está manteniendo constante. Como consecuencia de ello, y del aumento de doble dígito de la masa monetaria, el nivel general de precios continúa al alza, y no hay ninguna razón para pensar que no va a seguir así en los próximos meses.

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Es cierto que algunos de los factores coyunturales que supusieron la mecha para encender la inflación se están mitigando. Me refiero a variables como el coste del transporte (fletes), las materias primas, el petróleo, etc. Pero, ojo, no están bajando. Tan solo permanecen estables.

Y también es cierto que, por el momento, la negociación colectiva se está comportando de forma responsable y la evolución de los salarios en Europa no está creciendo al mismo ritmo que los precios.

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Dicho lo cual, y con manifestaciones como la que estamos viendo en Cádiz estos días, no parece que esta vaya a ser la tónica en el medio y largo plazo, en un horizonte de precios notablemente al alza.

Esto, junto con una evolución de los precios de los bienes intermedios que tampoco encuentra techo, suponen factores de presión al alza cuyo horizonte temporal aún desconocemos. Solo en España el precio de los bienes industriales ha crecido casi un 32% en el último año, con los productos energéticos creciendo un 88%... y los bienes intermedios casi un 20%. Pero es que los precios de la importación (IPRIM) también están creciendo un 15%, una cifra que contrasta con el -8% de verano de 2020. ¿Alguien se cree que todas estas industrias que están sufriendo una presión de costes terrible no va a trasladarlo a los precios, aún en un entorno de elevada presión competitiva? Es ciertamente difícil pensarlo.

Por lo tanto, debido a la acción de los bancos centrales y al efecto retardado de las variables que vamos conociendo en los últimos meses, cada vez queda más claro que la inflación está aquí para quedarse, y que no gestionarla nos va a obligar a convivir con ella, que es algo mucho más duro.

Si la inflación fuera positiva para las clases más humildes Argentina o Zimbawe serían paraísos para los trabajadores. Y, sin embargo, son lugares donde la gente se empobrece e incluso huye.

Con un escenario de inflación peor del estimado y una evolución económica como la que está experimentando España, Europa se asoma a una evolución macro muy débil durante 2022, con algunos países, como el nuestro, que estarán rozando —si no la registran— la recesión económica. Escrito queda.

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