Madrid tiene muchas facetas por la que se la distingue: la calidez con la que sus ciudadanos acogen a todo el que llega a Madrid; su riqueza monumental y su importancia en los acontecimientos históricos a lo largo de los siglos; una buena gastronomía y una variedad perfecta de lugares para visitar y disfrutar de ellos, y la mejor asistencia sanitaria de España y una de las mejores de Europa, un transporte de vanguardia y una escuela pública bilingüe en inglés.
Unido a todo ello se encuentra su política económica, que se basa en una gran libertad y que se ha convertido en la seña identidad de la misma: una política continuada en el tiempo de rebaja de impuestos para todos los contribuyentes, que han hecho que Madrid sea la región española donde menos impuestos se paga, pese a que las regiones forales tienen más competencias para poder bajar más, si quieren, los impuestos.
Por tanto, no hay una única política económica posible. Hay una, intervencionista, basada en una mayor intromisión en la economía, gasto público creciente, déficit alto, deuda elevada y subida de impuestos, además de una ausencia total de reformas. La otra, liberal, basada en la austeridad y reducción del gasto, la estabilidad presupuestaria, la reducción ordenada y selectiva de impuestos y la eliminación de trabas que libera renta para la economía productiva, genera un marco de confianza y credibilidad y dinamiza la actividad económica y el empleo.
Cataluña, Valencia y otras regiones —incluso la que goza de privilegios tributarios forales, como el País Vasco; privilegios constitucionales, pero privilegios, al fin y al cabo— braman contra la política económica de Madrid. Es más, el propio Gobierno de la nación especifica en el documento firmado con Bruselas a cuenta de los compromisos para recibir los fondos europeos que llevará a cabo lo que llaman homogeneización o armonización fiscal, que significa que obligará a Madrid a subir impuestos. Todo movido por tres motivos: el disgusto nacionalista —caso del País Vasco— por no ser los que mejores registros consiguen, el rencor socialista por no gobernar en Madrid desde hace dos décadas y media, y la envidia de los independentistas catalanes, que ven cómo ellos mismos hunden a su región mientras Madrid despunta.
No deberían atacar a Madrid, sino copiarla o, si consideran que ese camino no es el apropiado, mantenerse en el suyo, y que cada uno se lo explique a los ciudadanos. Es legítimo optar por una o por otra política, pero sabiendo siempre que cada una de ellas dará diferentes resultados, porque distintas políticas dan distintos resultados. Eso se ve claramente en las políticas aplicadas por la izquierda y el separatismo en Cataluña durante todos estos años, que al compararse con la aplicada por la Comunidad de Madrid desde hace dos décadas y media y, de manera especialmente intensa, desde 2003, muestra cómo el intervencionismo lastra la economía y la libertad económica la impulsa.
De hecho, recordemos que ya se aplicaron políticas de izquierda en Madrid, entre 1983 y 1995, y consiguieron un peor resultado. Comparando con la otra región de igual tamaño, como es Cataluña, el crecimiento económico de Madrid solía ir por debajo.
Por el contrario, desde 1995, el crecimiento de la región madrileña ha sido superior siempre tanto a la media nacional como a Cataluña. En la serie que publica el INE, que parte de 2010, se ve de manera clara este resultado. Madrid creció un 63,6% más que el conjunto nacional o que Cataluña. Distintas políticas dan distintos resultados: las de izquierda mantenían a Madrid como una economía sostenida, sin vigor, empujada sólo por su peso institucional, y las liberal-conservadoras la han convertido en una economía sostenible por ella misma, dinámica, una región de oportunidades.
Y eso pasaba en comparación con una política de izquierdas que era socialdemócrata, muy moderada, como la aplicada entre 1983 y 1995. Imaginemos qué sucedería si ahora gobernase la izquierda con sus planteamientos radicales actuales.
La Comunidad de Madrid aplica, desde 2003, una política de prosperidad basada en el gasto austero y eficiente, los impuestos bajos, el cumplimiento de la estabilidad presupuestaria, la eliminación de obstáculos para emprender y una libertad y seguridad jurídica económicas completa.
Eso ha hecho que Madrid se haya convertido en el principal motor económico de España, de manera muy destacada y con una fuerza y diferencia cada vez mayores, gracias a que su mayor libertad económica favorece la inversión y el empleo. Al compararla con la región económicamente similar, como es Cataluña, podemos ver cómo Madrid avanza cada vez más y Cataluña se estanca o retrocede. La política económica aplicada en Madrid es la de la libertad económica y la aplicada en Cataluña es la del intervencionismo, que es la que quieren aplicar Sánchez, Iglesias, Gabilondo y toda la izquierda en Madrid.
Esa política de libertad le permite a Madrid atraer el grueso de la inversión extranjera, como muestra el dato de 2020 (último año completo), donde en Madrid se concentran las tres cuartas partes de la inversión recibida.
Y ese porcentaje de inversión extranjera ha sido creciente, pues desde 2008 Madrid recibe el 63,8% y en el último año ha recibido casi doce puntos más, lo que demuestra que la confianza en la política económica de Madrid por parte de los inversores y del conjunto de agentes económicos es cada vez mayor. Paralelamente, vemos cómo las políticas intervencionistas que defiende la izquierda, que son las aplicadas en Cataluña, hacen que la región catalana pierda gran parte de la inversión que recibía del exterior.
Y eso tiene también su traducción en un mayor crecimiento económico de Madrid. Así, la región madrileña lidera el PIB per cápita de España, con más de 35.000 euros, 4.700 más que Cataluña, que optó por la política intervencionista, que es la de la izquierda.
Eso se traduce en contar con el mayor crecimiento económico del último año publicado a nivel regional:
Que se extiende a lo largo de los últimos diez años:
Todo ello ha hecho que Madrid se convierta no sólo en la región más próspera, sino también en la mayor economía por volumen de PIB, pese a contar con menor extensión y población que Cataluña.
Esta política económica liberal en Madrid es el binomio perfecto entre menos impuestos y más servicios de alta calidad, que ha hecho posible en los últimos doce años que los madrileños tengan los impuestos más bajos de España y los mejores servicios públicos, entre los que podemos destacar, desde 2003:
- Doce hospitales nuevos.
- Ochenta nuevos centros de salud.
- 3.300 nuevos médicos.
- Libre elección de médico, centro y hospital.
- Más de 400 nuevos centros educativos.
- Generalización del bilingüismo en los centros educativos públicos y concertados, con más de 450 centros.
- 240 centros de día y discapacidad.
- Triplicar la RMI
- Más de 100 kilómetros de Metro.
- 90 nuevas estaciones de Metro.
- O la ampliación ambiciosa de la red de carreteras de la Comunidad de Madrid.
Esa es la realidad, no otra. Querer acabar con la prosperidad de una región que, además, la reparte solidariamente, a través del Fondo de Garantía de los Servicios Públicos Fundamentales del Sistema de Financiación Autonómica, con las demás regiones, no solo es ir contra la corresponsabilidad, no solo es injusto, sino que, además, es absurdo, porque si se empobrece la región más próspera, habrá menos para repartir entre el resto, elemento que perjudicará a todas