Desde finales de los años 80, Chile ha vivido un auténtico despegue en lo que a progreso social se refiere. El país latinoamericano ha logrado reducir en 10 puntos la desigualdad medida por el Índice Gini, hundir 50 puntos la tasa de pobreza, disparar el crecimiento económico al más alto de toda la región, universalizar el acceso a la educación y ponerse a la vanguardia mundial en lo referente a su ascensor social, como ya explicó Libre Mercado.
Ahora bien, desde hace apenas dos años, todo ese progreso corre el peligro de caer en saco roto. En 2019, las protestas instigadas por grupos antisistema y de ultraizquierda generaron un conflicto social generalizado que acabó repercutiendo el buen desempeño económico del país. Así, su PIB creció a solo un 1,1% en dicho año, la tasa más baja en una década.
Los disturbios, cada vez más graves y dañinos, acabaron por forzar un debate político centrado en acabar con la constitución vigente. Como resultado, en 2020, y coincidiendo con la crisis del coronavirus, terminó por convocarse un plebiscito en el que los chilenos votaron a favor de reemplazar la carta magna. Así, en unas posteriores elecciones constituyentes, se votó la creación de una Convención Constitucional, que dispone de menos de un año para redactar una nueva constitución, la cual será sometida a referéndum en 2022.
Entre tanto, Chile afronta ahora sus primeras elecciones parlamentarias y presidenciales desde 2017, que tendrán lugar este domingo 21 de noviembre. Por el momento, el candidato que encabeza las encuestas para llegar al Palacio de La Moneda es el abogado Antonio Kast que, a los mandos del Partido Republicano, propone una alternativa derechista al oficialismo moderado de Sebastián Piñera.
La apuesta de José Antonio Kast
Calificado por algunos críticos como pinochetista o de extrema derecha, el candidato de ascendencia alemana seduce a la ciudadanía con un mensaje de contundencia e imperio de la ley frente al desorden público y la división social generada por las protestas de los últimos meses, así como contrario al consenso de lo políticamente correcto.
En lo que se refiere al terreno económico, Kast propone recuperar la pujanza del país apostando por las recetas liberal-conservadoras que le han funcionado durante las últimas décadas. De esta forma, el programa económico, desgranado en seminario público por su autor, Eduardo Guerrero, permanece fiel a los tres puntos que sustentan la propuesta política de Kast: 1) vida y familia, 2) libertad y búsqueda de la felicidad y 3) orden público y estado de derecho.
Como sustento moral, el marco económico de Kast se rige por el principio, defendido por Milton Friedman o Karl Popper, de no luchar contra la desigualdad; entendiendo que, aquellos que abogan por eliminarla, acaban perdiendo tanto la libertad como la propia igualdad, tal y como ocurre en los regímenes comunistas.
Alternativamente, Kast y su equipo económico abogan por fomentar un crecimiento económico sostenido y la creación de riqueza, como fórmula que emancipe a los ciudadanos y los haga menos dependientes de ayudas públicas. Para lograrlo, se valen de las siguientes propuestas:
- Apertura comercial, eliminando progresivamente las barreras arancelarias, ampliando tratados con países emergentes y reforzando los acuerdos con socios estratégicos como Alemania, Reino Unido, EEUU y Japón.
- Modernización del Estado. Incorporación del sistema blockchain en los entes públicos, para dotar de transparencia a todos los trámites y licitaciones y reducir así la corrupción. Proponen, además, analizar la viabilidad de las empresas estatales y vender aquellas que no sean sostenibles financieramente, ofreciéndose a la ciudadanía acciones de las que sigan siendo públicas. Asimismo, se comprometen a luchar intensamente contra la burocracia, reducir a la mitad el número de ministerios y aplicar la regulación 2X1, por la que, por cada nueva regulación que se apruebe, deben eliminarse dos ya existentes.
- Rebaja de impuestos. La carga tributaria se ha disparado en Chile un 60% desde 2010, afectando especialmente a las empresas y corporaciones. Para revertirlo, se propone, entre otras, una rebaja del impuesto de sociedades del 27 al 17% y una exención total para las PYMES. Asimismo, se reducirá el impuesto sobre las ventas del 19 a 17% y se eliminarán gradualmente los tributos de patrimonio y sucesiones.
- Reforma laboral. Se buscará incrementar la tasa de participación ciudadana en el mercado laboral y abrirlo más a los jóvenes y las mujeres. Para ello, se modernizará la legislación laboral tomando como ejes la flexibilidad y la libertad contractual, promoviendo el trabajo por horas, el teletrabajo o la libertad de horario.
- Pensiones. El candidato presidencial abogará por profundizar y mejorar el sistema privado de capitalización individual, rechazando explícitamente "el ineficiente y quebrado sistema de reparto", aunque contemplando la posibilidad de incluir un actor estatal y la introducción de mayor competencia en los fondos AFP.
- Sostenibilidad fiscal. Pese a que el equipo de Kast cree que buena parte de las rebajas impositivas de autofinanciarán gracias al mayor crecimiento económico, abogan por un descenso en el gasto político y la creación de un presupuesto de ‘base cero’ que revise todos los programas de gasto público. De hecho, el candidato conservador ha explicado que, "si el crecimiento no nos acompaña, seremos más cautos en las reducciones" de impuestos. El objetivo de Kast es finalizar su mandato con un déficit estructural por debajo del 1%.
- Libre competencia. Se propone dotar de mayores medios a los tribunales de la Competencia, acabar con el monopolio en el sector de los pagos electrónicos y reformar el modelo energético para separar la distribución y la comercialización. Además, Kast propone liberalizar el sistema de notarios, reformar el mercado de medicamentos e incrementar la competencia en el sector de la telefonía y la banca.