José Piñera, artífice del sistema de capitalización de las pensiones que revolucionó la economía chilena y fue adoptado en decenas de países a lo largo y ancho del globo, vuelve a estar de plena actualidad.
En el marco de las jornadas anuales del Instituto de Economía Política, con sede en Guayaquil, Piñera pronunció una interesante conferencia sobre el cambio de paradigma que supuso el diseño del modelo de capitalización y se mostró claro sobre la inviabilidad del sistema de reparto imperante en países como España.
"He recorrido todo el mundo y me he encontrado con los mismos problemas asociados al sistema de pensiones basado en el reparto. Hay un problema fundamental, una causa central que lo explica, y es que el sistema de reparto rompe el vínculo entre las contribuciones que hace la gente y los beneficios que recibe. De hecho, esos beneficios están muy ligados a presiones políticas que generan más desequilibrios y avanzan hacia la quiebra del sistema", alertó.
En la misma línea, recordó que "el creador del sistema de reparto, Otto von Bismarck, colocó la edad de jubilación en los 65 años, cuando la esperanza de vida era de alrededor de 45 años. Era, pues, una especie de pensión extraordinaria para gente en situaciones muy extraordinarias. Sin embargo, hoy vemos que la esperanza de vida ha aumentado en quince o veinte años, pero la edad de jubilación se ha mantenido. Aún así, el problema de fondo es el que describí antes, la falta de un enlace entre el esfuerzo y la recompensa, porque cuando el sistema no es claro ni transparente, lo único que se hace es que todos intentan aportar lo menos posible y recibir lo máximo posible, minimizar lo pagado y maximizar lo recibido. Eso solo puede llevar al drama del déficit y la quiebra".
"Lo que creamos en Chile fue un sistema de sentido común, de responsabilidad y libertad. Toda madre sensata le inculca a sus hijos la importancia de ahorrar. Bajo el modelo de capitalización, la gente ahorra durante toda su vida de trabajo, por 30 o 40 años, y al final del proceso la situación del nuevo jubilado no depende de quién gobierna, sino de cuánto se ha acumulado. Pero, llegados a este punto, es importante recalcar que esos ahorros, en vez de quedarse debajo del colchón, se invierten con un sistema honesto y seguro que permite que la gente se beneficie al máximo gracias al interés compuesto, una de las fuerzas más poderosas de la humanidad", destacó.
Piñera reconoció que "la gran mayoría de los trabajadores no tiene recursos suficientes para ahorrar e invertir, porque ya pagan unas cotizaciones muy altas y porque no tienen conocimientos para ser partícipes activos en los mercados de capitales. Por eso propuse transformar esas cotizaciones, que en países de la OCDE suponen el 30% o 40% del salario, en aportaciones de, al menos, un 10%. Y esas aportaciones no van al gobierno, sino a un sistema que ahorra e invierte, con cuentas individuales y personales. El resultado es que todo ciudadano tiene su propio fondo de jubilación y puede elegir qué empresa lo administra y qué perfil de riesgo tienen sus inversiones".
"Nosotros creamos una estructura legal que imposibilita cualquier tipo de engaño o error. Las gestoras nunca tienen acceso directo a los fondos de los trabajadores, solo pueden dirigirlo a una u otra forma de ahorro. Los resultados han sido magníficos, porque no se ha producido ningún tipo de escándalo, de corrupción. De hecho, si se da la desgracia de que un trabajador fallece, el sistema transfiere los fondos a su familia. Por tanto, estoy muy feliz de que el sistema sea seguro y nadie se haya robado ni un céntimo. El tamaño de los fondos bajo gestión ya alcanza el 80% del PIB", destacó.
El autor de libros como El cascabel al gato destacó que, "bajo este sistema, se ahorra el 10% del salario, pero se puede elevar este porcentaje, por ejemplo conozco a personas que cotizaban el 20% del salario, porque querían obtener más recursos y, en algunos casos, jubilarse antes. El sistema incluye un simulador que permite estimar cuándo es posible jubilarse y, cuando el trabajador alcanza un mínimo, puede retirarse, si así lo desea. De modo que este sistema no incurre en el problema que vemos en los países donde hay un modelo de reparto y la edad de jubilación se va lentamente elevando más y más".
"Cuando diseñamos el sistema, enviamos a jóvenes economistas a las plazas financieras más importantes del mundo. Concluimos que podíamos prometer al menos un 4% de rentabilidad real anual. Sin embargo, en los últimos cuarenta años, ese porcentaje ha sido el doble de lo esperado, porque hemos generado rentabilidades del 8% real cada año. Karl Marx hablaba de cómo el trabajador está excluido de los medios de producción, pero el capitalismo popular que hemos desarrollado con este sistema hace precisamente que todos los trabajadores estén involucrados en el proceso de producción, con el que están conectados estructuralmente, al ser inversores partícipes de estas empresas", explicó Piñera.
En Chile, "los trabajadores que han cotizado responsablemente durante 30 o 40 años de su vida laboral encuentra que puede jubilarse con una pensión que, de media, ronda el 90% de su salario. En la OCDE ese indicador es casi la mitad, con cotizaciones hasta tres o cuatro veces mayores. Además, el 80% de la pensión que cobran los chilenos viene de la rentabilidad, no de las aportaciones, lo cual es notable, porque significa que, por 1 euro ahorrado, se obtienen casi 4 euros más de pensión".
Más allá de las protestas impulsadas por la izquierda radical contra el modelo de capitalización, Piñera subrayó que "el sistema ha sobrevivido siete presidentes distintos, ha atravesado todo tipo de crisis financieras. El tiempo ha demostrado que favorece la inversión productiva, reduce la volatilidad en los mercados de capitales… y en última instancia mejora el crecimiento económico. Si uno repasa el crecimiento de Chile antes y después del cambio del sistema de pensiones puede ver que hemos pasado del estancamiento a un boom sin precedentes, como un cohete. Por eso hay 35 países que, parcial o totalmente, han implementado este sistema. Lo vemos en México, Colombia o Perú, pero también en Australia, Hong Kong, Suecia…".
El artífice de la histórica reforma recalcó que "desde el primer día supimos que habría personas que no lograrían acumular suficientes ahorros. En ese caso, el Estado asigna una pensión básica, que se establece como un pilar de solidaridad complementario". Por otro lado, reconoció que "hay costes de transición, pero lo importante es decidir si queremos ir a Roma, porque luego ya podremos diseñar el camino y, de hecho, en cada país se ha hecho de manera diferente, según sus circunstancias".
Mirando al futuro, y ante el delicado momento que atraviesa el sistema de pensiones de reparto en buena parte del mundo, el chileno se mostró claro: "hay que ser revolucionarios en los conceptos, pero conservadores en la ejecución. En Chile hicimos una reforma completa, total y radical, pero se ejecutó de manera gradual, prudente, sensata, con muchos trabajos y estudios previos. Eso mismo pueden hacer los demás países que quieran beneficiarse de un sistema así".