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Diego Barceló Larran

No, el empleador no paga las cotizaciones sociales

La verdad es que la totalidad de las cotizaciones sociales son pagadas por los trabajadores, aunque la mayor parte la ingrese el empleador.

La verdad es que la totalidad de las cotizaciones sociales son pagadas por los trabajadores, aunque la mayor parte la ingrese el empleador.
Una fábrica | Alamy

La nueva ocurrencia del ministro José Luis Escrivá, un hombre capaz que vaya a saber por qué decidió quemar su prestigio en aras del sanchismo-leninismo, es subir las cotizaciones sociales en 0,6 puntos porcentuales. Dos tercios de la factura (0,4%) los ingresará el empleador y el tercio restante (0,2%) se descontará de la nómina del asalariado. Obviamente, los autónomos lo pagarán íntegramente.

Dejemos de lado la incoherencia de un Gobierno y un ministro que un día deciden ajustar las pensiones según la evolución del IPC (algo que se pagará con más deuda pública), y al día siguiente buscan fórmulas para hacer "sostenible" el sistema de pensiones. Dejemos de lado también el atrevimiento (el cinismo) de decir que la recaudación adicional se guardará en una "hucha", cuando estamos, seguramente, frente al Gobierno más despilfarrador de la historia nacional.

Me quiero concentrar en una falsedad: la de que el grueso del coste extra lo pagará el empleador. La verdad es que la totalidad de las cotizaciones sociales son pagadas por los trabajadores, aunque la mayor parte la ingrese el empleador.

Antes de contratar un empleado, el empresario calcula el valor de la producción adicional que podrá conseguir con esa incorporación de mano de obra. Al mismo tiempo, calcula la totalidad del coste laboral. No solo el salario, sino también las cotizaciones sociales, pagas extraordinarias, vacaciones, absentismo y muchas cosas más (como los costes regulatorios, por ejemplo, por la legislación de prevención de accidentes). Si cree que el valor de la producción será mayor que el coste laboral total, entonces contrata. Si no, pues no contrata.

Cómo se compone ese coste laboral total es irrelevante en la decisión del empresario. Él solo tiene en cuenta cuál es el máximo que puede pagar para que contratar un empleado más sea rentable.

Subir las cotizaciones (o cualquier otro componente del coste laboral) no cambia el valor de la producción que se espera obtener. Pero hace que sea más difícil contratar, porque empeora la relación coste laboral total/beneficio esperado. Eso significa que las empresas demandarán menos trabajadores. Y como ocurre con cualquier producto, cuando la demanda de un bien baja, también cae su precio. Así, subir el coste laboral presiona hacia abajo los salarios, hasta el punto en que el coste total de contratar un trabajador vuelve a ser coherente con la productividad (es decir, con el valor de la producción que añadiría ese trabajador extra). En otras palabras, el mercado laboral y el libre juego de la oferta y la demanda, se ocupan de que los costes que inventan los políticos sean compensados con salarios más bajos.

No es porque el mercado libre sea cruel. Si, por ejemplo, las cotizaciones sociales no existieran —como en Dinamarca—, los salarios tenderían a subir —de hecho, Dinamarca, un país donde no hay un salario mínimo, tiene el salario promedio más alto de la UE, superior a los 3.000 euros mensuales—. Si las cotizaciones son muy altas —como en España—, los salarios son menores de lo que podrían ser. Y si suben las cotizaciones, como quiere Escrivá, los salarios tenderán a bajar. Por eso, aunque sean los empresarios los que "ingresen" las mayores cotizaciones, a la larga, los que la "pagan" son los trabajadores.

Eso no significa que a los empresarios les dé igual. Por caso, hay convenios firmados y alzas salariales pactadas, que se harán más onerosos de lo previsto si el gobierno sube las cotizaciones. Pero eso no altera lo anterior: los mayores costes laborales reducirán la demanda de trabajo, que a su vez deprimirá los salarios.

La imagen será la de unos empresarios insensibles que no quieren poner el hombro para asegurar las pensiones. La verdad es la de un gobierno socialista haciendo lo que mejor sabe: empobreciendo a la sociedad, en mayor medida a los más humildes. Todo con el beneplácito de los sindicatos.

¿Se entiende por qué los salarios en España son más bajos? ¿Se entiende por qué la tasa de paro es más alta? ¿Se entiende por qué muchos prefieren trabajar en negro? Porque sufrimos un exceso de socialismo.

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)

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