Corren malos tiempos para el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. El pasado domingo, el Partido Demócrata perdió el gobierno de Virginia y sufrió mucho más de lo esperado para retener la gobernación de Nueva Jersey, de modo que el primer examen electoral de la legislatura se ha saldado con unos resultados nefastos para el mandatario.
Las encuestas que miden la aprobación del presidente también reflejan la delicada situación que atraviesa Biden. Aunque ha pasado menos de un año desde su toma de posición, solo el 42,9% de los estadounidenses avala su gestión, frente al 50,7% que la censura. Por comparación, el ex presidente Donald Trump cumplió un año en la Casa Blanca con el respaldo del 49% de los votantes, seis puntos más que Biden.
La estrategia de comunicación del gobierno pasa por "esconder" todo lo posible a Joe Biden. El primer trimestre del año se saldó sin ninguna comparecencia del presidente en rueda de prensa. Tras algunas apariciones poco afortunadas que contribuyeron a trasladar la idea de un presidente frágil y desmontado, Biden volvió a evitar este tipo de compromisos, hasta el punto de que no participó en ninguna rueda de prensa desde mediados de agosto hasta comienzos de noviembre.
"Es la economía, estúpido"
Si vamos un poco más allá y analizamos por qué motivos le está yendo tan mal al dirigente demócrata, encontramos que buena parte del malestar se explica por motivos económicos. "¡Es la economía, estúpido!", repetían los asesores de Bill Clinton para recalcar la importancia de estas cuestiones. Pues bien, en este capítulo, el grado de aprobación de Biden no llega ni siquiera al 40%.
No sorprende, pues, que cada vez se le esté prestando menos atención a la agenda identitaria que pretende impulsar la Casa Blanca y que poco a poco se aprecie una mayor preocupación por los asuntos económicos.
En esencia, hay cuatro grandes problemas económicos encima de la mesa:
- El primero es el aumento de la inflación, que se sitúa por encima del 5% desde verano.
- El segundo es la crisis de suministros, que está provocando escenarios de escasez en comercios y grandes almacenes.
- El tercero es el creciente rechazo a su plan de estímulo, que ahonda en los errores del pasado al plantear todo tipo de medidas de aumento del gasto público y de los impuestos.
- El cuarto es la desaceleración del crecimiento. En tasa intertrimestral, el PIB creció un magro 0,5% de julio a septiembre, a años luz del 2,7-3,5% que esperaba el consenso de analistas.
Rechazo a su agenda fiscal
El presidente ha prometido que bajará los tributos a las clases medias, pero tiene previsto disparar la presión fiscal empresarial, lo que en última instancia golpeará a esas mismas clases medias, que se verán perjudicadas en forma de peores sueldos, precios más altos, etc. Por otro lado, su plan de estímulo abarca 1,75 billones de dólares de gasto que contribuirá a elevar un déficit público que ya está en máximos históricos.
Economistas liberales cercanos al Partido Republicano, como Arthur B. Laffer o Stephen Moore, han denunciado que la agenda económica de Biden puede llevar a Estados Unidos a su peor momento desde finales de los años 70. Su colega Larry Kudlow, que encabezó el Consejo Económico de Asesores durante la Administración Trump, opina que Biden está golpeando especialmente a las clases medias.