Luis Alberto Iglesias (Madrid, 1974) es graduado en Ciencias Empresariales por ICADE y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras completar su Doctorado en la Universidad de Salamanca, ha desempeñado distintos roles en el ámbito de la consultoría y la divulgación económica y financiera. En la actualidad, forma parte del proyecto Value School, impulsado por el reconocido inversor Francisco García Paramés, cuya misión es promover y difundir la cultura financiera y el ahorro en el mundo de habla hispana.
A raíz de la decisión del gobierno de reducir los contenidos de formación económica en el currículum de la educación secundaria, Libre Mercado se ha entrevistado con Iglesias para hablar de estas y otras cuestiones de actualidad.
Esta semana hemos conocido el plan del gobierno para reducir la formación en asuntos económicos durante la etapa secundaria.
Para ser exactos, lo que se ha anunciado es la creación de una nueva asignatura, que incorporará algunas lecciones económicas pero dará más peso al emprendimiento, poniendo el énfasis en temas como la "resiliencia", la "creatividad", los proyectos "sociales"… Por tanto, la economía pierde peso y la formación en asuntos empresariales rehuirá de conceptos "fuertes" y girará en torno a cuestiones más "blandas".
El resultado de esta fusión es que se reduce el peso de la economía, que termina convertida en un elemento complementario, puesto que el énfasis se pone ahora en el proceso de emprendimiento. Esto no es, en absoluto, lógico ni sensato, porque a la hora de emprender es importante tener conocimientos básicos sobre cómo funciona la economía.
¿Le sorprende esta decisión o cabía esperar algo así de un gobierno formado por PSOE y Podemos?
Creo que es lógico que el gobierno mueva ficha en este sentido, porque en el Ejecutivo prefieren que los ciudadanos españoles desconozcan cómo funciona verdaderamente el sistema económico. Tú mismo has traducido al español el libro "Las promesas por las que vivimos", de Harry Scherman, en el que se pone un gran énfasis en la importancia de que el ciudadano de a pie entienda de economía para así tener criterio propio ante las noticias del día a día y las decisiones del gobierno.
El libro de Scherman tiene más de 80 años, pero no puede estar más de actualidad…
Desde luego. La representación política, tal y como se configura hoy, no canaliza voluntades civiles sino que simplemente trenza una mera compra-venta de voluntades. El político promete cosas y se las vende a un comprador que no siempre es capaz de determinar si la oferta que le han hecho será verdaderamente sostenible y deseable. Eso le viene muy bien al gobernante. De igual modo, si se cumple el ideal de Scherman y el votante aprende a identificar de qué pie cojean estas propuestas, entonces el político pierde poder en detrimento de una ciudadanía más libre y responsable.
Eso es precisamente lo contrario que vamos a tener si se cumplen los planes del gobierno.
Este modelo de educación sirve mucho al gobierno y poco al ciudadano. Gregorio Luri, una eminencia en estos temas, ha hablado de la importancia del conocimiento poderoso, es decir, del tipo de competencias que hacen que el ciudadano que las adquiere y domina tenga más poder. Pues bien, cada vez más padres se están dando cuenta de las carencias, porque ven que sus hijos no adquieren los mismos conocimientos que tenían ellos a su edad. Lo bueno es que hay una reacción, porque muchos de estos padres hacen un esfuerzo y apuntan a sus hijos a clases de refuerzo que ya no son meras actividades extraescolares, sino sesiones dedicadas a formarse mejor en materias troncales, como las matemáticas. Por eso, la iniciativa privada tiene cada vez más peso en la educación, porque los padres se preocupan por remontar esas carencias.
Una de las conclusiones a las que llego cuando escucho estas cosas es que la educación pública está cada vez más alejada del papel que, en teoría, se le asigna. Si se ve despojada de contenidos básicos como la economía y, además, se rebaja de forma sistemática la exigencia asociada al proceso de instrucción, ¡cómo va a ser un ascensor social!
Quizá te cueste creerlo, pero desde Value School hemos hablado muchas veces con colegios del sistema público de enseñanza para ofrecerles talleres de formación en educación financiera. Muchas veces, nos piden que, como mucho, hablemos de inflación, pero sin referirnos a cómo podemos protegernos ante ella. Creen que la inversión es algo propio de tiburones de Wall Street. En realidad, sus propios alumnos tienen asuntos de inversión en su cabeza, porque por ejemplo en redes sociales les llegan cada vez más mensajes sobre criptomonedas. Pero en la mayoría de estos centros no quieren que les expliquemos cómo se ahorra, cómo se invierte… Nos piden incluso que no hablemos de los icónicos problemas de inflación que sufren países como Argentina o Venezuela, porque entienden que la enseñanza de estos episodios será empleada como una especie de "arma política". Por cierto, muchas de estas negociaciones no llegan a buen puerto, a pesar de que los maestros de la red pública sí suelen mostrarse a favor, porque al final hay una burocracia que tapona cualquier posible avance. En cambio, cuando proponemos estos talleres en escuelas concertadas o privadas, la cosa suele funcionar mucho mejor.
Lo dicho: no me sorprende que cada vez haya más alumnos en la concertada y la privada, porque las familias se dan cuenta de lo que pasa y prefieren hacer el esfuerzo. Pero, más allá de los colegios y de la institución formal, la educación financiera también implica el estudio de estos temas a través de otras formas de aprendizaje, desde los libros a los cursos en línea. ¿Cómo nos va en este frente?
No creo que España esté tan mal como solemos pensar en clave de educación financiera. De hecho, la última encuesta que hizo el Banco de España demuestra que estamos en el promedio de la OCDE. La última crisis tuvo un impacto muy fuerte en la conciencia de las familias y los jóvenes, que ahora se esfuerzan por encontrar conocimiento. El problema es que en internet hay mucha exposición al "Salvaje Oeste", donde también vemos contenidos vinculados con productos muy especulativos, pero eso ha ocurrido siempre, ¡no olvidemos pufos como los de Fórum Filatélico y Gescartera!
El Banco de España, la CNMV y otras instituciones lanzaron en 2008 el programa Finanzas para Todos. ¿Sirve de algo?
La banca le dedica grandes dotaciones presupuestarias a esta iniciativa, pero el problema es que apenas tiene arraigo y, en ciertos casos, se aprecia un evidente conflicto de intereses, porque en el currículum se introducen mensajes que le convienen al poder político o a ciertas élites empresariales, por ejemplo en materia fiscal, con ideas tendentes a favorecer las subidas de impuestos. Lo bueno es que en internet hay mucha más oferta y cada vez tiene más alcance, de modo que hay alternativas y la gente sabe encontrarlas.
Se habla mucho de "libertad financiera". Aunque el término acabe manoseado, en su raíz no deja de ser algo vital.
Para un individuo, el dinero puede llegar a ser el combustible de su libertad. Por tanto, la formación financiera tiene que estar centrada en el individuo, porque más allá de uno u otro producto de inversión, hay que empezar por lo básico. En clave taurina, el dinero lidia auténticos Miuras, como la inflación o los impuestos. Además, hay muchas decisiones complejas que afectan el día a día, como el dilema entre alquilar o comprar vivienda o las fórmulas para organizar las decisiones de gasto y ahorro. Todo eso requiere de una enseñanza integral, luego ya se pueden plantear otras cuestiones, como las posibles fórmulas de ahorro e inversión, pero hay que empezar la casa por los pilares, no por el tejado.
Antes señaló que los españoles están buscando nuevas formas de aprender sobre inversión, pero ¿se refleja eso ya en nuestras carteras? Hasta ahora, ha predominado el "ladrillo", que está bien, pero no puede ser la única salida.
Es cierto que el "ladrillo" ha canalizado el grueso del ahorro de los españoles. De hecho, aunque se dice que los españoles no ahorran, lo cierto es que sí lo hacen, pero a través de la compra de inmuebles, de modo que enfrentan el inconveniente de la falta de liquidez. En los últimos años se empieza a apreciar más diversificación, por ejemplo una mayor popularidad de los fondos indexados, un mayor interés por los fondos de inversión, incluso un creciente apetito por criptomonedas, etc. Todo eso es positivo porque permite sofisticar la paleta de inversiones que consideran los ahorradores.