Isabel Díaz Ayuso ha dado luz verde a la mayor rebaja del IRPF en la historia de la Comunidad de Madrid. En 2022, todos los madrileños con una nómina se verán beneficiados de un alivio de medio punto en cada tramo del IRPF. Ya en 2023, con la declaración de la renta, será cuando noten en sus bolsillos la rebaja autonómica del impuesto con el que más engorda Hacienda sus arcas todos los años.
Los madrileños con una renta bruta de 23.492 euros anuales se ahorrarán 59,5 euros, los que ganen 35.000 euros pagarán 113,39 euros menos … y así hasta 3,3 millones de declarantes, que será el total de beneficiados de un ahorro tributario de más de 300 millones de euros. Bien es cierto que, en las últimas décadas, la Comunidad de Madrid ha reducido el IRPF varias veces, pero la de Ayuso será la mayor de las rebajas.
De esta manera, los trabajadores de la Comunidad de Madrid tendrán el honor de ostentar el menor gravamen del IRPF España, ya sea para las rentas más bajas (el tipo se quedará en el 8,5%) como para las más elevadas (20,5%), lo que deja a la región sin rival dentro del territorio nacional. Además, estas cifras dejan en ridículo a los que acusan a Madrid de "paraíso fiscal de los ricos", ya que también es la región que menos impuestos cobra a los más pobres. Esos a los que la izquierda no duda en freír a impuestos hundiéndoles todavía más en la miseria. Y no porque en Madrid se paguen pocos tributos –siguen siendo altos y deberían seguir bajando–, sino porque en muchas de las otras CCAA el saqueo se ha convertido en un auténtico infierno para los productores de riqueza.
Los datos son la mejor prueba de este robo. Con la rebaja de Ayuso, a un contribuyente en Baleares le esquilman 423 euros más en el IRPF que a un madrileño con el mismo nivel de renta. El expolio es similar en Cataluña o en Asturias, donde detraen a sus contribuyentes 377 y 290 euros más que a los madrileños. La asfixia es insoportable.
A la izquierda le escuece sobremanera la fiscalidad de Madrid porque esos impuestos bajos están contribuyendo a agrandar todavía más su ventaja como motor económico de España, lo que pone de manifiesto el fracaso su socialismo empobrecedor. Y no solo es la fiscalidad. Con cada dato macro y con cada variable económica que sale a la luz, se demuestra que las políticas basadas en la contención del gasto, en el equilibrio presupuestario (Madrid es la menos endeudada), en la protección de la propiedad privada o en la eliminación de trabas burocráticas son las únicas capaces de dinamizar la economía.
Estos principios chocan frontalmente con los que defiende el Gobierno social-comunista de Sánchez. Además de negarse por activa y por pasiva a rebajar impuestos durante la pandemia -a diferencia de Italia, Francia o Alemania- Sánchez planea para España un auténtico aquelarre tributario que podría superar los 80.000 millones de euros y donde no dejará un sólo impuesto sin subir. El último golpe fiscal a empresas y trabajadores lo hemos conocido esta semana, con la idea de José Luis Escrivá de asestarle una subida a las cotizaciones sociales de medio punto con la excusa de hacer frente el desbocado gasto de las pensiones. Con todo esto, uno de los pocos lugares de España donde el crecimiento, el empleo y la riqueza pueden sobrevivir es Madrid. No es un paraíso, es un refugio.