Alonso tiene 15 años y es autista. Sus padres esperaban con ilusión la llegada de este miércoles 27 de octubre, porque era el día en que su hijo tenía previsto acudir al piso que la fundación Autismo Calidad de Vida (Aucavi) tiene en Rivas-Vaciamadrid para poner a prueba la autonomía personal de los adolescentes con los que trabaja. Sin embargo, esta experiencia fundamental para su desarrollo tendrá que esperar. La Guardia Civil ha desalojado finalmente a los okupas de este inmueble que da servicio a 140 familias de la Comunidad de Madrid, pero éstos han provocado numerosos destrozos en la vivienda, de la que se han llevado, al menos, un televisor.
Mientras otros padres se preocupan por el nivel de inglés de sus hijos, estas familias tienen un deseo y una necesidad mucho más simple: conseguir que sus pequeños aprendan a valerse por sí mismos para ser felices y porque son conscientes de que algún día ellos ya no podrán estar a su lado. "Para Alonso esto supone la posibilidad de poder independizarse en un futuro con unas garantías —explica José Antonio mientras se debate entre la tristeza y la indignación—. A nosotros nos puede parecer muy sencillo poner una lavadora, poner en marcha el microondas o poner la mesa, pero para ellos es harto complicado y hay que entrenarlo".
Y eso es precisamente lo que Aucavi hacía en este piso: enseñarles a desenvolverse en el día a día en un entorno real. "Para ellos es algo crítico, porque si no, a parte de lo traumático que puede ser perder a sus padres o que éstos enfermen, van a tener una doble transición hacia un contexto que nunca han conocido", advierte a Libre Mercado Luis Pérez de la Maza, director técnico de la fundación.
Un mes resistiéndose a salir
Los hechos se remontan a finales del pasado mes de septiembre. El domingo día 26, tras la estancia de uno de los grupos, la coordinadora de las viviendas se personó en el edificio para comprobar que todo estaba correcto. Unos días después, los trabajadores de la fundación Aucavi regresaron para llevar a cabo algunas tareas de mantenimiento, y fue entonces cuando se percataron de que la llave no abría y de que un grupo de inmigrantes había okupado el piso.
Tras poner la correspondiente denuncia en el cuartel de la Guardia Civil, intentaron hablar con ellos. "Les queríamos explicar que esto no era una vivienda de la Administración o de un banco, ni siquiera de un particular, sino de una entidad social que atiende a personas con graves necesidades para las que este piso constituye un recurso fundamental", relata Pérez de la Maza. Según su testimonio, en aquel momento, los okupas mostraron "una constricción y un arrepentimiento terrible" y les prometieron que en una semana abandonarían la vivienda.
Sin embargo, fueron pasando los días y la situación seguía siendo la misma. Así, hasta que, este mismo martes, los responsables de la fundación Aucavi decidieron acudir al edificio acompañados de Telemadrid con el fin de hacer más presión. "Ante las cámaras, volvieron a decir que se iban a ir y que les dejásemos una semana de margen mientras buscaban otra casa, pero, por la tarde, ellos mismos contactaron con nosotros y nos dijeron que no iban a dejarla porque no les habían gustado las declaraciones que habíamos hecho". Finalmente, la Guardia Civil ha conseguido desalojarles y este jueves la asociación ya ha procedido al cambio de cerradura y a la instalación de una alarma para evitar que un hecho así pueda repetirse.
El importante papel de Desokupa
Según ha podido saber LM, en el desenlace de esta historia ha jugado un gran papel la empresa Desokupa, que este mismo miércoles por la tarde publicó un video en redes sociales anunciado su intención de ayudar de forma gratuita a las 140 familias de la fundación Aucavi. "¡Basta ya! Desokupa mañana va para allá. Los chicos autistas desde luego no estáis solos y si un niño no se toca, ya no te cuento un niño que sufre autismo", advertía Daniel Esteve, fundador de Desokupa.
De hecho, Pérez de la Maza asegura que uno de los inmigrantes incluso le respondió una vez abandonada la vivienda confirmándole que habían decidido irse. Algo que hasta ese momento no entraba en sus planes. No en vano, desde la fundación revelan que, cuando entraron a comprobar el estado de la vivienda, se encontraron "con la comida en la olla y el café puesto en la mesa".
Un edificio de menas tutelados
Según nos cuentan los vecinos, los inmigrantes —no se sabe cuántos han llegado a vivir en el piso— alegaban que habían pagado más de 4.000 euros por las llaves, lo que apuntaría a una de las mafias que se dedican a okupar viviendas y venderlas después. Sin embargo, en la comunidad están convencidos de que esto no era más que una excusa para que los medios de comunicación no les señalasen.
"Yo vivo aquí desde hace más de quince años y aquí hay varios pisos de menas tutelados por la Administración. Estoy convencido de que sabían perfectamente de quién era la vivienda y cuándo debían entrar", nos cuenta uno de los vecinos. Otro confirma que uno de los okupas estuvo precisamente en una de estas casas de acogida en 2014 y que conocía la zona: "Por eso ha elegido este piso".
Zona idílica, bloque conflictivo
La vivienda okupada se encuentra en una amplia avenida de Rivas-Vaciamadrid, con un parque infantil en la misma puerta y un conocido supermercado justo enfrente. Alrededor, varias hileras de chalets, uno de los colegios privados más caros y conocidos de la zona y otro centro público de reciente creación. "Desde luego, no han elegido mal", ironizan los vecinos.
En medio de este idílico panorama, sin embargo, este bloque de viviendas se erige como el más conflictivo. "No es que haya peleas todos los días, pero, como ves, las pintadas nos comen y la sensación de inseguridad es más que evidente", advierten. Durante las casi tres horas que pasamos frente a la vivienda okupada, vemos entrar y salir a varios menas que nos miran con recelo. "Estos tenían que estar en clase y mira dónde están —apuntan los vecinos—. Pero aquí ya llegas a normalizarlo todo".
Han llegado a tener hasta un okupa en los cuartos del gas: "Ahí tenía su colchón y se fumaba sus porros. Imagínate…". Hoy, sólo esperan que este grupo de inmigrantes se vaya pronto o que, al menos, no sea conflictivo. "Dicen que la chica está embaraza de tres meses, pero quién sabe si eso forma parte de su estrategia, porque desde luego han seguido el manual del perfecto okupa. Eso sí, de momento, prácticamente ni se les oye".
Un piso diferente
En su alegato, los inmigrantes aseguraban que tampoco sabían de quién era el piso ni que estaba en uso. Sin embargo, más allá de lo que cuentan los vecinos, Libre Mercado ha podido comprobar que es prácticamente imposible no darse cuenta. Al margen de que, según Aucavi, tenían carteles en las ventanas, este tipo de viviendas están repletas de pictogramas para ayudar a los chicos con autismo a identificar con facilidad dónde está cada cosa y cómo o para qué hay que utilizarla.
"Además, la nevera estaba llena —advierte Pérez de la Maza—. Si hay leche dentro o patatas en buen estado sobre la encimera, es evidente que alguien está viviendo aquí". Por eso, desde la fundación están convencidos de que no son tan ingenuos como aparentan. De hecho, han okupado un piso en el que todo cuanto hay dentro está completamente nuevo: "El televisor, la cocina, el menaje y hasta tres colchones que llevamos hace poco más de un mes gracias a una donación de Pikolín".
Quiénes son realmente los vulnerables
Aunque finalmente la historia ha tenido un final mucho más rápido de lo esperado, el director técnico de Aucavi agradece la respuesta de la Comunidad de Madrid, que nada más conocer el caso suspendió de forma temporal el alquiler que debían pagar por la vivienda, ya que ésta pertenece a la Agencia de Vivienda Social (antiguo IVIMA). "Su trato ha sido exquisito en todos los sentidos", asegura Pérez de La Maza.
Ahora, sólo esperan que la sociedad entienda que los realmente vulnerables no eran los okupas, sino los 140 niños y adolescentes que han visto peligrar este recurso fundamental para su desarrollo. "La vulnerabilidad de mi familia es mayor que la suya seguramente", insiste el padre de Alonso. "Estamos hablando de familias con un nivel de necesidad muy grande —apostilla el director técnico de Aucavi—. El otro día la madre de otra de las chicas lo resumía perfectamente: 'Mi hija no puede ganarse la vida, tú sí puedes trabajar'"La