Si observamos los datos de la EPA del tercer trimestre que acabamos de conocer a primera hora de este jueves, en apariencia parecen positivos: crece el empleo y desciende el paro, elementos que siempre hay que celebrar. Sin embargo, nos encontramos con algunos elementos que hacen que tengamos que ser muy cautos frente a dichos registros, porque de positivos no tienen nada.
En primer lugar, la creación de empleo trimestral se ralentiza, al pasar de aumentar en 569.600 personas en el tercer trimestre 2020 a 210.000 menos en el mismo período de este año, al aumentar en 359.300 personas. Es obvio que en 2020 habían operado muchas más restricciones que en 2021, pero las de este ejercicio no han sido pocas, con la diferencia de que ahora ya se van abandonando, parece, y en septiembre de 2020, último mes de aquel trimestre, se endurecieron.
Empleo público
De la misma manera, en esa creación de empleo sigue teniendo un peso importante el aumento de empleo público, es decir, de empleo que no viene derivado por una mayor actividad económica, sino por una decisión que no es del mercado. En ese sentido, de esos 359.300 nuevos ocupados, 44.500 personas son empleados públicos, con lo que la verdadera creación de ocupación es, todavía, inferior, sólo de 314.800 personas en el sector privado.
De esta manera, no sólo es menos intensa la creación de empleo real registrada, sino que al incrementarla con empleo público el gasto de dicho sector aumentará más y de forma estructural, que sólo contribuirá a empeorar el abultado déficit estructural (más de un 5%) que tiene la economía española en estos momentos. De hecho, en tasa interanual crecen casi lo mismo el sector público y el privado: un 4,40% y un 4,46%, respectivamente. Dicho empleo público llega ya a 3.484.000 personas, cuando hace ocho años era inferior en casi 600.000 personas, al ser de 2.909.400 empleos en el cuarto trimestre de 2013. El incremento es desmedido y contraproducente, al tensar las cuentas públicas y no ajustarse a la realidad de la necesidad de la economía española y de los nuevos tiempos tecnológicos que vivimos.
Malos datos en la construcción
Otro elemento preocupante es el descenso del empleo en el sector de la construcción, con 31.200 ocupados menos en el trimestre. No olvidemos que la construcción siempre actúa como un indicador adelantado, al que se une una conjunción de factores que puede ralentizar mucho su actividad, como es la crisis de suministro, debido a los cuellos de botella, la inflación ligada a ello y a los costes energéticos, y una pérdida de poder adquisitivo de las familias, que junto a un empeoramiento de expectativas retraigan la inversión en vivienda. Adicionalmente, también se destruye empleo en la agricultura, con 49.600 ocupados menos en el trimestre.
Golpe a los autónomos
De la misma manera, un dato muy negativo es la disminución de los trabajadores por cuenta propia en este tercer trimestre, que cae en casi cincuenta mil personas (49.600). Esto muestra el duro golpe que los autónomos están sufriendo con la crisis, al ser el grupo más olvidado por el Gobierno y al que sus decisiones está afectando de manera más dura, como la subida de las cotizaciones sociales ligadas al salario mínimo y a los cambios que el Ejecutivo quiere poner en marcha.
Por otra parte, el descenso del paro es el menor de un tercer trimestre desde 2015, con excepción del tercer trimestre de 2020, donde la pandemia estaba más presente en sus efectos, con el agravante de que el paro aumenta en casi todos los sectores, con el principal sector de la economía española, el sector servicios, aumentando en 42.100 parados más, la agricultura en 28.700 parados y la construcción en 20.600 parados. Sólo cae en 127.100 personas -cuando en 2015 descendía en casi 300.000 parados- debido al descenso entre los que perdieron su empleo hace más de un año y los que buscan su primer empleo, pero con corto recorrido, pues estos dos últimos ven aumentar su desempleo en tasa interanual (260.300 parados más en interanual que perdieron su empleo hace más de un año, que son parados con un cada vez más difícil retorno al mundo laboral). Al mismo tiempo, se produce un importante incremento del desempleo entre las personas de más de 55 años, al aumentar el paro en 65.500 personas.
Todo ello, confiere un carácter a esta EPA nada positivo, ya que subyacen muchos elementos que muestran que su trayectoria es preocupante, al marcar un deterioro del mercado laboral español en muchos ámbitos. Si a ello le sumamos la obcecación del Gobierno en derogar al reforma laboral que ha permitido contar con un marco del mercado de trabajo más flexible; si le sumamos los cuellos de botella que están aumentando los precios y empobreciendo a los ciudadanos, especialmente con los costes energéticos, que también paraliza la producción de muchas industrias; y si le sumamos el desequilibrio presupuestario, con un proyecto de Presupuestos Generales del Estado basado en un cuadro macroeconómico superado por optimista, el panorama es sombrío.