El papa Francisco ha vuelto a ser noticia en los últimos días. Y como viene siendo habitual, no por declaraciones que conciernan estrictamente a cuestiones de la fe y la moral cristianas, sino por sus reflexiones y opiniones relativas al mundo económico y político.
Como es bien sabido, el pontífice no oculta su baja estima por el sistema capitalista. En 2013, Libre Mercado ya mostró el desparpajo de Francisco para hablar del "mercado libre, la globalización, el crecimiento o el consumo" como "una economía que mata". Más recientemente, hemos destacado su polémica interpretación del milagro de la multiplicación de los panes y los peces: "Hoy en día, la multiplicación de los bienes no resuelve los problemas sin una justa distribución. Me viene a la mente la tragedia del hambre", afirmó el Papa, que aseveró que las escrituras hacen referencia a la "división" del pan y no a la multiplicación.
Pero la ofensiva ideológica del pontífice cobra cada vez una mayor fuerza. El pasado 16 de octubre, coincidiendo con el Día Mundial de la Alimentación, publicó un tuit en el que abogó por "superar la fría lógica del mercado, centrada ávidamente en el mero beneficio económico y en la reducción de los alimentos a una mercancía más, y afianzar la lógica de la solidaridad". ¿A qué lógica de solidaridad se refiere exactamente el Papa? ¿Está acaso animando a estatalizar la provisión de alimentos? ¿Conoce el pontífice alguna alternativa más eficaz y justa al sistema de mercado, el cual está basado en la libre cooperación entre partes? ¿Sabe que el hambre en el mundo se ha desplomado un 42% desde 1990, coincidiendo con el período de máxima expansión de los mercados capitalistas?
La lucha contra el hambre exige superar la fría lógica del mercado, centrada ávidamente en el mero beneficio económico y en la reducción de los alimentos a una mercancía más, y afianzar la lógica de la solidaridad. #WorldFoodDay
— Papa Francisco (@Pontifex_es) October 16, 2021
Por otro lado, durante su discurso a los movimientos populares celebrado el mismo día 16 de octubre, el papa hizo un llamamiento a "ajustar nuestros modelos socio-económicos para que tengan rostro humano". Para el santo padre, "volver a los esquemas anteriores" a la pandemia "sería verdaderamente suicida, ecocida y genocida", por lo que llama al mundo a "reflexionar, discernir y elegir" un nuevo camino.
"Ustedes son un verdadero ejército invisible, son parte fundamental de esa humanidad que lucha por la vida frente a un sistema de muerte", añadió el sumo pontífice.
¿Qué nuevo sistema propone el Papa? ¿A qué se refiere con "sistema de muerte" o "genocida"? ¿Al que ha llevado a alcanzar la esperanza de vida más alta de la historia de la humanidad? ¿Al que ha llevado a mínimos la mortalidad infantil y ha disparado los ingresos y el nivel de vida de las familias?
A fin de lograr el cambio social pretendido, el papa Francisco continuó su intervención lanzando un conjunto de peticiones a diversos grupos y actores sociales. Entre ellos, destacan las siguientes:
Quiero pedirle a los grupos financieros y organismos internacionales de crédito que permitan a los países pobres garantizar las necesidades básicas de su gente y condonen esas deudas tantas veces contraídas contra los intereses de esos mismos pueblos.
¿Está proponiendo acaso el Papa un impago de deuda generalizado? ¿Qué incentivos habrá en financiar proyectos de desarrollo en el tercer mundo si se anima a los deudores a no devolver sus préstamos?
A las grandes corporaciones alimentarias que dejen de imponer estructuras monopólicas de producción y distribución que inflan los precios y terminan quedándose con el pan del hambriento.
¿Desconoce el Papa que las estructuras monopólicas solo se sustentan en el tiempo mediante la intervención y regulación de los Estados, y que los mercados libres y en competencia favorecen una sana competición por ofrecer productos asequibles y de calidad? ¿De qué manera una gran corporación puede imponer dichas estructuras si no es con la coalición de los gobiernos?
A los gigantes de las telecomunicaciones que liberen el acceso a los contenidos educativos y el intercambio con los maestros por internet.
¿Cuál es la propuesta del Papa en este sentido? ¿Que compañías como Microsoft o Google regalen el contenido docente que instituciones educativas tengan alojados en sus servidores? ¿Quién ha hecho más méritos que estas grandes compañías para democratizar y extender la educación gratuita a todas las partes del mundo, gracias a servicios sin coste como YouTube, Google Classrom, Meet, Teams o Zoom?
A los países poderosos que cesen las agresiones, bloqueos, sanciones unilaterales contra cualquier país en cualquier lugar de la tierra. No al neocolonialismo. Los conflictos deben resolverse en instancias multilaterales como las Naciones Unidas.
¿Está abogando el pontífice por el fin de todas las sanciones internacionales, incluso a aquellos regímenes frontalmente contrarios a los valores de la libertad y el cristianismo, como la dictadura cubana o norcoreana? Sin duda, muchos ciudadanos han entendido las palabras del Papa de esta manera, y han mostrado su preocupación a través de Twitter:
En Core del Norte, Cuba, Venezuela y Nicaragua las graves violaciones de los DDHH siguen aumentándose día a día.
Y viene usted a ponerse de lado de los tiranos y dictadores. Inaudito, usted tiene que estar de los oprimidos no de los opresores.
— .. 🇳🇮🗽 (@NicLibertario) October 16, 2021
Por otro lado, Francisco dedicó una reprimenda a quienes le critican o "se admiran por sus palabras", acusándoles de "formar parte de la trama de la post-verdad, que busca anular cualquier búsqueda humanista alternativa a la globalización capitalista", así como de ser parte "de la cultura del descarte" y del "paradigma tecnocrático".
Sorprenden especialmente las duras palabras que el santo padre dirige a la globalización, la cual ha generado la mayor generación de riqueza y prosperidad en toda la historia de la humanidad, fruto de la cooperación comercial pacífica entre países. ¿Propone acaso el Papa volver a los modelos autárquicos?
Asimismo, Francisco animó a enfrentarse a los discursos que promuevan "la meritocracia y el individualismo", cuyas narrativas "sólo sirvieron para dividir nuestros pueblos y minar y neutralizar nuestra capacidad poética, la capacidad de soñar juntos". "Este sistema, con su lógica implacable de la ganancia, está escapando a todo dominio humano. Es hora de frenar la locomotora, una locomotora descontrolada que nos está llevando al abismo. Todavía estamos a tiempo", aseveró.
Por último, el Papa hizo una llamada a la acción proponiendo dos reformas concretas:
- Un ingreso básico (el IBU) o salario universal "para que cada persona en este mundo pueda acceder a los más elementales bienes de la vida. Es justo luchar por una distribución humana de estos recursos. Y es tarea de los Gobiernos establecer esquemas fiscales y redistributivos para que la riqueza de una parte sea compartida".
- La reducción de la jornada laboral: "En el siglo XIX los obreros trabajaban doce, catorce, dieciséis horas por día. Cuando conquistaron la jornada de ocho horas no colapsó nada como algunos sectores preveían".
Para terminar, el Papa remarcó que "no estamos solos", señalando como aliada la labor desempeñada por las Naciones Unidas "a través de los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)", los cuales dan forma a la Agenda 2030. Un colofón a la altura del insistente, prejuicioso, a la par que vago y ambiguo, discurso ideológico del Papa. Un compendio de ocurrencias y buenas intenciones acompañadas de una notable ignorancia económica.