La escalada constante del precio de la luz ha obligado a muchas familias a modificar sus hábitos de consumo con el objetivo de llegar a fin de mes. Sin embargo, no todo el mundo puede permitirse el lujo de elegir en qué franja horaria concentrar su gasto energético. Es el caso de los hosteleros, cuya factura se ha disparado hasta un 40% por culpa de las últimas subidas.
"En un bar muy pequeño, a lo mejor eso apenas supone 100 o 150 euros, pero para un restaurante medio estamos hablando de un incremento de más de 1.000 euros", advierte José Luiz Yzuel, presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería de España. La gran dependencia energética del sector hace prácticamente imposible salir indemne de esta subida: "Los hosteleros no pueden apagar la luz cuando les parezca o poner la cafetera o el lavavajillas a determinadas horas, porque prácticamente están en funcionamiento todo el día, igual que las cámaras frigoríficas".
Una factura de casi 4.000 euros
Para algunos la situación es peor si cabe: "Tengo una pizzería y tres hornos eléctricos que tienen que estar encendidos permanentemente y, especialmente, en horas punta", se queja Alessandro Imperiali. El dueño de Pizzametro, en Granada, recibió este verano una factura de 3.700 euros, prácticamente el doble de lo que venía gastando hasta entonces. "Estamos destinados a cerrar todos, antes o después", lamenta.
Este napolitano, que llegó a España hace ya 14 años, espera con angustia la llegada del próximo recibo, porque, al menos hasta ahora, no ha encontrado la manera de ahorrar: "He invertido todo mi dinero en aguantar el cierre por la pandemia, así que ya no puedo gastar nada en adaptar el restaurante para mejorar el consumo".
Alessandro asegura que lleva "más de 20 meses perdiendo dinero". Si sigue adelante, es únicamente por sus 10 empleados: "Todas esas familias tienen hijos. No puedo ponerlas en la calle", insiste apesadumbrado. Afortunadamente, la hostelería no es su única actividad económica y eso es lo que le permite aguantar un poco más. "Por suerte, yo puedo comer todos los días sin cobrar de allí —explica a LM—, pero está claro que habrá muchos hosteleros que sólo tienen un negocio y lo van a tener muy complicado".
Reinventarse o morir
No es difícil encontrar autónomos en esta tesitura. Pablo Santovenia, dueño del Continental de Lugones, en Asturias, tenía 7 empleados a su cargo. La pandemia y la subida de la luz le han obligado a cambiar por completo su modelo de negocio: "Yo ahora mismo no puedo contratar a nadie. Tengo que estar aquí 16 o 17 horas trabajando y tengo una familia a la que ya prácticamente no veo".
Al otro lado del teléfono, Pablo recuerda el "palo" que se llevó este verano cuando recibió una factura de 1.900 euros. "Hasta entonces, venía gastando unos 800 o 1.000 euros, dependiendo del mes y de la clientela que tuviera, así que era algo inasumible", explica a LM. Alarmado por el futuro de su negocio y el suyo propio, Pablo se puso manos la obra para tratar de rebajar la factura y, en parte, se puede decir que lo ha conseguido.
"El último recibo ha sido de 1.400 euros… Aun así, 500 más de lo que gastaba antes de media, y porque he hecho una inversión de más de 4.000 euros para cambiar todas las freidoras eléctricas a gas", aclara indignado. También se ha visto obligado a subir los precios de la carta, aunque, según dice, "los clientes no protestan, porque saben que está subiendo todo, desde la luz hasta el café".
Malos tiempos para ser hostelero
Todo ello, sumado a la pandemia, le ha obligado también a sacrificar los desayunos para ahorrar en personal, por lo que si algo tiene claro Pablo es que, en estos momentos, dedicarse a la hostelería "no es lo mejor". Electricista de profesión, Pablo salió escaldado de la crisis de 2007 y decidió cambiar el ladrillo por la restauración. Tras una primera incursión, hace tres años decidió comprar el local del Continental y reformarlo. Hoy se plantea si fue la mejor decisión.
"Si volviera hacia atrás y me dijeran que me iba a llevar tantos palos, a lo mejor no hubiera apostado por esto —reflexiona—. Sobre todo, por comprar el local, porque el que está de alquiler, aunque no deja de ser complicado, puede acabar el contrato y dedicarse a otra cosa. Sin embargo, los que compramos el local, hicimos la obra y nos hipotecamos por equis años, no tenemos otra salida, porque tenemos que pagar de alguna forma".
El llamamiento al Gobierno
Como tantos otros, Pablo lamenta la subida permanente de impuestos y la falta de ayudas. "Yo no soy experto en economía, pero no creo que ésta sea la mejor manera de levantar un país y que la gente contrate personal". Tampoco hace falta recurrir a economistas. Las cifras hablan por sí solas. "Los niveles de ventas se han reducido muchísimo, el 20% de los establecimientos siguen cerrados y hay récord de empresas en concurso de acreedores", advierte el presidente de la Confederación Española de Hostelería de España.
En declaraciones a Libre Mercado, Yzuel asegura que, tras el levantamiento de las restricciones por la pandemia, los hosteleros parecían empezar a ver la luz al final del túnel. Sin embargo, "con la subida de la electricidad, igual esa luz también se apaga". A su juicio, el gran problema es que estamos ante "la tormenta perfecta". No en vano, el portavoz de los hosteleros advierte de que todo cuanto necesitan para desarrollar su trabajo está subiendo constantemente: "El aceite, los refrescos, las materias primas… Todas las semanas sube algo. No sé cuánto vamos a poder soportar esto".
Así, la luz se ha convertido en la punta del iceberg. "Como decía un ingeniero, a veces un alfiler se carga un puente y, aquí, la subida de la luz puede ser el alfiler", advierte Yzuel. Precisamente por eso, el presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería España hace un llamamiento al Ejecutivo de Pedro Sánchez y le recuerda que "lo más barato y lo más rentable que puede hacer un Gobierno para sacar a su país adelante es ayudar a las empresas para que sigan vivas".